¡Dios te salve María!
 

Camino de Perfección



 

     6. Mirad que importa este aviso para sabernos condoler de los

trabajos de los prójimos, por pequeños que sean, en especial a almas de

las que quedan dichas; que ya éstas, como desean los trabajos, todo se

les hace poco, y es muy necesario traer cuidado de mirarse cuando era

flaca y ver que, si no lo es, no viene de ella; porque podría por aquí el

demonio ir enfriando la caridad con los prójimos y hacernos entender

es perfección lo que es falta. En todo es menester cuidado y andar

despiertas, pues él no duerme, y en los que van en más perfección,

más; porque son muy más disimuladas las tentaciones, que no se atreve

a otra cosa, que no parece se entiende el daño hasta que está ya hecho,

si -como digo- no se trae cuidado. En fin, que es menester siempre

velar y orar, que no hay mejor remedio para descubrir estas cosas

ocultas del demonio y hacerle dar señal que la oración.

     7. Procurar también holgaros con las hermanas cuando tienen

recreación, con necesidad de ella, y el rato que es de costumbre,

aunque no sea a vuestro gusto; que, yendo con consideración, todo es

amor perfecto. Así que es muy bien las unas se apiaden de las

necesidades de las otras; miren no sea con falta de discreción en cosas

que sea contra obediencia. Aunque le parezca áspero dentro en sí lo

que mandare la prelada, no lo muestre ni dé a entender a nadie, si no lo

fuere a la misma priora con humildad, que haréis mucho daño; y sabed

entender cuáles son las cosas que se han de sentir y apiadar de las

hermanas, y siempre sientan mucho cualquiera falta, si es notoria, que

veáis en la hermana. Y aquí se muestra y ejercita bien el amor en

sabérsela sufrir y no espantarse de ella, que así harán las otras las que

vos tuviereis, que aun de las que no entendéis deben ser muchas más; y

encomendarla mucho a Dios y procurar hacer vos con gran perfección

la virtud contraria de la falta que le parece en la otra. Esforzarse en

esto, para que enseñe a aquélla por obra lo que por palabra por ventura

no lo entenderá, ni aprovechará, ni castigo; y esto de hacer una lo que

ve resplandecer de virtud en otra se pega mucho. Este es un buen aviso,

no se os olvide.

     8. ¡Oh, qué bueno y verdadero amor será el de la hermana que

puede aprovechar a todas, dejado su provecho por los de las otras, ir


 

 

31


 

Espacio Disponible


 

Santa Teresa de Jesús


 


 

muy adelante en todas las virtudes y guardar con gran perfección su

Regla! Mejor amistad será ésta que todas las ternuras que se pueden

decir -que éstas no se usan ni han de usar en esta casa-, tal como «mi

vida», «mi alma», «mi bien», y otras cosas semejantes, que a las unas

llaman uno y a las otras otro. Estas palabras regaladas déjenlas para

con su Esposo, pues tanto han de estar con Él y tan a solas, que de todo

se habrán menester aprovechar, pues Su Majestad lo sufre, y muy

usadas acá no enternecen tanto con el Señor; y sin esto, no hay para

qué. Es muy de mujeres y no querría yo, hijas mías, lo fueseis en nada,

ni lo parecieseis, sino varones fuertes; que si ellas hacen lo que es en

sí, el Señor las hará tan varoniles que espanten a los hombres. ¡Y qué

fácil es a Su Majestad, pues nos hizo de nonada!

     9. Es también muy buena muestra de amor en procurar quitarlas de

trabajo y tomarle ella para sí en los oficios de casa, y también de

holgarse y alabar mucho al Señor del acrecentamiento que viere en sus

virtudes. Todas estas cosas, dejado el bien que traen consigo, ayudan

mucho a la paz y conformidad de unas con otras, como ahora lo vemos

por experiencia, por la bondad de Dios. Plega a Su Majestad lo lleve

siempre adelante, porque sería cosa terrible ser al contrario, y muy

recio de sufrir: pocas y mal avenidas, no lo permita Dios.

     10. Si por dicha alguna palabrilla de presto se atravesare, remédiese

luego y hagan grande oración; y en cualquiera de estas cosas que dure,

o bandillos, o deseo de ser más, o puntito de honra -que parece se me

hiela la sangre, cuando esto escribo, de pensar que puede en algún

tiempo venir a ser, porque veo es el principal mal de los monasterios-,

cuando esto hubiese, dense por perdidas. Piensen y crean han echado a

su Esposo de casa y que le necesitan a ir a buscar otra posada, pues le

echan de su casa propia. Clamen a Su Majestad. Procuren remedio;

porque, si no le pone confesar y comulgar tan a menudo, teman si hay

algún Judas.

     11. Mire mucho la priora, por amor de Dios, en no dar lugar a esto,

atajando mucho los principios, que aquí está todo el daño o remedio; y

la que entendiere lo alborota, procure se vaya a otro monasterio, que

Dios la dará con qué la doten. Echen de sí esta pestilencia; corten como


 

 

32


 

Espacio Disponible


 

Camino de Perfección



 

pudieren las ramas; y si no bastare, arranquen la raíz. Y cuando no

pudiesen esto, no salga de una cárcel quien de estas cosas tratare;

mucho más vale, antes que pegue a todas tan incurable pestilencia.

¡Oh, que es gran mal! ¡Dios nos libre de monasterio donde entra! Yo

más querría entrase en éste un fuego que nos abrasase a todas.

     Porque en otra parte creo diré algo más de esto -como en cosa que

nos va tanto-, no me alargo más aquí.


 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

33


 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Espacio Disponible


 

Santa Teresa de Jesús


 

 

 

 

 

Capítulo 8



Trata del gran bien que es desasirse de todo lo criado

interior y exteriormente

 

     1. Ahora vengamos al desasimiento que hemos de tener, porque en

esto está el todo, si va con perfección. Aquí digo está el todo; porque,

abrazándonos con solo el Criador y no dándosenos nada por todo lo

criado, Su Majestad infunde de manera las virtudes, que, trabajando

nosotros poco a poco lo que es en nosotros, no tendremos mucho más

que pelear, que el Señor toma la mano contra los demonios y contra

todo el mundo en nuestra defensa.

     ¿Pensáis, hermanas, que es poco bien procurar este bien de darnos

todas al Todo sin hacernos partes? Y pues en Él están todos los bienes,

como digo, alabémosle mucho, hermanas, que nos juntó aquí adonde

no se trata de otra cosa sino de esto. Y así, no sé para qué lo digo, pues

todas las que aquí estáis me podéis enseñar a mí, que confieso en este

caso tan importante no tener la perfección como la deseo y entiendo

conviene; y en todas las virtudes y lo que aquí digo, lo mismo; que es

más fácil de escribir que de obrar; y aun esto no atinara, porque

algunas veces consiste en experiencia el saberlo decir, y debo atinar

por el contrario de estas virtudes que he tenido.

     2. Cuanto a lo exterior, ya se ve cuán apartadas estamos aquí de

todo. ¡Oh, hermanas! entended, por amor de Dios, la gran merced que

el Señor ha hecho a las que trajo aquí, y cada una lo piense bien en sí,

pues en solas doce quiso Su Majestad fueseis una. ¡Y qué de ellas,

mejores que yo, sé que tomaran este lugar de buena gana, y me le dio

el Señor a mí, mereciéndole tan mal! ¡Bendito seáis Vos, mi Dios, y

alábeos todo lo criado, que esta merced tampoco se puede servir, como

otras muchas que me habéis hecho; que darme estado de monja fue

grandísima! Y como lo he sido tan ruin, no os fiasteis, Señor, de mí,

porque adonde había muchas juntas buenas no se echara de ver así mi

ruindad hasta que se me acabara la vida, y me trajisteis adonde -por ser


 

 

34


 

Espacio Disponible


 

Camino de Perfección



 

tan pocas que parece imposible dejarse entender-, porque ande con más

cuidado, me quitáis todas las ocasiones. Ya no hay disculpa para mí,

Señor, yo lo confieso, y así he más menester vuestra misericordia, para

que perdonéis la que tuviere.

