¡Dios te salve María!
 

Camino de Perfección



 

corrida por ello, y tened en muy poco lo que habéis dado, pues tanto

habéis de recibir.

     2. Me parece ahora a mí -debajo de otro mejor parecer- que, visto el

buen Jesús lo que había dado por nosotros y cómo nos importa tanto

darlo y la gran dificultad que había -como está dicho-, por ser nosotros

tales y tan inclinados a cosas bajas y de tan poco amor y ánimo, que

era menester ver el suyo para despertarnos, y no una vez, sino cada día,

que aquí se debía de determinar de quedarse con nosotros. Y como era

cosa tan grave y de tanta importancia, quiso que viniese de la mano del

Eterno Padre. Porque, aunque son una misma cosa y sabía que lo que

Él hiciese en la tierra lo haría Dios en el cielo y lo tendría por bueno -

pues su voluntad y la de su Padre era una-, era tanta la humildad del

buen Jesús que quiso como pedir licencia, porque ya sabía era amado

del Padre y que se deleitaba en Él. Bien entendió que pedía más en esto

que ha pedido en lo demás, porque ya sabía la muerte que le habían de

dar, y las deshonras y afrentas que había de padecer.

     3. Pues ¿qué padre hubiera, Señor, que habiéndonos dado a su hijo -

¡y tal hijo!- y parándole tal, quisiera consentir se quedara entre

nosotros cada día a padecer? -Por cierto, ninguno, Señor, sino el

vuestro: bien sabéis a quién pedís.

     ¡Oh, válgame Dios, qué gran amor del Hijo, y qué gran amor del

Padre! Aun no me espanto tanto del buen Jesús, porque, como había ya

dicho fiat voluntas tua, habíalo de cumplir como quien es. ¡Sí, que no

es como nosotros! Pues como sabe la cumple con amarnos como a Sí,

así andaba a buscar cómo cumplir con mayor cumplimiento -aunque

fuese a su costa- este mandamiento. Mas Vos, Padre Eterno, ¿cómo lo

consentisteis? ¿Por qué queréis cada día ver en tan ruines manos a

vuestro Hijo? Ya que una vez quisisteis lo estuviese y lo consentisteis,

ya veis cómo le pararon. ¿Cómo puede vuestra piedad cada día, cada

día, verle hacer injurias? ¡Y cuántas se deben hoy hacer a este

Santísimo Sacramento! ¡En qué de manos enemigas suyas le debe de

ver el Padre! ¡Qué de desacatos de estos herejes!

     4. ¡Oh, Señor eterno! ¿Cómo aceptáis tal petición? ¿Cómo lo

consentís? No miréis su amor, que a trueco de hacer cumplidamente


 

 

121


 

Espacio Disponible


 

Santa Teresa de Jesús


 


 

vuestra voluntad y de hacer por nosotros, se dejará cada día hacer

pedazos. Es vuestro de mirar, Señor mío, ya que a vuestro Hijo no se le

pone cosa delante ¿Por qué ha de ser todo nuestro bien a su costa?

¿Porque calla a todo y no sabe hablar por sí, sino por nosotros? Pues,

¿no ha de haber quien hable por este amantísimo Cordero?

     He mirado yo cómo en esta petición sola duplica las palabras,

porque dice primero y pide que le deis este pan cada día, y torna a

decir dádnoslo hoy, Señor. Pone también delante a su Padre. Es como

decirle que ya una vez nos le dio para que muriese por nosotros, que ya

nuestro es; que no nos le torne a quitar hasta que se acabe el mundo;

que le deje servir cada día. Esto os enternezca el corazón, hijas mías,

para amar a vuestro Esposo, que no hay esclavo que de buena gana

diga que lo es, y que el buen Jesús parece se honra de ello.

     5. ¡Oh, Padre eterno! ¡Qué mucho merece esta humildad! ¿Con qué

tesoro compramos a vuestro Hijo? Venderle, ya sabemos que por

treinta dineros; mas para comprarle, no hay precio que baste. Como se

hace aquí una cosa con nosotros, por la parte que tiene de nuestra

naturaleza, y como señor de su voluntad lo acuerda a su Padre que -

pues es suya- que nos la puede dar; y así, dice: pan nuestro. No                  hace

diferencia de Él a nosotros, mas hacémosla nosotros de Él, para no nos

dar cada día por Su Majestad.


 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

122


 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Espacio Disponible


 

Camino de Perfección


 

 

 

 

 

Capítulo 34


 


Prosigue en la misma materia. Es muy bueno para después

de haber recibido el Santísimo Sacramento

 

     1. Pues en esta petición,     de cada día parece que «para siempre».

Estando yo pensando por qué, después de haber dicho el Señor:                 cada

día, tornó a decir: dánoslo hoy,          ser nuestro cada día, me parece a mí,

porque acá le poseemos en la tierra y le poseeremos también en el

cielo, si nos aprovechamos bien de su compañía; pues no se queda para

otra cosa con nosotros, sino para ayudarnos y animarnos y sustentarnos

a hacer esta voluntad que hemos dicho se cumpla en nosotros.

     2. El decir hoy me parece es para un día, que es mientras durare el

mundo, no más. ¡Y bien un día! Y para los desventurados que se

condenan, que no le gozarán en la otra, no es a su culpa si se dejan

vencer, que Él no los deja de animar hasta el fin de la batalla. No

tendrán con qué disculparse ni quejarse del Padre porque se le tomó al

mejor tiempo. Y así le dice su Hijo que, pues no es más de un día, se le

deje ya pasar en servidumbre; que pues Su Majestad ya nos le dio y

envió al mundo por sola su voluntad, que Él quiere ahora por la suya

propia no desampararnos, sino estarse aquí con nosotros para más

gloria de sus amigos y pena de sus enemigos. Que no pide más de hoy,

ahora nuevamente; que el habernos dado este pan sacratísimo para

siempre,   cierto lo tenemos. Su Majestad nos le dio -como he dicho-

este mantenimiento y maná de la Humanidad, que le hallamos como

queremos, y que, si no es por nuestra culpa, no moriremos de hambre;

que, de todas cuantas maneras quisiere comer el alma, hallará en el

Santísimo Sacramento sabor y consolación. No hay necesidad, ni

trabajo, ni persecución que no sea fácil de pasar, si comenzamos a

gustar de los suyos.