     3. Lo que os pido mucho es que la que viere en sí no es para llevar

lo que aquí se acostumbra, lo diga; otros monasterios hay adonde se

sirve también el Señor; no turben estas poquitas que aquí Su Majestad

ha juntado. En otras partes hay libertad para consolarse con deudos;

aquí, si alguno[s] se admiten, es para consuelo de los mismos. Mas la

monja que deseare ver deudos para su consuelo, si no son espirituales,

téngase por imperfecta; crea no está desasida, no está sana, no tendrá

libertad de espíritu, no tendrá entera paz: menester ha médico. Y digo

que si no se le quita y sana, que no es para esta casa.

     4. El remedio que veo mejor es no verlos hasta que se vea libre y lo

alcance del Señor con mucha oración. Cuando se vea de manera que lo

tome por cruz, véalos enhorabuena, que entonces les hará provecho a

ellos y no daño a sí.


 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

35


 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Espacio Disponible


 

Santa Teresa de Jesús


 

 

 

 

 

Capítulo 9


 


Que trata del gran bien que hay en huir los deudos los que

han dejado el mundo, y cuán más verdaderos amigos hallan

 

     1. ¡Oh, si entendiésemos las religiosas el daño que nos viene de

tratar mucho con deudos, cómo huiríamos de ellos! Yo no entiendo qué

consolación es ésta que dan, aun dejado lo que toca a Dios, sino para

sólo nuestro sosiego y descanso. Que de sus recreaciones no podemos -

ni es lícito- gozar, y sentir sus trabajos, sí; ninguno dejan de llorar y

algunas veces más que los mismos. A usadas que si algún regalo hacen

al cuerpo, que lo paga bien el espíritu. De eso estáis aquí quitadas, que

como todo es en común y ninguna puede tener regalo particular, así la

limosna que las hacen es en general, y queda libre de contentarlos por

esto, que ya sabe que el Señor las ha de proveer por junto.

     2. Espantada estoy el daño que hace tratarlos; no creo lo creerá sino

quien lo tuviere por experiencia. ¡Y qué olvidada parece está el día de

hoy en las Religiones esta perfección! No sé yo qué es lo que dejamos

del mundo las que decimos que todo lo dejamos por Dios, si no nos

apartamos de lo principal, que son los parientes. Viene ya la cosa a

estado, que tienen por falta de virtud no querer y tratar mucho los

religiosos a sus deudos, y como que lo dicen ellos y alegan sus razones.

     3. En esta casa, hijas, mucho cuidado de encomendarlos a Dios, que

es razón; en lo demás, apartarlos de la memoria lo más que podamos,

porque es cosa natural asirse a ellos nuestra voluntad más que a otras

personas. Yo he sido querida mucho de ellos -a lo que decían- y yo los

quería tanto que no los dejaba olvidarme; y tengo por experiencia, en

mí y en otras, que, dejados padres (que por maravilla dejan de hacer

por los hijos, y es razón con ellos, cuando tuvieren necesidad de

consuelo -si viéremos no nos hace daño a lo principal-, no seamos

extraños, que con desasimiento se puede hacer, y con hermanos), en lo

demás, aunque me he visto en trabajos, mis deudos han sido y quien

menos ha ayudado en ellos; los siervos de Dios, sí.


 

 

36


 

Espacio Disponible


 

Camino de Perfección


 


 

     4. Creed, hermanas, que sirviéndole vosotras como debéis, que no

hallaréis mejores deudos que los que Su Majestad os enviare; yo sé que

es así, y puestas en esto -como lo vais- y entendiendo que en hacer otra

cosa faltáis al verdadero amigo y Esposo vuestro, creed que muy en

breve ganaréis esta libertad; y que de los que por sólo Él os quisieren,

podéis fiar más que de todos vuestros deudos, y que no os faltarán; y

en quien no pensáis hallaréis padres y hermanos. Porque como éstos

pretenden la paga de Dios, hacen por nosotras; los que la pretenden de

nosotras, como nos ven pobres y que en nada les podemos aprovechar,

cánsanse presto. Y aunque esto no sea en general, es lo más usado

ahora en el mundo; porque, en fin, es mundo. Quien dijere otra cosa y

que es virtud hacerla, no los creáis; que si dijese todo el daño que trae

consigo, me había de alargar mucho; y porque otros, que saben lo que

dicen mejor, han escrito en esto, baste lo dicho. Me parece que, pues

con ser tan imperfecta lo he entendido tanto, ¿qué harán los que son

perfectos?

     5. Todo este decirnos que huyamos del mundo, que nos aconsejan

los Santos, claro está que es bueno. Pues creedme que lo que -como he

dicho- más se apega de él son los deudos y más malo de desapegar. Por

eso, hacen bien los que huyen de sus tierras, si les vale, digo; que no

creo va en huir el cuerpo, sino en que determinadamente se abrace el

alma con el buen Jesús, Señor nuestro, que como allí lo halla todo, lo

olvida todo; aunque ayuda es apartamos muy grande, hasta que ya

tengamos conocida esta verdad, que después podrá ser quiera el Señor,

por darnos cruz en lo que solíamos tener gusto, que tratemos con ellos.


 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

37


 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Espacio Disponible


 

Santa Teresa de Jesús


 

 

 

 

 

Capítulo 10


 


Trata cómo no basta desasirse de lo dicho, si no nos

desasimos de nosotras mismas, y cómo están juntas esta

virtud y la humildad

 

     1. Desasiéndonos del mundo y deudos y encerradas aquí con las

condiciones que están dichas, ya parece lo tenemos todo hecho y que

no hay que pelear con nada. ¡Oh, hermanas mías!, no os aseguréis ni os

echéis a dormir, que será como el que se acuesta muy sosegado

habiendo muy bien cerrado sus puertas por miedo de ladrones y se los

deja en casa; y ya sabéis que no hay peor ladrón, pues quedamos

nosotras mismas; que si no se anda con gran cuidado y cada una -como

en negocio más importante que todos- no se mira mucho en andar

contradiciendo su voluntad, hay muchas cosas para quitar esta santa

libertad de espíritu, que pueda volar a su Hacedor sin ir cargada de

tierra y de plomo.

     2. Gran remedio es para esto traer muy continuo en el pensamiento

la vanidad que es todo y cuán presto se acaba, para quitar las

afecciones de las cosas que son tan baladíes y ponerla en lo que nunca

se ha de acabar. Y aunque parece flaco medio, viene a fortalecer

mucho el alma. Y en las muy pequeñas cosas traer gran cuidado: en

aficionándonos a alguna, procurar apartar el pensamiento de ella y

volverle a Dios, y Su Majestad ayuda. Y nos ha hecho gran merced,

que en esta casa lo más está hecho, puesto que este apartarnos de

nosotras mismas y ser contra nosotras es recia cosa, porque estamos

muy juntas y nos amamos mucho.

     3. Aquí puede entrar la verdadera humildad, porque esta virtud y

estotra me parece andan siempre juntas; son dos hermanas que no hay

para qué apartarlas. No son éstos los deudos de que yo aviso se

aparten, sino que los abracen, y las amen y nunca se vean sin ellas.

     ¡Oh, soberanas virtudes, señoras de todo lo criado, emperadoras del

mundo, libradoras de todos los lazos y enredos que pone el demonio,


 

38


Espacio Disponible


 

Camino de Perfección


 


 

tan amadas de nuestro enseñador Cristo, que nunca un punto se vio sin

ellas! Quien las tuviere bien puede salir y pelear con todo el infierno

junto y contra todo el mundo y sus ocasiones; no haya miedo de nadie,

que suyo es el reino de los cielos; no tiene a quien temer, porque nada

no se le da de perderlo todo ni lo tiene por pérdida; sólo teme

descontentar a su Dios y suplicarle las sustente en ellas, porque no las

pierda por su culpa.

     4. Verdad es que estas virtudes tienen tal propiedad, que se

esconden de quien las posee, de manera que nunca las ve ni acaba de

creer que tiene ninguna, aunque se lo digan; mas tiénelas en tanto, que

siempre anda procurando tenerlas, y las va perfeccionando en sí más,

aunque bien se señalan los que las tienen; luego se da a entender a los

que los tratan, sin querer ellos.

     Mas ¡qué desatino ponerme yo a loar humildad y mortificación,

estando tan loadas del Rey de la gloria y tan confirmadas con tantos

trabajos suyos! Pues, hijas mías, aquí es el trabajar por salir de tierra de

Egipto, que, en hallándolas, hallaréis el maná; todas las cosas os sabrán

bien; por mal sabor que al gusto de los del mundo tengan, se os harán

dulces.

     5. Ahora, pues, lo primero que hemos de procurar es quitar de

nosotras el amor de este cuerpo; que somos algunas tan regaladas de

nuestro natural, que no hay poco que hacer aquí, y tan amigas de

nuestra salud, que es cosa para alabar a Dios la guerra que dan, a

monjas en especial, y aun a los que no lo son. Mas algunas monjas no

parece que venimos a otra cosa al monasterio, sino a procurar no

morirnos; cada una lo procura como puede.

     Aquí, a la verdad, poco lugar hay de eso con la obra, mas no querría

yo hubiese el deseo. Determinaos, hermanas, que venís a morir por

Cristo y no a regalaros por Cristo; que esto pone el demonio «que [es

menester] para llevar y guardar la Orden»; y tanto, enhorabuena, se

quiere guardar la Orden con procurar la salud para guardarla y

conservarla, que se muere sin cumplirla enteramente un mes, ni por

ventura un día. Pues no sé yo a qué venimos.

     6. No hayan miedo nos falte discreción en este caso, por maravilla,


 

 

39


 

Espacio Disponible


 

Santa Teresa de Jesús



 

que luego temen los confesores nos hemos de matar con penitencias. Y

es tan aborrecido de nosotras esta falta de discreción, que así lo

cumpliésemos todo. Las que lo hicieren al contrario, yo sé que no se

les dará nada de que diga esto, ni a mí de que digan juzgo por mí, que

dicen verdad. Tengo para mí que así quiere el Señor seamos más

enfermas; al menos a mí me hizo en serlo gran misericordia, porque

como me había de regalar así como así, quiso que fuese con causa.

     Pues es cosa donosa las que andan con este tormento que ellas

mismas se dan; y algunas veces dales un deseo de hacer penitencias sin

camino ni concierto, que duran dos días, a manera de decir; después

pónelas el demonio en la imaginación que las hizo daño; hácelas temer

de la penitencia y no osar después la que manda la Orden, que ya lo

probaron. No guardamos unas cosas muy bajas de la Regla, como el

silencio -que no nos ha de hacer mal- y no nos ha dolido la cabeza,

cuando dejamos de ir al coro -que tampoco nos mata-, y queremos

inventar penitencias de nuestra cabeza para que no podamos hacer lo

uno ni lo otro. Y a las veces es poco el mal y nos parece no estamos

obligadas a hacer nada, que con pedir licencia cumplimos.

     7. Diréis que por qué la da la priora. A saber lo interior, por ventura

no [lo] haría; mas como le hacéis información de necesidad y no falta

un médico que ayuda por la misma que vos le hacéis, y una amiga que

llore al lado, o parienta, ¿qué ha de hacer? Queda con escrúpulo si falta

en la caridad; quiere más faltéis vos que ella.

     8. Estas son cosas que puede ser pasen alguna vez, y porque os

guardéis de ellas las pongo aquí; porque, si el demonio nos comienza a

amedrentar con que nos faltará la salud, nunca haremos nada. El Señor

nos dé luz para acertar en todo, amén.


 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

40


 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Espacio Disponible


 

Camino de Perfección


 

 

 

 

 

Capítulo 11


 


Prosigue en la mortificación y dice la que se ha de adquirir

en las enfermedades

 

     1. Cosa imperfecta me parece, hermanas mías, este quejarnos

siempre con livianos males; si podéis sufrirlo, no lo hagáis. Cuando es

grave el mal, él mismo se queja; es otro quejido y luego se parece.

Mirad que sois pocas y, si una tiene esa costumbre, es para traer

fatigadas a todas, si os tenéis amor y hay caridad; sino que la que

estuviere de mal que sea de veras, lo diga y tome lo necesario; que si

perdéis el amor propio, sentiréis tanto cualquier regalo, que no hayáis

miedo le toméis sin necesidad ni os quejéis sin causa. Cuando la hay,

sería muy peor no decirlo que tomarle sin ella, y muy malo si no os

apiadasen.

     2. Mas de eso, a buen seguro, que adonde hay caridad y tan pocas,

que nunca falte el cuidado de curaros. Mas unas flaquezas y malecillos

de mujeres, olvidaos de quejarlas, que algunas veces pone el demonio

imaginación de esos dolores; quítanse y pónense. Si no se pierde la

costumbre de decirlo y quejaros de todo, si no fuere a Dios, nunca

acabaréis. Porque este cuerpo tiene una falta: que mientras más le

regalan, más necesidades descubre. Es cosa extraña lo que quiere ser

regalado; y como tiene aquí algún buen color, por poca que sea la

necesidad, engaña a la pobre del alma para que no medre.

     3. Acordaos qué de pobres enfermos habrá que no tengan a quién

quejarse; pues pobres y regaladas, no lleva camino. Acordaos también

de muchas casadas -yo sé que las hay- y personas de suerte que con

graves males, por no dar enfado a sus maridos, no se osan quejar, y con

graves trabajos. Pues, ¡pecadora de mí!, sí que no venimos aquí a ser

más regaladas que ellas. ¡Oh, que estáis libres de grandes trabajos del

mundo, sabed sufrir un poquito, por amor de Dios, sin que lo sepan

todos! Pues es una mujer muy mal casada, y porque no [lo] sepa su

marido [no] lo dice y [no] se queja, pasa mucha malaventura sin


 

 

41


 

Espacio Disponible


 

Santa Teresa de Jesús


 


 

descansar con nadie, ¿y no pasaremos algo entre Dios y nosotras de los

males que nos da por nuestros pecados? ¡Cuanto más que es nonada lo

que se aplaca el mal!

     4. En todo esto que he dicho, no trato de males recios, cuando hay

calentura mucha -aunque pido haya moderación y sufrimiento siempre-

, sino unos malecillos que se pueden pasar en pie. Mas ¿qué fuera si

éste se hubiera de ver fuera de esta casa?, ¿qué dijeran todas las monjas

de mí? Y ¡qué de buena gana, si alguna se enmendara, lo sufriera yo!