     3. Pedid vosotras, hijas, con este Señor al Padre que os deje «hoy» a

vuestro Esposo, que no os veáis en este mundo sin Él; que baste, para

templar tan gran contento, que quede tan disfrazado en estos accidentes


 

 

123


 

Espacio Disponible


 

Santa Teresa de Jesús


 


 

de pan y vino, que es harto tormento para quien no tiene otra cosa que

amar, ni otro consuelo; mas suplicadle que no os falte y que os dé

aparejo para recibirle dignamente.

     4. De otro pan no tengáis cuidado, las que de muy de veras os

habéis dejado en la voluntad de Dios; digo que en estos tiempos de

oración que tratáis cosas más importantes, que tiempos hay otros para

que trabajéis y ganéis de comer. Mas con el cuidado no curéis gastar en

eso el pensamiento en ningún tiempo; sino trabaje el cuerpo, que es

bien procuréis sustentaros, y descanse el alma. Dejad ese cuidado -

como largamente queda dicho- a vuestro Esposo, que Él le tendrá

siempre.

     5. Es como si entra un criado a servir; tiene cuenta con contentar a

su señor en todo; mas él está obligado a dar de comer al siervo

mientras está en su casa y le sirve, salvo si no es tan pobre que no tiene

para sí ni para él. Acá cesa esto: siempre es y será rico y poderoso.

Pues no sería bien andar el criado pidiendo de comer, pues sabe tiene

cuidado su amo de dárselo y le ha de tener. Con razón le dirá que se

ocupe él en servirle y en cómo contentarle, que, por andar ocupado el

cuidado en lo que no le ha de tener, no hace cosa a derechas.

     Así que, hermanas, tenga quien quisiere cuidado de pedir ese pan;

nosotras pidamos al Padre Eterno merezcamos recibir el nuestro pan

celestial de manera que, ya que los ojos del cuerpo no se pueden

deleitar en mirarle, por estar tan encubierto, se descubra a los del alma

y se le dé a conocer; que es otro mantenimiento de contentos y regalos

y que sustenta la vida.

     6. ¿Pensáis que no es mantenimiento aun para estos cuerpos este

santísimo manjar, y gran medicina aun para los males corporales? Yo

sé que lo es y conozco una persona de grandes enfermedades que,

estando muchas veces con graves dolores, como con la mano se le

quitaban y quedaba buena del todo. Esto, muy ordinario, y de males

muy conocidos, que no se podían fingir, a mi parecer. Y porque de las

maravillas que hace este santísimo Pan en los que dignamente le

reciben son muy notorias, no digo muchas que pudiera decir de esta

persona que he dicho -que lo podía yo saber y sé que no es mentira-.


 

 

124


 

Espacio Disponible


 

Camino de Perfección



 

Mas ésta la había el Señor dado tan viva fe, que cuando oía a algunas

personas decir que quisieran ser en el tiempo que andaba Cristo,

nuestro Bien, en el mundo, se reía entre sí, pareciéndole que,

teniéndole tan verdaderamente en el Santísimo Sacramento como

entonces, que ¿qué más se les daba?

     7. Mas sé de esta persona que muchos años, aunque no era muy

perfecta, cuando comulgaba, ni más ni menos que si viera con los ojos

corporales entrar en su posada el Señor, procuraba esforzar la fe, para

que, como creía verdaderamente entraba este Señor en su pobre

posada, se desocupaba de todas las cosas exteriores cuanto le era

posible y se entraba con Él. Procuraba recoger los sentidos para que

todos entendiesen tan gran bien -digo, no embarazasen al alma para

conocerle-. Se consideraba a sus pies y lloraba con la Magdalena, ni

más ni menos que si con los ojos corporales le viera en casa del

fariseo; y aunque no sintiese devoción, la fe la decía que estaban bien

allí.

     8. Porque -si no nos queremos hacer bobos y cegar el

entendimiento- no hay que dudar; que esto no es representación de la

imaginación, como cuando consideramos al Señor en la cruz o en otros

pasos de la Pasión, que le representamos en nosotros mismos como

pasó. Esto pasa ahora y es entera verdad, y no hay para qué irle a

buscar en otra parte más lejos; sino que, pues sabemos que mientras no

consume el calor natural los accidentes del pan, que está con nosotros

el buen Jesús, que nos lleguemos a Él. Pues si, cuando andaba en el

mundo, de sólo tocar sus ropas sanaba los enfermos, ¿qué hay que

dudar que hará milagros estando tan dentro de mí, si tenemos fe, y nos

dará lo que le pidiéremos, pues está en nuestra casa? Y no suele Su

Majestad pagar mal la posada, si le hacen buen hospedaje.

     9. Si os da pena no verle con los ojos corporales, mirad que no nos

conviene, que es otra cosa verle glorificado, o cuando andaba por el

mundo; no habría sujeto que lo sufriese, de nuestro flaco natural, ni

habría mundo, ni quien quisiese parar en él; porque en ver esta Verdad

eterna, se vería ser mentira y burlas todas las cosas de que acá hacemos

caso. Y viendo tan gran Majestad, ¿cómo osaría una pecadorcilla,


 

 

125


 

Espacio Disponible


 

Santa Teresa de Jesús



 

como yo -que tanto le ha ofendido- estar tan cerca de Él? Debajo de

aquel pan está tratable; porque si el rey se disfraza, no parece se nos

daría nada de conversar sin tantos miramientos y respetos con Él;

parece está obligado a sufrirlo, pues se disfrazó. ¡Quién osara llegar

con tanta tibieza, tan indignamente, con tantas imperfecciones!

     10. ¡Oh, cómo no sabemos lo que pedimos, y cómo lo miró mejor

su sabiduría! Porque a los que ve se han de aprovechar de su presencia,

Él se les descubre; que aunque no le vean con los ojos corporales,

muchos modos tiene de mostrarse al alma por grandes sentimientos

interiores y por diferentes vías. Estaos vos con Él de buena gana; no

perdáis tan buena sazón de negociar como es la hora después de haber

comulgado. Si la obediencia os mandare, hermanas, otra cosa, procurad

dejar el alma con el Señor; que si luego lleváis el pensamiento a otra y

no hacéis caso ni tenéis cuenta con que está dentro de vos, ¿cómo se os

ha de dar a conocer? Este, pues, es buen tiempo para que os enseñe

nuestro Maestro, y que le oigamos y besemos los pies, porque nos

quiso enseñar, y le supliquéis no se vaya de con vos.

     11. Si esto habéis de pedir mirando una imagen de Cristo que

estamos mirando, bobería me parece dejar la misma persona por mirar

el dibujo. ¿No lo sería, si tuviésemos un retrato de una persona que

quisiésemos mucho y la misma persona nos viniese a ver, dejar de

hablar con ella y tener toda la conversación con el retrato? ¿Sabéis para

cuándo es muy bueno y cosa en que yo me deleito mucho? Para cuando

está ausente la misma persona, o quiere darnos a entender lo está con

muchas sequedades, es gran regalo ver una imagen de quien con tanta

razón amamos. A cada cabo que volviésemos los ojos, la querría ver.

¿En qué mejor cosa, ni más gustosa a la vista, la podemos emplear que

en quien tanto nos ama y en quien tiene en sí todos los bienes?

¡Desventurados estos herejes que han perdido por su culpa esta

consolación, con otras!

     12. Mas, acabando de recibir al Señor, pues tenéis la misma persona

delante, procurad cerrar los ojos del cuerpo y abrir los del alma y

miraros al corazón; que yo os digo -y otra vez lo digo y muchas lo

querría decir- que, si tomáis esta costumbre todas las veces que


 

 

126


 

Espacio Disponible


 

Camino de Perfección



 

comulgareis -y procurad tener tal conciencia que os sea lícito gozar a

menudo de este Bien-, que no viene tan disfrazado, que -como he

dicho- de muchas maneras no se dé a conocer conforme al deseo que

tenemos de verle; y tanto lo podéis desear que se os descubra del todo.

     13. Mas, si no hacemos caso de Él, sino que en recibiéndole nos

vamos de con Él a buscar otras cosas más bajas, ¿qué ha de hacer?

¿Nos ha de traer por fuerza a que le veamos que se nos quiere dar a

conocer? No, que no le trataron tan bien cuando se dejó ver a todos al

descubierto y les decía claro quién era; que muy pocos fueron los que

le creyeron.

     Y, así, harta misericordia nos hace a todos, que quiere Su Majestad

entendamos que es Él el que está en el Santísimo Sacramento. Mas que

le vean descubiertamente y comunicar sus grandezas y dar de sus

tesoros, no quiere sino a los que entiende que mucho le desean, porque

éstos son sus verdaderos amigos. Que yo os digo que quien no lo fuere

y no llegare a recibirle como tal, habiendo hecho lo que es en sí, que

nunca le importune porque se le dé a conocer. No ve la hora de haber

cumplido con lo que manda la Iglesia, cuando se va de su casa y

procura echarle de sí. Así que este tal, con otros negocios y

ocupaciones y embarazos del mundo, parece que, lo más presto que

puede, se da prisa a que no le ocupe la casa el Señor de él.


 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

127


 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Espacio Disponible


 

Santa Teresa de Jesús


 

 

 

 

 

Capítulo 35



Acaba la materia comenzada con una exclamación al Padre

Eterno

 

     1. Me he alargado tanto en esto -aunque había hablado en la oración

del recogimiento de lo mucho que importa este entrarnos a solas con

Dios-, por ser cosa tan importante; y cuando no comulgareis, hijas, y

oyereis misa, podéis comulgar espiritualmente, que es de grandísimo

provecho, y hacer lo mismo de recogeros después en vos, que es

mucho lo que se imprime el amor así de este Señor; porque

aparejándonos a recibir, jamás por muchas maneras deja de dar que no

entendemos. Es llegarnos al fuego que, aunque le haya muy grande, si

estáis desviadas y escondéis las manos, mal os podéis calentar, aunque

todavía da más calor que no estar adonde no haya fuego. Mas otra cosa

es querernos llegar a Él, que si el alma está dispuesta -digo que esté

con deseo de perder el frío- y se está allí un rato, para muchas horas

queda con calor.

     2. Pues mirad, hermanas, que si a los principios no os hallareis bien

-que podrá ser, porque os pondrá el demonio apretamiento de corazón

y congoja, porque sabe el daño grande que le viene de aquí-, os hará

entender que halláis más devoción en otras cosas y aquí menos. No

dejéis este modo; aquí probará el Señor lo que queréis. Acordaos que

hay pocas almas que le acompañen y le sigan en los trabajos; pasemos

por Él algo, que Su Majestad os lo pagará. Y acordaos también qué de

personas habrá que no sólo quieran no estar con Él, sino que con

descomedimiento le echen de sí. Pues algo hemos de pasar para que

entienda le tenemos deseo de ver. Y pues todo lo sufre y sufrirá por

hallar sola un alma que le reciba y tenga en sí con amor, sea ésta la

vuestra. Porque, a no haber ninguna, con razón no le consintiera quedar

el Padre Eterno con nosotros; sino que es tan amigo de amigos y tan

señor de sus siervos, que, como ve la voluntad de su buen Hijo, no le

quiere estorbar obra tan excelente y adonde tan cumplidamente


 

 

128


 

Espacio Disponible


 

Camino de Perfección

 

muestra el amor que tiene a su Padre.



     3. Pues, Padre santo, que estás en los cielos, ya que lo queréis y

aceptáis -y claro está no habíais de negar cosa que tan bien nos está a

nosotros-, alguien ha de haber -como dije al principio- que hable por

vuestro Hijo, pues Él nunca tornó de Sí. Seamos nosotras, hijas,

aunque es atrevimiento, siendo las que somos. Mas, confiadas en que

nos manda el Señor que pidamos, llegadas a esta obediencia, en

nombre del buen Jesús supliquemos a Su Majestad que, pues no le ha

quedado por hacer ninguna cosa haciendo a los pecadores tan gran

beneficio como éste, que quiera su piedad y se sirva de poner remedio

para que no sea tan maltratado; y que pues su santo Hijo puso tan buen

medio para que en sacrificio le podamos ofrecer muchas veces, que

valga tan precioso don para que no vaya adelante tan grandísimo mal y

desacatos como se hacen en los lugares adonde estaba este Santísimo

Sacramento entre estos luteranos, deshechas las iglesias, perdidos

tantos sacerdotes, quitados los sacramentos

     4. Pues ¡qué es esto, mi Señor y mi Dios! O dad fin al mundo, o

poned remedio en tan gravísimos males; que no hay corazón que lo

sufra, aun de los que somos ruines. Os suplico, Padre Eterno, que no lo

sufráis ya Vos; atajad este fuego, Señor, que si queréis, podéis. Mirad

que aún está en el mundo vuestro Hijo; por su acatamiento cesen cosas

tan feas y abominables y sucias; por su hermosura y limpieza no

merece estar en casa adonde hay cosas semejantes. No lo hagáis por

nosotros, Señor, que no lo merecemos; hacedlo por vuestro Hijo. Pues

suplicaros que no esté con nosotros, no os lo osamos pedir: ¿qué sería

de nosotros? Que si algo os aplaca, es tener acá tal prenda. Pues algún

medio ha de haber, Señor mío, póngale Vuestra Majestad.