Porque, por una que haya de esta suerte, viene la cosa a términos que,

por la mayor parte, no creen a ninguna, por graves males que tenga.

     Acordémonos de nuestros Padres santos pasados, ermitaños, cuya

vida pretendemos imitar: ¡qué pasarían de dolores -y qué a solas- y de

fríos y hambre y sol y calor, sin tener a quién quejarse sino a Dios!

¿Pensáis que eran de hierro? Pues tan delicados eran como nosotras. Y

creed, hijas, que, en comenzando a vencer estos corpezuelos, no nos

cansan tanto. Hartas habrá que miren lo que es menester; descuidaos de

vosotras, si no fuere a necesidad conocida. Si no nos determinamos a

tragar de una vez la muerte y la falta de salud, nunca haremos nada.

     5. Procurad de no temerla y dejaros toda en Dios, venga lo que

viniere. ¿Qué va en que muramos? De cuantas veces nos ha burlado el

cuerpo, ¿no burlaríamos alguna de él? Y creed que esta determinación

importa más de lo que podemos entender; porque de muchas veces que

poco a poco lo va[ya]mos haciendo, con el favor del Señor,

quedaremos señoras de él. Pues vencer un tal enemigo es gran negocio

para pasar en la batalla de esta vida. Hágalo el Señor como puede. Bien

creo no entiende la ganancia sino quien ya goza de la victoria, que es

tan grande -a lo que creo-, que nadie sentiría pasar trabajo por quedar

en este sosiego y señorío.


 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

42


 

 

 

 

 

 

 

 

 

Espacio Disponible


 

Camino de Perfección


 

 

 

 

 

Capítulo 12


 


Trata de cómo ha de tener en poco la vida el verdadero

amador de Dios, y la honra

 

     1. Vamos a otras cosas que también importan harto, aunque parecen

menudas. Trabajo grande parece todo -y con razón-, porque es guerra

contra nosotros mismos; mas comenzándose a obrar, obra Dios tanto

en el alma y la hace tantas mercedes, que todo le parece poco cuanto se

puede hacer en esta vida. Y pues las monjas hacemos lo más, que es

dar la libertad por amor de Dios poniéndola en otro poder, y pasan

tantos trabajos, ayunos, silencio, encerramiento, servir el coro, que por

mucho que nos queramos regalar es alguna vez, y por ventura sola yo

en muchos monasterios que he visto, pues ¿por qué nos hemos de

detener en mortificar lo interior, pues en esto está el ir todo estotro

muy más meritorio y perfecto y después obrarlo con más suavidad y

descanso? Esto se adquiere con ir -como he dicho- poco a poco, no

haciendo nuestra voluntad y apetito, aun en cosas menudas, hasta

acabar de rendir el cuerpo al espíritu.

     2. Torno a decir que está el todo o gran parte en perder cuidado de

nosotros mismos y nuestro regalo; que quien de verdad comienza a

servir al Señor, lo menos que le puede ofrecer es la vida; pues le ha

dado su voluntad, ¿qué teme? Claro está que si es verdadero religioso o

verdadero orador, y pretende gozar regalos de Dios, que no ha de

volver las espaldas a desear morir por él y pasar martirio. Pues ¿ya no

sabéis, hermanas, que la vida del buen religioso, y que quiere ser de los

allegados y amigos de Dios, es un largo martirio? Largo, porque para

compararle a los que de presto los degollaban, se puede llamar largo;

mas toda es corta la vida y algunas cortísimas. ¿Y qué sabemos si

seremos de tan corta, que desde una hora o momento que nos

determinemos a servir del todo a Dios se acabe? Posible sería; que, en

fin, todo lo que tiene fin no hay que hacer caso de ello; y, pensando

que cada hora es la postrera, ¿quién no la trabajará? Pues creedme que


 

 

43


 

Espacio Disponible


 

Santa Teresa de Jesús

 

pensar esto es lo mas seguro.


 


     3. Por eso, mostrémonos a contradecir en todo nuestra voluntad; que

si traéis cuidado -como he dicho-, sin saber cómo, poco a poco os

hallaréis en la cumbre. Mas ¡qué gran rigor parece decir no nos

hagamos placer en nada, como no se dice qué gustos y deleites trae

consigo esta contradicción y lo que se gana con ella! Aun en esta vida,

¡qué seguridad! Aquí, como todas lo usáis, estáse lo más hecho; unas a

otras se despiertan y ayudan; en esto ha cada una procurar ir adelante

de las otras.

     4. En los movimientos interiores se traiga mucha cuenta, en especial

si tocan en mayorías. Dios nos libre, por su Pasión, de decir ni pensar

para detenerse en ello: «si soy más antigua», «si he más años», «si he

trabajado más», «si tratan a la otra mejor». Estos pensamientos, si

vinieren, es menester atajarlos con presteza; que si se detienen en ellos

o lo ponen en plática, es pestilencia y de donde nacen grandes males.

Si tuvieren priora que consiente cosas de éstas, por poco que sea, crean

por sus pecados ha permitido Dios la tengan para comenzarse a perder,

y hagan gran oración porque dé el remedio, porque están en gran

peligro.

     5. Podrá ser que digan que «para qué pongo tanto en esto» y «que

va con rigor», «que regalos hace Dios a quien no está tan desasido».

Yo lo creo, que con su sabiduría infinita ve que conviene para traerlos

a que lo dejen todo por Él. No llamo «dejarlo» entrar en Religión, que

impedimentos puede haber, y en cada parte puede el alma perfecta

estar desasida y humilde; ello a más trabajo suyo, que gran cosa es el

aparejo. Mas créanme una cosa, que si hay punto de honra o de

hacienda -y esto también puede haberlo en los monasterios como fuera,

aunque más quitadas están las ocasiones y mayor sería la culpa-, que,

aunque tengan muchos años de oración -o, por mejor decir,

consideración, porque oración perfecta, en fin, quita estos resabios-,

que nunca medrarán mucho ni llegarán a gozar el verdadero fruto de la

oración.

     6. Mirad si os va algo, hermanas, en estas cosas, pues no estáis aquí

a otra cosa. Vosotras no quedáis más honradas, y el provecho perdido


 

 

44


 

Espacio Disponible


 

Camino de Perfección


 


 

para lo que podríais más ganar; así que deshonra y pérdida cabe aquí

junto.

     Cada una mire en sí lo que tiene de humildad y verá lo que está

aprovechada. Me parece que al verdadero humilde, aun de primer

movimiento, no osará el demonio tentarle en cosa de mayorías; porque,

como es tan sagaz, teme el golpe. Es imposible, si uno es humilde, que

no gane más fortaleza en esa virtud y aprovechamiento, si el demonio

le tienta por ahí; porque está claro que ha de dar vuelta sobre su vida, y

mirar lo que ha servido con lo que debe al Señor, y las grandezas que

hizo en bajarse a sí para dejarnos ejemplo de humildad, y mirar sus

pecados y adónde merecía estar por ellos. Sale el alma tan gananciosa,

que no osa tornar otro día por no ir quebrada la cabeza.

     7. Este consejo tomad de mí y no se os olvide; que no sólo en lo

interior -que sería gran mal no quedar con ganancia-, mas en lo exterior

procurad la saquen las hermanas de vuestra tentación; si queréis

vengaros del demonio y libraros más presto de la tentación, que así

como os venga, pidáis a la prelada que os mande hacer algún oficio

bajo o, como pudiereis, los hagáis vos y andéis estudiando en esto

cómo doblar vuestra voluntad en cosas contrarias, que el Señor os las

descubrirá, y con esto durará poco la tentación. Dios nos libre de

personas que le quieren servir, acordarse de honra. Mirad que es mala

ganancia, y -como he dicho- la misma honra se pierde con desearla, en

especial en las mayorías, que no hay tóxico en el mundo que así mate

como estas cosas la perfección.

     8. Diréis «que son cosillas naturales», «que no hay que hacer caso».

No os burléis con eso, que crece como espuma, y no hay cosa pequeña

en tan notable peligro como son estos puntos de honra y mirar si nos

hicieron agravio. ¿Sabéis por qué, sin otras hartas cosas? Por ventura

en una comienza por poco y no es casi nada, y luego mueve el demonio

a que al otro le parezca mucho, y aun pensará es carida[d] decirle que

cómo consiente aquel agravio, que Dios le dé paciencia, que se lo

ofrezcáis, que no sufriera más un santo. Pone un caramillo en la lengua

de la otra, que ya que acabáis con vos de sufrir, quedáis aún tentada de

vanagloria de lo que no sufristeis con la perfección que se había de


 

 

45


 

Espacio Disponible


 

Santa Teresa de Jesús

 

sufrir.


 


     9. Y es esta nuestra naturaleza tan flaca, que aun diciéndonos que

no hay que sufrir, pensamos hemos hecho algo y lo sentimos, ¡cuánto

más ver que lo sienten por nosotras! Y así va perdiendo el alma las

ocasiones que había tenido para merecer, y queda más flaca y abierta la

puerta al demonio para que otra vez venga con otra cosa peor; y aun

podrá acaecer, aun cuando vos queráis sufrirlo, que vengan a vos y os

dirán «que si sois bestia», «que bien es que se sientan las cosas». ¡Oh,

por amor de Dios, hermanas mías!, que a ninguna le mueva indiscreta

caridad para mostrar lástima de la otra en cosa que toque a estos

fingidos agravios, que es como la que tuvieron los amigos del santo

Job con él y su mujer.


 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

46


 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Espacio Disponible


 

Camino de Perfección


 

 

 

 

 

Capítulo 13



Prosigue en la mortificación, y cómo ha de huir de los

puntos y razones del mundo para llegarse a la verdadera

razón

 

     1. Muchas veces os lo digo, hermanas, y ahora lo quiero dejar

escrito aquí, porque no se os olvide, que en esta casa -y aun toda

persona que quisiere ser perfecta huya mil leguas de «razón tuve», «me

hicieron sinrazón», «no tuvo razón quien esto hizo conmigo»; ¡de

malas razones nos libre Dios! ¿Parece que había razón para que nuestro

buen Jesús sufriese tantas injurias y se las hiciesen y tantas sinrazones?

La que no quisiere llevar cruz, sino la que le dieren muy puesta en

razón, no sé yo para qué está en el monasterio; tórnese al mundo

adonde aun no le guardarán esas razones. ¿Por ventura podéis pasar

tanto que no debáis más? ¿Qué razón es ésta? Por cierto, yo no la

entiendo.

     2. Cuando nos hicieren alguna honra o regalo o buen tratamiento,

saquemos esas razones, que cierto es contra razón nos le hagan en esta

vida; mas cuando agravios -que así los nombran sin hacernos agravio-,

yo no sé qué hay que hablar. O somos esposas de tan gran Rey, o no. Si

lo somos, ¿qué mujer honrada hay que no participe de las deshonras

que a su esposo hacen, aunque no lo quiera por su voluntad? En fin, de

honra o deshonra participan entrambos. Pues tener parte en su reino y

gozarle, y de las deshonras y trabajos querer quedar sin ninguna parte,

es disparate.

     3. No nos lo deje Dios querer, sino que la que le pareciere es tenida

entre todas en menos, se tenga por más bienaventurada; y así lo es, si

lo lleva como lo ha de llevar, que no le faltará honra en esta vida ni en

la otra; créanme esto a mí. Mas ¡qué disparate he dicho, que me crean a

mí, diciéndolo la misma Sabiduría! Parezcámonos, hijas mías, en algo

a la gran humildad de la Virgen Sacratísima, cuyo hábito traemos, que

es confusión nombrarnos monjas suyas; que por mucho que nos


 

47


Espacio Disponible


 

Santa Teresa de Jesús


 


 

parezca nos humillamos, quedamos bien cortas para ser hijas de tal

Madre y esposas de tal Esposo. Así que, si las cosas dichas no se atajan

con diligencia, lo que hoy no parece nada, mañana por ventura será

pecado venial; y es de tan mala digestión, que si os dejáis, no quedará

solo; es cosa muy mala para congregaciones.

     4. En esto habíamos de mirar mucho las que estamos en ella, por no

dañar a las que trabajan por hacernos bien y darnos buen ejemplo. Y si

entendiésemos cuán gran daño se hace en que se comience una mala

costumbre, más querríamos morir que ser causa de ello; porque es

muerte corporal, y pérdidas en las almas es gran pérdida y que no

parece se acaba de perder; porque, muertas unas, vienen otras, y a

todas por ventura les cabe más parte de una mala costumbre que

pusimos que de muchas virtudes; porque el demonio no la deja caer, y

las virtudes la misma flaqueza natural las hace perder.

     5. ¡Oh, qué grandísima caridad haría y que gran servicio a Dios la

monja que en sí viese que no puede llevar las costumbres que hay en

esta casa, conocerlo e irse! Y mire que le cumple, si no quiere tener un

infierno acá y plega a Dios no sea otro allá, porque hay muchas causas

para temer esto, y por ventura ella ni las demás no lo entenderán como

yo.

     6. Créanme en esto -y si no, el tiempo les doy por testigo-, porque el

estilo que pretendemos llevar es no sólo de ser monjas, sino ermitañas,

y así se desasen de todo lo criado, y a quien el Señor ha escogido para

aquí particularmente veo la hace esta merced. Aunque ahora no sea en

toda perfección, se ve que va ya a ella por el gran contento que le da y

alegría ver que no ha de tornar a tratar con cosa de la vida, y el sabor

[en] todas las de la Religión.

     Torno a decir que si inclina a cosas del mundo, que se vaya, si no se

ve ir aprovechando; e irse -si todavía quiere ser monja- a otro

monasterio; y si no, verá cómo le sucede. No se queje de mí, que

comencé éste, porque no la aviso.

     7. Esta casa es un cielo, si le puede haber en la tierra, para quien se

contenta sólo de contentar a Dios y no hace caso de contento suyo; se

tiene muy buena vida; en queriendo algo más, se perderá todo, porque


 

 

48


 

Espacio Disponible


 

Camino de Perfección



 

no lo puede tener; y alma descontenta es como quien tiene gran hastío,

que, por bueno que sea el manjar, la da en rostro, y de lo que los sanos

toman gran gusto en comer, le hace asco en el estómago. En otra parte

se salvará mejor y podrá ser que, poco a poco, llegue a la perfección

que aquí no pudo sufrir por tomarse por junto. Que aunque en lo

interior se aguarde tiempo para del todo desasirse y mortificarse, en lo

exterior ha de ser luego; y a quien, con ver que todas lo hacen y con

andar en tan buena compañía siempre, no le aprovecha en un año, temo

que no aprovechará en muchos, más, sino menos. No digo que sea tan

cumplidamente como en las otras, mas que se entienda va cobrando

salud, que luego se ve cuando el mal es mortal.