     5. ¡Oh, mi Dios, quién pudiera importunaros mucho y haberos

servido mucho para poderos pedir tan gran merced en pago de mis

servicios, pues no dejáis ninguno sin paga! Mas no lo he hecho, Señor;

antes por ventura soy yo la que os he enojado de manera que por mis

pecados vengan tantos males. Pues ¿qué he de hacer, Criador mío, sino

presentaros este Pan sacratísimo y, aunque nos le disteis, tornárosle a

dar y suplicaros, por los méritos de vuestro Hijo, me hagáis esta


 

 

129


 

Espacio Disponible


 

Santa Teresa de Jesús


 


 

merced, pues por tantas partes lo tiene merecido? Ya, Señor, ya.

¡Haced que se sosiegue este mar!; no ande siempre en tanta tempestad

esta nave de la Iglesia y ¡salvadnos, Señor mío!, que perecemos.


 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

130


 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Espacio Disponible


 

Camino de Perfección


 

 

 

 

 

Capítulo 36


 


Trata de estas palabras del Paternóster: Dimitte nobis

debita nostra

 

1. Pues viendo nuestro buen Maestro que con este manjar celestial todo

nos es fácil -si no es por nuestra culpa-, y que podemos cumplir muy

bien lo que hemos dicho al Padre de que se cumpla en nosotros su

voluntad, le dice ahora que nos perdone nuestras deudas, pues

perdonamos nosotros. Y así, prosiguiendo en la oración que nos

enseña, dice estas palabras: Y perdónanos, Señor, nuestras deudas, así

como nosotros las perdonamos a nuestros deudores.

     2. Miremos, hermanas, que no dice        como perdonaremos,   porque

entendamos que quien pide un don tan grande como el pasado y quien

ya ha puesto su voluntad en la de Dios, que ya esto ha de estar hecho, y

así dice:     como nosotros las perdonamos.           Así que, quien de veras

hubiere dicho esta palabra al Señor:             fiat voluntas tua,       todo lo ha de

tener hecho, con la determinación al menos. Veis aquí cómo los santos

se holgaban de las injurias y persecuciones, porque tenían algo que

presentar al Señor cuando le pedían. ¿Qué hará una tan pobre como yo,

que tan poco ha tenido que perdonar y tanto hay que se me perdone?

Cosa es ésta, hermanas, para que miremos mucho en ella: que una cosa

tan grave y de tanta importancia, como que nos perdone nuestro Señor

nuestras culpas -que merecían fuego eterno-, se nos perdone con tan

baja cosa como es que perdonemos; y aun de esta bajeza tengo tan

pocas que ofrecer, que de balde me habéis, Señor, de perdonar. Aquí

cabe bien vuestra misericordia. Bendito seáis Vos, que tan pobre me

sufrís, que lo que vuestro Hijo dice en nombre de todos, por ser yo tal y

tan sin caudal, me he de salir de la cuenta.

     3. Mas, Señor mío, ¿si habrá algunas personas que me tengan

compañía y no hayan entendido esto? Si las hay, en vuestro nombre les

pido yo que se les acuerde de esto y no hagan caso de unas cositas que

llaman agravios, que parece hacemos casas de pajitas, como los niños,


 

 

131


 

Espacio Disponible


 

Santa Teresa de Jesús

 

con estos puntos de honra.


 


     ¡Oh, válgame Dios, hermanas, si entendiésemos qué cosa es honra y

en qué está perder la honra! Ahora no hablo con nosotras, que harto

mal sería no tener ya entendido esto, sino conmigo, el tiempo que me

precié de honra sin entender qué cosa era; me iba al hilo de la gente.

¡Oh, de qué cosas me agraviaba, que yo tengo vergüenza ahora! Y no

era, pues, de las que mucho miraban en estos puntos; mas erraba en el

punto principal, porque no miraba yo ni hacía caso de la honra que

tiene algún provecho, porque ésta es la que hace provecho al alma. Y

qué bien dijo quien dijo que «honra y provecho no podían estar

juntas», aunque no sé si lo dijo a este propósito. Y es al pie de la letra,

porque provecho del alma y esto que llama el mundo honra nunca

puede estar junto. ¡Cosa espantosa es qué al revés anda el mundo!

Bendito sea el Señor, que nos sacó de él.

     4. Mas mirad, hermanas, que no nos tiene olvidadas el demonio;

también inventa sus honras en los monasterios y pone sus leyes, que

suben y bajan en dignidades como los del mundo. Los letrados deben

de ir por sus letras -que esto no lo sé-, que el que ha llegado a leer

teología no ha de bajar a leer filosofía que es un punto de honra que

está en que ha de subir y no bajar. Y aun si se lo mandase la

obediencia, lo tendría por agravio y habría quien tornase de él, que es

afrenta; y luego el demonio descubre razones, que aun en ley de Dios

parece lleva razón.

     Pues, entre nosotras, la que ha sido priora ha de quedar inhabilitada

para otro oficio más bajo; un mirar en la que es más antigua, que esto

no se nos olvida, y aun a las veces parece merecemos en ello, porque lo

manda la Orden.

     5. Cosa es para reír, o para llorar, que lleva más razón. Sí, que no

manda la Orden que no tengamos humildad. Manda que haya

concierto; mas yo no he de estar tan concertada en cosas de mi estima,

que tenga tanto cuidado en este punto de Orden como de otras cosas de

ella, que por ventura guardaremos imperfectamente; no esté toda

nuestra perfección de guardarla en esto; otras lo mirarán por mí, si yo

me descuido. Es el caso que, como somos más inclinadas a subir -


 

 

132


 

Espacio Disponible


 

Camino de Perfección



 

aunque no subiremos por aquí al cielo-, no ha de haber bajar. ¡Oh,

Señor, Señor! ¿Sois Vos nuestro dechado y Maestro? Sí, por cierto.

¿Pues en qué estuvo vuestra honra, Honrador nuestro? ¿No la

perdisteis, por cierto, en ser humillado hasta la muerte? No, Señor, sino

que la ganasteis para todos.

     6. ¡Oh, por amor de Dios, hermanas!, que llevamos perdido el

camino, porque va errado desde el principio; y ¡plega a Dios que no se

pierda algún alma por guardar estos negros puntos de honra, sin

entender en qué está la honra! Y vendremos después a pensar que

hemos hecho mucho, si perdonamos una cosita de éstas, que ni era

agravio ni injuria ni nada; y, muy como quien ha hecho algo,

vendremos a que nos perdone el Señor, pues hemos perdonado.

Dadnos, mi Dios, a entender que no nos entendemos y que venimos

vacías las manos, y perdonadnos Vos por vuestra misericordia. Que en

verdad, Señor, que no veo cosa -pues todas las cosas se acaban y el

castigo es sin fin- que merezca ponérseos delante para que nos hagáis

tan gran merced, si no es por quien os lo pide.

     7. Mas, ¡qué estimado debe ser este amarnos unos a otros del Señor!

Pues pudiera el buen Jesús ponerle delante otras y decir: «perdonadnos,

Señor, porque hacemos mucha penitencia», o «porque rezamos mucho

y ayunamos y lo hemos dejado todo por Vos, y os amamos mucho»; y

no dijo: «porque perderíamos la vida por Vos», y -como digo- otras

cosas que pudiera decir, sino sólo «porque perdonamos». Por ventura,

como nos conoce tan amigos de esta negra honra y como cosa más

dificultosa de alcanzar de nosotros y más agradable a su Padre, la dijo

y se la ofrece de nuestra parte.

     8. Pues tened mucha cuenta, hermanas, con que dice:                             como

perdonamos; ya como cosa hecha, como he dicho. Y advertid mucho

en esto que, cuando de las cosas que Dios hace merced a un alma, en la

oración que he dicho de contemplación perfecta, no sale muy

determinada y, si se le ofrece, lo pone por obra, de perdonar cualquier

injuria por grave que sea -no estas naderías que llaman injurias-, no fíe

mucho de su oración; que al alma que Dios llega a Sí en oración tan

subida no llegan, ni se le da más ser estimada que no. No dije bien, que


 

 

133


 

Espacio Disponible


 

Santa Teresa de Jesús



 

sí da, que mucha más pena le da la honra que la deshonra, y el mucho

holgar con descanso que los trabajos. Porque, cuando de veras le ha

dado el Señor aquí su reino, ya no le quiere en este mundo; y para más

subidamente reinar entiende es éste el verdadero camino, y ya ha visto

por experiencia la gran ganancia que le viene y lo que se adelanta un

alma en padecer por Dios. Porque por maravilla llega Su Majestad a

hacer tan grandes regalos sino a personas que han pasado de buena

gana muchos trabajos por Él; porque -como dije en otra parte de este

libro- son grandes los trabajos de los contemplativos, y así los busca el

Señor gente experimentada.

     9. Pues entended, hermanas, que como éstos tienen ya entendido lo

que es todo, en cosa que pasa no se detienen mucho. Si de primer

movimiento da pena una gran injuria y trabajo, aún no la ha bien

sentido cuando acude la razón por otra parte, que parece levanta la

bandera de por sí, y deja casi aniquilada aquella pena con el gozo que

le da ver que le ha puesto el Señor en las manos cosa que en un día

podrá ganar más delante de Su Majestad de mercedes y favores

perpetuos, que pudiera ser ganara él en diez años por trabajos que

quisiera tomar por sí. Esto es muy ordinario, a lo que yo entiendo, que

he tratado muchos contemplativos y sé cierto que pasa así; que como

otros precian oro y joyas, precian ellos los trabajos y los desean,

porque tienen entendido que éstos les han de hacer ricos.

     10. De estas personas está muy lejos estima suya de nada; gustan

entiendan sus pecados y de decirlos cuando ven que tienen estima de

ellos. Así les acaece de su linaje, que ya saben que en el reino que no

se acaba no han de ganar por aquí. Si gustasen ser de buena casta, es

cuando para más servir a Dios fuera menester; cuando no, les pesa los

tengan por más de lo que son y sin ninguna pena desengañan, sino con

gusto. Es el caso que debe ser a quien Dios hace merced de tener esta

humildad y amor grande a Dios, que en cosa que sea servirle más ya se

tiene a sí tan olvidado que aun no puede creer que otros sienten algunas

cosas ni lo tienen por injuria.

     11. Estos efectos que he dicho a la postre son de personas ya más

llegadas a perfección, y a quien el Señor muy ordinario hace mercedes


 

 

134


 

Espacio Disponible


 

Camino de Perfección



 

de llegarle a Sí por contemplación perfecta. Mas lo primero, que es

estar determinados a sufrir injurias -y sufrirlas aunque sea recibiendo

pena-, digo que muy en breve lo tiene quien tiene ya esta merced del

Señor de tener oración hasta llegar a unión; y que si no tiene estos

efectos y sale muy fuerte en ellos de la oración, crea que no era la

merced de Dios, sino alguna ilusión y regalo del demonio, porque nos

tengamos por más honrados.

     12. Puede ser que al principio, cuando el Señor hace estas mercedes,

no luego el alma quede con esta fortaleza; mas digo que si las continúa

a hacer, que en breve tiempo se hace con fortaleza y, ya que no la tenga

en otras virtudes, en esto de perdonar, sí. No puedo yo creer que alma

que tan junto llega de la misma misericordia, adonde conoce la que es

y lo mucho que le ha perdonado Dios, deje de perdonar luego con toda

facilidad y quede allanada en quedar muy bien con quien la injurió;

porque tiene presente el regalo y merced que le ha hecho, adonde vio

señales de grande amor, y se alegra se le ofrezca en qué mostrarle

alguno.

     13. Torno a decir que conozco muchas personas que las ha hecho el

Señor merced de levantarlas a cosas sobrenaturales, dándoles esta

oración o contemplación que queda dicha; y aunque las veo con otras

faltas e imperfecciones, con ésta no he visto ninguna, ni creo la habrá,

si las mercedes son de Dios, como he dicho. El que las recibiere

mayores, mire en sí cómo van creciendo estos efectos y, si no viere en

sí ninguno, témase mucho y no crea que esos regalos son de Dios -

como he dicho-, que siempre enriquece el alma adonde llega. Esto es

cierto; que aunque la merced y regalo pase presto, que se entiende

despacio en las ganancias con que queda el alma; y como el buen Jesús

sabe bien esto, determinadamente dice a su Padre Santo                                 que

perdonamos nuestros deudores.