 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

49


 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Espacio Disponible


 

Santa Teresa de Jesús


 

 

 

 

 

Capítulo 14



En que trata lo mucho que importa no dar profesión a

ninguna que vaya contrario su espíritu de las cosas que

quedan dichas

 

     1. Bien creo que favorece el Señor mucho a quien bien se

determina, y, por eso, se ha de mirar qué intento tiene la que entra, no

sea sólo por remediarse, como acaecerá a muchas, puesto que el Señor

puede perfeccionar este intento, si es persona de buen entendimiento,

que si no, en ninguna manera se tome; porque ni ella se entenderá

cómo entra, ni después a las que la quisieren poner en lo mejor. Porque

-por la mayor parte- quien esta falta tiene siempre les parece atinan

más lo que les conviene que los más sabios; y es mal que le tengo por

incurable, porque por maravilla deja de traer consigo malicia. Adonde

hay muchas se podrá tolerar, y entre tan pocas no se podrá sufrir.

     2. Un buen entendimiento, si se comienza a aficionar al bien, se ase

a él con fortaleza, porque ve es lo más acertado; y cuando no

aproveche para mucho espíritu, aprovechará para buen consejo y para

hartas cosas, sin cansar a nadie. Cuando éste falta, yo no sé para qué

puede aprovechar en comunidad, y podría dañar harto. Esta falta no se

ve muy en breve, porque muchas hablan bien y entienden mal, y otras

hablan corto y no muy cortado, y tienen entendimiento para mucho

bien. Que hay unas simplicidades santas, que saben poco para negocios

y estilo de mundo y mucho para tratar con Dios. Por eso, es menester

gran información para tomarlas y larga probación para hacerlas

profesas. Entienda una vez el mundo que tenéis libertad para echarlas,

que en monasterio donde hay asperezas, muchas ocasiones hay y,

como se use, no lo tendrán por agravio.

     3. Digo esto, porque son tan desventurados estos tiempos y tanta

nuestra flaqueza, que no basta tenerlo por mandamiento de nuestros

pasados, para que dejemos de mirar lo que han tomado por honra los

presentes para no agraviar los deudos. Plega a Dios no lo paguemos en


 

50


Espacio Disponible


 

Camino de Perfección



 

la otra vida las que las admitimos, que nunca falta un color con que nos

hacemos entender se sufre hacerlo.

     4. Y éste es un negocio que cada una por sí le había de mirar y

encomendar a Dios y animar a la prelada, pues es cosa que tanto

importa. Y así suplico a Dios en ello os dé luz, que harto bien tenéis en

no recibir dotes, que adonde se toman podría acaecer que, por no tornar

a dar el dinero -que ya no lo tienen-, dejen el ladrón en casa que les

robe el tesoro, que no es pequeña lástima. Vosotras, para en este caso,

no la tengáis de nadie, porque será dañar a quien pretendéis hacer

provecho.


 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

51


 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Espacio Disponible


 

Santa Teresa de Jesús


 

 

 

 

 

Capítulo 15


 


Que trata del gran bien que hay en no disculparse, aunque

se vean condenar sin culpa

 

     1. Confusión grande me hace lo que os voy a persuadir, porque

había de haber obrado siquiera algo de lo que os digo en esta virtud; es

así que yo confieso haber aprovechado muy poco. Jamás me parece me

falta una causa para parecerme mayor virtud dar disculpa; como

algunas veces es lícito y sería mal no hacerlo, no tengo discreción -o,

por mejor decir, humildad- para hacerlo cuando conviene. Porque,

verdaderamente, es de gran humildad verse condenar sin culpa y callar,

y es gran imitación del Señor que nos quitó todas las culpas. Y así os

ruego mucho traigáis en esto gran estudio, porque trae consigo grandes

ganancias; y en procurar nosotras mismas librarnos de culpa, ninguna,

ninguna veo, si no es -como digo- en algunos casos que podría causar

enojo o escándalo no decir la verdad; esto quien tuviere más discreción

que yo lo entenderá.

     2. Creo va mucho en acostumbrarse a esta virtud, o en procurar

alcanzar del Señor verdadera humildad, que de aquí debe venir; porque

el verdadero humilde ha de desear con verdad ser tenido en poco y

perseguido y condenado sin culpa, aun en cosas graves. Porque, si

quiere imitar al Señor, ¿en qué mejor puede que en esto? Que aquí no

son menester fuerzas corporales ni ayuda de nadie, sino de Dios.

     3. Estas virtudes grandes, hermanas mías, querría yo estudiásemos

mucho e hiciésemos penitencia, que en demasiadas penitencias ya

sabéis os voy a la mano, porque pueden hacer daño a la salud, si son

sin discreción. En estotro no hay que temer, porque por grandes que

sean las virtudes interiores, no quitan las fuerzas del cuerpo para servir

la Religión, sino fortalecen el alma; y de cosas muy pequeñas se

pueden -como he dicho otras veces- acostumbrar para salir con victoria

en las grandes. En éstas no he yo podido hacer esta prueba, porque

nunca oí decir cosa mala de mí que no viese quedaban cortos; porque,


 

 

52


 

Espacio Disponible


 

Camino de Perfección



 

aunque no era en las mismas cosas, tenía ofendido a Dios en otras

muchas, y me parecía habían hecho harto en dejar aquéllas; y siempre

me huelgo yo más que digan de mí lo que no es, que no las verdades.

     4. Ayuda mucho traer consideración de lo mucho que se gana por

todas vías y cómo nunca -bien mirado- nunca nos culpan sin culpas,

que siempre andamos llenas de ellas, pues cae siete veces al día el

justo, y sería mentira decir no tenemos pecado. Así que, aunque no sea

en lo mismo que nos culpan, nunca estamos sin culpa del todo, como lo

estaba el buen Jesús.

     5. ¡Oh, Señor mío!, cuando pienso por qué de maneras padecisteis y

cómo por ninguna lo merecíais, no sé que me diga de mí, ni dónde tuve

el seso cuando no deseaba padecer, ni adónde estoy cuando me

disculpo. Ya sabéis Vos, Bien mío, que si tengo algún bien, que no es

dado por otras manos sino por las vuestras. Pues, ¿qué os va, Señor,

más en dar mucho que poco? Si es por no merecerlo yo, tampoco

merecía las mercedes que me habéis hecho. ¿Es posible que he yo de

querer que sienta nadie bien de cosa tan mala, habiendo dicho tantos

males de Vos, que sois bien sobre todos los bienes? No se sufre, no se

sufre, Dios mío -ni querría yo lo sufrieseis Vos-, que haya en vuestra

sierva cosa que no contente a vuestros ojos. Pues mirad, Señor, que los

míos están ciegos y se contentan de muy poco. Dadme Vos luz y haced

que con verdad desee que todos me aborrezcan, pues tantas veces os he

dejado a Vos, amándome con tanta fidelidad.

     6. ¿Qué es esto, mi Dios? ¿Qué pensamos sacar de contentar a las

criaturas? ¿Qué nos va en ser muy culpadas de todas ellas, si delante

del Señor estamos sin culpa? ¡Oh, hermanas mías, que nunca acabamos

de entender esta verdad, y así nunca acabaremos de estar perfectas, si

mucho no la andamos considerando y pensando qué es lo que es y qué

es lo que no es!

     Pues cuando no hubiese otra ganancia, sino la confusión que le

quedará a la persona que os hubiere culpado de ver que vos sin ella os

dejáis condenar, es grandísimo; más levanta una cosa de éstas a las

veces el alma que diez sermones. Pues todas hemos de procurar de ser

predicadoras de obras, pues el Apóstol y nuestra inhabilidad nos quita


 

 

53


 

Espacio Disponible


 

Santa Teresa de Jesús

 

que lo seamos en las palabras.