 

 

 

 

 

 

 

 

135


 

 

 

 

 

 

 

Espacio Disponible


 

Santa Teresa de Jesús


 

 

 

 

 

Capítulo 37



Dice la excelencia de esta oración del Paternóster y cómo

hallaremos de muchas maneras consolación en ella

 

     1. Es cosa para alabar mucho al Señor cuán subida perfección es

esta oración evangelical, bien como ordenada de tan buen Maestro; y

así podemos, hijas, cada una tomarla a su propósito. Me espanta ver

que en tan pocas palabras está toda la contemplación y perfección

encerrada, que parece no hemos menester otro libro sino estudiar en

éste. Porque hasta aquí nos ha enseñado el Señor todo el modo de

oración y de alta contemplación, desde los principiantes a la oración

mental y de quietud y unión, que, a ser yo para saberlo decir, se

pudiera hacer un gran libro de oración sobre tan verdadero

fundamento. Ahora ya comienza el Señor a darnos a entender los

efectos que deja cuando son mercedes suyas, como habéis visto.

     2. He pensado yo cómo no se había Su Majestad declarado más en

cosas tan subidas y oscuras para que todos lo entendiésemos. Me ha

parecido que, como había de ser general para todos esta oración, que

porque pudiese pedir cada uno a su propósito y se consolase,

pareciéndonos le damos buen entendimiento, lo dejó así en confuso,

para que los contemplativos que ya no quieren cosas de la tierra y

personas ya muy dadas a Dios, pidan las mercedes del cielo que se

pueden, por la gran bondad de Dios, dar en la tierra; y los que aún

viven en ella y es bien que vivan conforme a sus estados, pidan

también su pan -que se han de sustentar y sustentan sus casas y es muy

justo y santo-, y así las demás cosas, conforme a sus necesidades.

     3. Mas miren que estas dos cosas, que es darle nuestra voluntad y

perdonar, que es para todos. Verdad es que hay más y menos en ello,

como queda dicho: los perfectos darán la voluntad como perfectos y

perdonarán con la perfección que queda dicha; nosotras, hermanas,

haremos lo que pudiéremos, que todo lo recibe el Señor. Porque parece

una manera de concierto que de nuestra parte hace con su Eterno


 

 

136


 

Espacio Disponible


 

Camino de Perfección



 

Padre, como quien dice: «haced Vos esto, Señor, y harán mis hermanos

estotro». Pues a buen seguro que no falte por su parte. ¡Oh, oh, que es

muy buen pagador y paga muy sin tasa!

     4. De tal manera podemos decir una vez esta oración, que como

entienda no nos queda doblez, sino que haremos lo que decimos, nos

deje ricas. Es muy amigo tratemos verdad con Él; tratando con llaneza

y claridad, que no digamos una cosa y nos quede otra, siempre da más

de lo que le pedimos.

     Sabiendo esto nuestro buen Maestro, y que los que de veras llegasen

a perfección en el pedir habían de quedar tan en alto grado, con las

mercedes que les había de hacer el Padre, entendiendo que los ya

perfectos o que van camino de ello, que no temen ni deben -como

dicen, tienen el mundo debajo de los pies-, contento el Señor de él

(como por los efectos que hace en sus almas pueden tener grandísima

esperanza que Su Majestad lo está), embebidos en aquellos regalos, no

querrían acordarse que hay otro mundo ni que tienen contrarios.

     5. ¡Oh, Sabiduría eterna! ¡Oh, buen Enseñador! Y qué gran cosa es,

hijas, un maestro sabio, temeroso, que previene a los peligros. Es todo

el bien que un alma espiritual puede acá desear, porque es gran

seguridad. No podría encarecer con palabras lo que importa esto. Así

que, viendo el Señor que era menester despertarlos y acordarlos que

tienen enemigos, y cuán más peligroso es en ellos ir descuidados, y que

mucha más ayuda han menester del Padre Eterno, porque caerán de

más alto, y para no andar sin entenderse, engañados, pide estas

peticiones tan necesarias a todos mientras vivimos en este destierro: «Y

no nos traigas, Señor, en tentación; mas líbranos de mal».


 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

137


 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Espacio Disponible


 

Santa Teresa de Jesús


 

 

 

 

 

Capítulo 38



Que trata de la gran necesidad que tenemos de suplicar al

Padre Eterno nos conceda lo que pedimos en estas

palabras: Et ne nos inducas in tentationem, sed libera nos a

malo, y declara algunas tentaciones. Es de notar

 

     1. Grandes cosas tenemos aquí, hermanas, que pensar y que

entender, pues lo pedimos. Ahora mirad que tengo por muy cierto los

que llegan a la perfección que no piden al Señor los libre de los

trabajos ni de las tentaciones ni persecuciones y peleas; que éste es otro

efecto muy cierto y grande de ser espíritu del Señor, y no ilusión, la

contemplación y mercedes que Su Majestad les diere; porque -como

poco ha dije- antes los desean y los piden y los aman. Son como los

soldados, que están más contentos cuando hay más guerra, porque

esperan salir con más ganancia; si no la hay, sirven con su sueldo, mas

ven que no pueden medrar mucho.

     2. Creed, hermanas, que los soldados de Cristo, que son los que

tienen contemplación y tratan de oración, no ven la hora que pelear;

nunca temen mucho enemigos públicos; ya los conocen y saben que,

con la fuerza que en ellos pone el Señor, no tienen fuerza, y que

siempre quedan vencedores y con gran ganancia; nunca los vuelven el

rostro. Los que temen -y es razón teman y siempre pidan los libre el

Señor de ellos- son unos enemigos que hay traidores, unos demonios

que se transfiguran en ángel de luz; vienen disfrazados. Hasta que han

hecho mucho daño en el alma no se dejan conocer, sino que nos andan

bebiendo la sangre y acabando las virtudes, y andamos en la misma

tentación y no lo entendemos. De éstos pidamos, hijas, y supliquemos

muchas veces en el          Paternóster    que nos libre el Señor y que no

consienta andemos en tentación; que no nos traigan engañadas, que se

descubra la ponzoña, que no os escondan la luz y la verdad. ¡Oh, con

cuánta razón nos enseña nuestro buen Maestro a pedir esto y lo pide

por nosotros!


 

138


Espacio Disponible


 

Camino de Perfección


 


 

     3. Mirad, hijas, que de muchas maneras dañan; no penséis que es

sólo en hacernos entender que los gustos que pueden fingir en nosotros

y regalos son de Dios, que éste me parece el menos daño, en parte, que

ellos pueden hacer; antes podrá ser que con esto hagan caminar más

aprisa, porque, cebados de aquel gusto, están más horas en la oración;

y como ellos están ignorantes que es del demonio y como se ven

indignos de aquellos regalos, no acabarán de dar gracias a Dios,

quedarán más obligados a servirle, se esforzarán a disponerse para que

les haga más mercedes el Señor, pensando son de su mano.

     4. Procurad, hermanas, siempre humildad y ver que no sois dignas

de estas mercedes y no las procuréis. Haciendo esto, tengo para mí que

muchas almas pierde el demonio por aquí -pensando hacer que se

pierdan- y que saca el Señor, del mal que él pretende hacer, nuestro

bien; porque mira Su Majestad nuestra intención, que es contentarle y

servirle estándonos con Él en la oración, y fiel es el Señor. Bien es

andar con aviso no haga quiebra en la humildad o engendrar alguna

vanagloria. Suplicando al Señor os libre en esto, no hayáis miedo,

hijas, que os deje Su Majestad regalar mucho de nadie, sino de Sí.

     5. Adonde el demonio puede hacer gran daño sin entenderle, es

haciéndonos creer que tenemos virtudes no teniéndolas, que esto es

pestilencia. Porque en los gustos y regalos parece sólo que recibimos y

que quedamos más obligados a servir; acá parece que damos y

servimos y que está el Señor obligado a pagar, y así poco a poco hace

mucho daño. Que por una parte enflaquece la humildad, por otra nos

descuidamos de adquirir aquella virtud, que nos parece la tenemos ya

ganada. Pues ¿qué remedio, hermanas? El que a mí me parece mejor es

lo que nos enseña nuestro Maestro: oración y suplicar al Padre Eterno

que no permita que andemos en tentación.

     6. También os quiero decir algún otro: que, si nos parece el Señor

ya nos la ha dado, entendamos que es bien recibido y que nos le puede

tornar a quitar, como, a la verdad, acaece muchas veces y no sin gran

providencia de Dios. ¿Nunca lo habéis visto por vosotras, hermanas?

Pues yo sí: unas veces me parece que estoy muy desasida, y en hecho

de verdad, venido a la prueba, lo estoy; otra vez me hallo tan asida, y


 

 

139


 

Espacio Disponible


 

Santa Teresa de Jesús



 

de cosas que por ventura el día de antes burlara yo de ello, que casi no

me conozco. Otras veces me parece tengo mucho ánimo y que a cosa

que fuese servir a Dios no volvería el rostro; y probado, es así que le

tengo para algunas; otro día viene que no me hallo con él para matar

una hormiga por Dios, si en ello hallase contradicción. Así, unas veces

me parece que de ninguna cosa que me murmurasen ni dijesen de mí

no se me da nada; y probado, algunas veces es así, que antes me da

contento; vienen días que sola una palabra me aflige y querría irme del

mundo, porque me parece me cansa en todo. Y en esto no soy sola yo,

que lo he mirado en muchas personas mejores que yo y sé que pasa así.

     7. Pues esto es, ¿quién podrá decir de sí que tiene virtud, ni que está

rica, pues al mejor tiempo que haya menester la virtud se halla de ella

pobre? -Que no, hermanas, sino pensemos siempre lo estamos, y no

nos adeudemos sin tener de qué pagar; porque de otra parte ha de venir

el tesoro, y no sabemos cuándo nos querrá dejar en la cárcel de nuestra

miseria sin darnos nada. Y si, teniéndonos por buenas, nos hace

merced y honra -que es el emprestar que digo-, se quedarán burlados

ellos y nosotras. Verdad es que, sirviendo con humildad, en fin nos

socorre el Señor en las necesidades; mas si no hay muy de veras esta

virtud, a cada paso -como dicen- os dejará el Señor; y es grandísima

merced suya, que es para que la tengáis y entendáis con verdad que no

tenemos nada que no lo recibimos.

     8. Ahora, pues, notad otro aviso: nos hace entender el demonio que

tenemos una virtud, digamos de paciencia, porque nos determinamos y

hacemos muy continuos actos de pasar mucho por Dios; y nos parece

en hecho de verdad que lo sufriríamos, y así estamos muy contentas,

porque ayuda el demonio a que lo creamos. Yo os aviso no hagáis caso

de estas virtudes, ni pensemos las conocemos sino de nombre, ni que

nos las ha dado el Señor hasta que veamos la prueba; porque acaecerá

que a una palabra que os digan a vuestro disgusto, vaya la paciencia

por el suelo. Cuando muchas veces sufriereis, alabad a Dios que os

comienza a enseñar esta virtud, y esforzaos a padecer, que es señal que

en eso quiere se la paguéis, pues os la da, y no la tengáis sino como en

depósito, como ya queda dicho.


 

 

140


 

Espacio Disponible


 

Camino de Perfección



 

     9. Trae otra tentación: que nos parecemos muy pobres de espíritu, y

traemos costumbre de decirlo, que «ni queremos nada ni se nos da nada

de nada»; no se ha ofrecido la ocasión de darnos algo -aunque pase de

lo necesario-, cuando va toda perdida la pobreza de espíritu. Mucho

ayuda el traer costumbre de decirlo a parecer que se tiene. Mucho hace

al caso andar siempre sobre aviso para entender esta tentación, así en

las cosas que he dicho, como en otras muchas; porque, cuando de veras

da el Señor una sólida virtud de éstas, todas parece las trae tras sí; es

muy conocida cosa. Mas os torno a avisar que, aunque os parezca la

tenéis, temáis que os engañáis; porque el verdadero humilde siempre

anda dudoso en virtudes propias, y muy ordinariamente le parecen más

ciertas y de más valor las que ve en sus prójimos.


 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

141


 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Espacio Disponible


 

Santa Teresa de Jesús


 

 

 

 

 

Capítulo 39



Prosigue la misma materia y da avisos de tentaciones

algunas de diferentes maneras y pone los remedios para

que se puedan librar de ellas

 

     1. Pues guardaos también, hijas de unas humildades que pone el

demonio con gran inquietud de la gravedad de nuestros pecados, que

suele apretar aquí de muchas maneras, hasta apartarse de las

comuniones y de tener oración particular -por no lo merecer, les pone

el demonio-; y cuando llegan al Santísimo Sacramento, en si se

aparejaron bien o no, se les va el tiempo que habían de recibir

mercedes. Llega la cosa a término de hacer parecer a un alma que, por

ser tal, la tiene Dios tan dejada que casi pone duda en su misericordia.