 


     7. Nunca penséis ha de estar secreto el mal o el bien que hiciereis,

por encerradas que estéis. ¿Y pensáis que, aunque vos, hija, no os

disculpéis, ha de faltar quien torne de vos? Mirad cómo respondió el

Señor por la Magdalena en casa del Fariseo y cuando su hermana la

culpaba. No os llevará por el rigor que a Sí, que ya al tiempo que tuvo

un ladrón que tornase por Él, estaba en la cruz; así que Su Majestad

moverá a quien torne por vosotras, y cuando no, no será menester. Esto

yo lo he visto y es así, aunque no querría se os acordase, sino que os

holgaseis de quedar culpadas, y el provecho que veréis en vuestra alma

-el tiempo os doy por testigo-; porque se comienza a ganar libertad y

no se da más que digan mal que bien, antes parece es negocio ajeno; y

es como cuando están hablando dos personas y, como no es con

nosotras mismas, estamos descuidadas de la respuesta; así es acá: con

la costumbre que está hecha de que no hemos de responder, no parece

hablan con nosotras.

     Parecerá esto imposible a los que somos muy sentidos y poco

mortificados. A los principios, dificultoso es; mas yo sé que se puede

alcanzar esta libertad y negación y desasimiento de nosotros mismos,

con el favor del Señor.


 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

54


 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Espacio Disponible


 

Camino de Perfección


 

 

 

 

 

Capítulo 16


 


De la diferencia que ha de haber en la perfección de la vida

de los contemplativos a los que se contentan con oración

mental y cómo es posible algunas veces subir Dios un alma

distraída a perfecta contemplación y la causa de ello

 

     1. Así que, hijas, si queréis que os diga el camino para llegar a la

contemplación, sufrid que sea un poco larga en cosas aunque no os

parezcan luego tan importantes -aunque, a mi parecer, no lo dejan de

ser-, y si no las queréis oír ni obrar, quedaos con vuestra oración

mental toda vuestra vida, que yo os aseguro a vosotras y a todas las

personas que pretendieren este bien -ya puede ser yo me engañe,

porque juzgo por mí que lo procuré veinte años- que no lleguéis a

verdadera contemplación.

     2. Quiero ahora declarar -porque algunas no lo entenderéis- qué es

oración mental y plega a Dios que ésta tengamos como se ha de tener;

mas también he miedo que se tiene con harto trabajo, si no se procuran

las virtudes, aunque no en tan alto grado como para la contemplación

son menester. Digo que no vendrá el Rey de la gloria a nuestra alma -

digo a estar unido a ella-, si no nos esforzamos a ganar las virtudes

grandes. Lo quiero declarar, porque si en alguna cosa que no sea

verdad me tomáis, no creeréis cosa; y tendríais razón si fuese con

advertencia, mas no me dé Dios tal lugar; será no saber más, o no

entenderlo. Quiero, pues, decir que algunas veces querrá Dios a

personas que estén en mal estado hacerles tan gran favor para sacarlas

por este medio de las manos al demonio.

     3. ¡Oh, Señor mío, qué de veces os hacemos andar a brazos con el

demonio! ¿No bastara que os dejasteis tomar en ellos cuando os llevó

al pináculo, para enseñarnos a vencerle? Mas, ¡qué sería, hijas, ver

junto a aquel Sol con las tinieblas y qué temor llevaría aquel

desventurado sin saber de qué, que no permitió Dios lo entendiese!

Bendita sea tanta piedad y misericordia, que vergüenza habíamos de


 

55


Espacio Disponible


 

Santa Teresa de Jesús


 


 

haber los cristianos de hacerle andar cada día a brazos -como he dicho-

con tan sucia bestia. Bien fue menester, Señor, los tuvieseis tan fuertes;

mas ¿cómo no os quedaron flacos de tantos tormentos como pasasteis

en la cruz? ¡Oh, que todo lo que se pasa con amor torna a soldarse! Y

así creo, si quedarais con la vida, el mismo amor que nos tenéis tornara

a soldar vuestras llagas, que no fuera menester otra medicina. ¡Oh,

Dios mío, y quién la pusiese tal en todas las cosas que me diesen pena

y trabajos! Que de buena gana las desearía, si tuviese cierto ser curada

con tal saludable ungüento.

     4. Tornando a lo que decía, hay almas que entiende Dios que por

este medio las puede granjear para Sí; ya que las ve del todo perdidas,

quiere su Majestad que no quede por Él; y aunque estén en mal estado

y faltas de virtudes, le da gustos y regalos y ternura que la comienza a

mover los deseos, y aun la pone en contemplación algunas veces,

pocas, y dura poco. Y esto -como digo- hace porque las prueba si con

aquel favor se querrán disponer a gozarle muchas veces; mas si no se

dispone, perdonen -o perdonadnos Vos, Señor, por mejor decir-, que

harto mal es que os lleguéis Vos a un alma de esta suerte y se llegue

ella después a cosa de la tierra para atarse a ella.

     5. Tengo para mí que hay muchos con quien Dios nuestro Señor

hace esta prueba, y pocos los que se disponen para gozar de esta

merced; que cuando el Señor la hace y no queda por nosotros, tengo

por cierto que nunca cesa de dar hasta llegar a muy alto grado. Cuando

no nos damos a Su Majestad con la determinación que Él se da a

nosotros, harto hace de dejarnos en oración mental y visitarnos de

cuando en cuando, como a criados que están en su viña; mas estotros

son hijos regalados, no los querría quitar cabe de sí, ni los quita,

porque ya ellos no se quieren quitar; los sienta a su mesa, les da de lo

que come hasta quitar el bocado de la boca para dársele.

     6. ¡Oh, dichoso cuidado, hijas mías! ¡Oh, bienaventurada dejación

de cosas tan pocas y tan bajas, que llega a tan gran estado! Mirad qué

se os dará -estando en los brazos de Dios- que os culpe todo el mundo.

Poderoso es para libraros de todo, que una vez que mandó hacer el

mundo, fue hecho; su querer es obra. Pues no hayáis miedo que, si no


 

 

56


 

Espacio Disponible


 

Camino de Perfección



 

es para más bien del que le ama, consienta hablar contra vos; no quiere

tan poco a quien le quiere. Pues ¿por qué, mis hermanas, no le

mostraremos nosotras -en cuanto podemos- el amor? Mirad que es

hermoso trueco dar nuestro amor por el suyo; mirad que lo puede todo

y acá no podemos nada, sino lo que Él nos hace poder. Pues, ¿qué es

esto que hacemos por Vos, Señor, Hacedor nuestro? Que es tanto como

nada, una determinacioncilla. Pues si lo que no es nada quiere Su

Majestad que merezcamos por ello el todo, no seamos desatinadas.

     7. ¡Oh, Señor! que todo el daño nos viene de no tener puestos los

ojos en Vos, que si no mirásemos otra cosa sino al camino, presto

llegaríamos; mas damos mil caídas y tropiezos y erramos el camino por

no poner los ojos -como digo- en el verdadero camino. Parece que

nunca se anduvo, según se nos hace nuevo. Cosa es para lastimar, por

cierto, lo que algunas veces pasa. Pues tocar en un puntito de ser

menos no se sufre, ni parece se ha de poder sufrir; luego dicen: «¡no

somos santos!»

     8. Dios nos libre, hermanas, cuando algo hiciéremos no perfecto

decir: «no somos ángeles», «no somos santas». Mirad que, aunque no

lo somos, es gran bien pensar, si nos esforzamos, lo podríamos ser,

dándonos Dios la mano; y no hayáis miedo que quede por Él, si no

queda por nosotras. Y pues no venimos aquí a otra cosa, manos a [la]

labor -como dicen-; no entendamos cosa en que se sirve más el Señor

que no presumamos salir con ella, con su favor. Esta presunción

querría yo en esta casa, que hace siempre crecer la humildad: tener una

santa osadía, que Dios ayuda a los fuertes y no es aceptador de

personas.

     9. Mucho me he divertido; quiero tornar a lo que decía, que es

declarar qué es oración mental y contemplación. Impertinente parece,

mas para vosotras todo pasa; podrá ser lo entendáis mejor por mi

grosero estilo que por otros elegantes. El Señor me dé favor para ello,

amén.


 

 

 

 

 

 

57


 

 

 

 

 

Espacio Disponible


 

Santa Teresa de Jesús


 

 

 

 

 

Capítulo 17


 


De cómo no todas las almas son para contemplación y

cómo algunas llegan a ella tarde, y que el verdadero

humilde ha de ir contento por el camino que le llevare el

Señor

 

     1. Parece que me voy entrando en la oración y me falta un poco por

decir, que importa mucho, porque es de la humildad y es necesario en

esta casa; porque es el ejercicio principal de oración, y -como he dicho-

cumple mucho tratéis de entender cómo ejercitaros mucho en la

humildad. Y éste es un gran punto de ella y muy necesario para todas

las personas que se ejercitan en oración: ¿cómo podrá el verdadero

humilde pensar que es él tan bueno como los que llegan a ser

contemplativos? Que Dios le puede hacer tal, sí, por su bondad y

misericordia; mas -de mi consejo- siempre se siente en el más bajo

lugar, que así nos dijo el Señor lo hiciésemos y nos lo enseñó por la

obra. Dispóngase para si Dios le quisiere llevar por ese camino; cuando

no, para eso es la humildad, para tenerse por dichosa en servir a las

siervas del Señor y alabarle, porque, mereciendo ser sierva de los

demonios en el infierno, la trajo Su Majestad entre ellas.

     2. No digo esto sin gran causa, porque -como he dicho- es cosa que

importa mucho entender que no a todos lleva Dios por un camino; y,

por ventura, el que le pareciere va por muy más bajo está más alto a los

ojos del Señor. Así que, no porque en esta casa todas traten de oración

han de ser todas contemplativas; es imposible. Y será gran

desconsolación para la que no lo es no entender esta verdad, que esto

es cosa que lo da Dios; y pues no es necesario para la salvación, ni nos

lo pide de premio, no piense que lo pedirá nadie; que por eso no dejará

de ser muy perfecta, si hace lo que queda dicho. Antes podrá ser tenga

mucho más mérito, porque es a más trabajo suyo y la lleva el Señor

como a fuerte y la tiene guardado junto todo lo que aquí no goza. No

por eso desmaye ni deje la oración y de hacer lo que todas, que a las


 

58


Espacio Disponible


 

Camino de Perfección


 


 

veces viene el Señor muy tarde y paga tan bien y tan por junto como en

muchos años ha ido dando a otros.

     3. Yo estuve más de catorce que nunca podía tener aun meditación

sino junto con lección. Habrá muchas personas de este arte, y otras

que, aunque sea con la lección, no puedan tener meditación, sino rezar

vocalmente, y aquí se detienen más. Hay pensamientos tan ligeros que

no pueden estar en una cosa, sino siempre desasosegados y en tanto

extremo que, si quieren detenerle a pensar en Dios, se les va a mil

disparates y escrúpulos y dudas.

     Yo conozco una persona bien vieja, de harto buena vida, penitente y

muy sierva de Dios, y gasta hartas horas -hartos años ha- en oración

vocal, y en mental no hay remedio; cuando más puede, poco a poco en

las oraciones vocales se va deteniendo. Y otras personas hay hartas de

esta manera y, si hay humildad, no creo yo saldrán peor libradas al

cabo, sino muy en igual de los que llevan muchos gustos, y con más

seguridad en parte; porque no sabemos si los gustos son de Dios o si

los pone el demonio. Y si no son de Dios, es más peligro, porque en lo

que él trabaja aquí es en poner soberbia; que si son de Dios, no hay que

temer; consigo traen la humildad, como escribí muy largo en el otro

libro.

     4. Estotros andan con humildad, sospechosos que es por su culpa,

siempre con cuidado de ir adelante. No ven a otros llorar una lágrima,

que, si ella no las tiene, no le parezca está muy atrás en el servicio de

Dios, y debe estar por ventura muy más adelante; porque no son las

lágrimas, aunque son buenas, todas perfectas; y la humildad y

mortificación y desasimiento y otras virtudes, siempre hay más

seguridad. No hay que temer, ni hayáis miedo que dejéis de llegar a la

perfección como los muy contemplativos.

     5. Santa era santa Marta, aunque no dicen era contemplativa; pues

¿qué más queréis que poder llegar a ser como esta bienaventurada, que

mereció tener a Cristo nuestro Señor tantas veces en su casa y darle de

comer y servirle y comer a su mesa? Si se estuviera como la

Magdalena, embebidas, no hubiera quien diera de comer a este divino

Huésped. Pues pensad que es esta Congregación la casa de santa Marta


 

 

59


 

Espacio Disponible


 

Santa Teresa de Jesús


 


 

y que ha de haber de todo; y las que fueren llevadas por la vida activa

no murmuren a las que a mucho se embebieren en la contemplación,

pues saben ha de tornar el Señor de ellas, aunque callen, que -por la

mayor parte- hace descuidar de sí y de todo.

     6. Acuérdense que es menester quien le guise la comida, y ténganse

por dichosas en andar sirviendo con Marta; miren que la verdadera

humildad está mucho en estar muy prontos en contentarse con lo que el

Señor quisiere hacer de ellos y siempre hallarse indignos de llamarse

sus siervos. Pues si contemplar y tener oración mental y vocal y curar

enfermos y servir en las cosas de casa y trabajar -sea en lo más bajo-,

todo es servir al Huésped que se viene con nosotras a estar y a comer y

recrear, ¿qué más se nos da en lo uno que en lo otro?

     7. No digo yo que quede por nosotras, sino que lo probéis todo,

porque no está esto en vuestro escoger, sino en el del Señor; mas si

después de muchos años quisiere a cada una para su oficio, gentil

humildad será querer vosotras escoger. Dejad hacer al Señor de la casa;

sabio es, poderoso es, entiende lo que os conviene y lo que le conviene

a Él también.

     Estad seguras que, haciendo lo que es en vosotras y aparejándoos

para contemplación con la perfección que queda dicha, que si Él no os

la da -lo que creo no dejará de dar, si es de veras el desasimiento y

humildad-, que os tiene guardado este regalo para dároslo junto en el

cielo, y que -como otra vez he dicho- os quiere llevar como a fuertes,

dándoos acá cruz como siempre Su Majestad la tuvo. ¿Y qué mejor

amistad que querer lo que quiso para Sí para vos? Y pudiera ser no

tuvierais tanto premio en la contemplación. Juicios son suyos, no hay

que meternos en ellos; harto bien es que no quede a nuestro escoger,

que luego -como nos parece más descanso- fuéramos todos grandes

contemplativos. ¡Oh, gran ganancia no querer ganar por nuestro

parecer para no temer pérdida, pues nunca permite Dios la tenga el

bien mortificado, sino para ganar más!


 

 

 

 

 

 

60


 

 

 

 

 

Espacio Disponible


 


Grupo

ViveTuFeCatolica
Este sitio web fue creado de forma gratuita con PaginaWebGratis.es. ¿Quieres también tu sitio web propio?
Registrarse gratis