Todo le parece peligro lo que trata y sin fruto lo que sirve, por bueno

que sea. Dale una desconfianza, que se le caen los brazos para hacer

ningún bien, porque le parece que lo que lo es en los otros, en ella es

mal.

     2. Mirad mucho, hijas en este punto que os diré, porque algunas

veces podrá ser humildad y virtud teneros por tan ruin, y otras

grandísima tentación. Porque yo he pasado por ella, la conozco.

     La humildad no inquieta, ni desasosiega, ni alborota el alma, por

grande que sea; sino viene con paz y regalo y sosiego. Aunque uno, de

verse ruin, entienda claramente merece estar en el infierno y se aflige y

le parece con justicia todos le habían de aborrecer, y que no osa casi

pedir misericordia, si es buena humildad, esta pena viene con una

suavidad en sí y contento, que no querríamos vernos sin ella. No

alborota ni aprieta el alma, antes la dilata y hace hábil para servir más a

Dios. Estotra pena todo lo turba, todo lo alborota, toda el alma

revuelve, es muy penosa. Creo pretende el demonio que pensemos

tenemos humildad, y si pudiese, a vueltas que desconfiásemos de Dios.

     3. Cuando así os hallareis, atajad el pensamiento de vuestra miseria

lo más que pudiereis, y ponedle en la misericordia de Dios y en lo que


 

142


Espacio Disponible


 

Camino de Perfección



 

nos ama y padeció por nosotros. Y si es tentación, aun esto no podréis

hacer, que no os dejará sosegar el pensamiento, ni ponerle en cosa, sino

para fatigaros más; harto será si conocéis es tentación.

     Así es en penitencias desconcertadas, para hacer entendernos que

somos más penitentes que las otras y que hacéis algo. Si os andáis

escondiendo del confesor o prelada, o si diciéndoos que lo dejéis, no lo

hacéis, es clara tentación. Procurad -aunque más pena os dé- obedecer,

pues en esto está la mayor perfección.

     4. Pone otra bien peligrosa, que es una seguridad de parecernos que

en ninguna manera tornaríamos a las culpas pasadas y contentos del

mundo; «que ya le tengo entendido y sé que acaba todo y que más

gusto me dan las cosas de Dios». Esta, si es a los principios, es muy

malo, porque con esta seguridad no se les da nada de tornarse a poner

en las ocasiones, y nos hace dar de ojos, y ¡plega a Dios que no sea

muy peor la recaída! Porque, como el demonio ve que es alma que le

puede dañar y aprovechar a otras, hace todo su poder para que no se

levante. Así que, aunque más gustos y prendas de amor el Señor os dé,

nunca tanto andéis seguras que dejéis de temer podéis tornar a caer, y

guardaros de las ocasiones.

     5. Procurad mucho tratar esas mercedes y regalos con quien os dé

luz, sin tener cosa secreta; y tened este cuidado: que en principio y fin

de la oración, por subida contemplación que sea, siempre acabéis en

propio conocimiento. Y si es de Dios, aunque no queráis ni tengáis este

aviso, lo haréis aun más veces, porque trae consigo humildad y siempre

deja con más luz para que entendamos lo poco que somos. No me

quiero detener más, porque muchos libros hallaréis de estos avisos. Lo

que he dicho es porque he pasado por ello y me he visto en trabajo

algunas veces. Todo cuanto se puede decir no puede dar entera

seguridad.

     6. Pues, Padre Eterno, ¿qué hemos de hacer sino acudir a Vos y

suplicaros no nos traigan estos contrarios nuestros en tentación? Cosas

públicas vengan, que, con vuestro favor, mejor nos libraremos; mas

esas traiciones ¿quién las entenderá, Dios mío? Siempre hemos

menester pediros remedio. Decidnos, Señor, alguna cosa para que nos


 

 

143


 

Espacio Disponible


 

Santa Teresa de Jesús


 


 

entendamos y aseguremos; ya sabéis que por este camino no van los

muchos y, si han de ir con tantos miedos, irán muy menos.

     7. Cosa extraña es ésta, ¡como si para los que no van por camino de

oración no tentase el demonio!, y que se espanten más todos de uno

que engaña, de los que van más allegados a perfección, que de cien mil

que ven en engaños y pecados públicos, que no hay que andar a mirar

si es bueno o malo, porque de mil leguas se entiende es Satanás. A la

verdad, tienen razón, porque son tan poquísimos a los que engaña el

demonio de los que rezaren el            Paternóster    como queda dicho, que,

como cosa nueva y no usada, da admiración; que es cosa muy de los

mortales pasar fácilmente por lo continuo que ven y espantarse mucho

de lo que es muy pocas veces o casi ninguna. Y los mismos demonios

los hacen espantar, porque les está a ellos bien, que pierden muchos

por uno que se llega a la perfección.


 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

144


 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Espacio Disponible


 

Camino de Perfección


 

 

 

 

 

Capítulo 40



Dice cómo procurando siempre andar en amor y temor de

Dios, iremos seguras entre tantas tentaciones

 

     1. Pues, buen Maestro nuestro, dadnos algún remedio cómo vivir

sin mucho sobresalto en guerra tan peligrosa. El que podemos tener,

hijas, y nos dio Su Majestad es «amor y temor»; que el amor nos hará

apresurar los pasos; el temor nos irá ir mirando adónde ponemos los

pies, para no caer por camino adonde hay tanto en qué tropezar, como

caminamos todos los que vivimos; y con esto, a buen seguro que no

seamos engañadas.

     2. Me diréis que en qué veréis que tenéis estas dos virtudes tan

grandes; y tenéis razón, porque cosa muy cierta y determinada no la

puede haber; porque siéndolo de que tenemos amor, lo estaremos de

que estamos en gracia. Mas, mirad, hermanas, hay unas señales que

parece los ciegos las ven; no están secretas; aunque no queráis

entenderlas, ellas dan voces que hacen mucho ruido, porque no son

muchos los que con perfección las tienen, y así se señalan más. ¡Como

quien no dice nada: amor y temor de Dios! Son dos castillos fuertes,

desde donde se da guerra al mundo y a los demonios.

     3. Quien de veras aman a Dios, todo lo bueno aman, todo lo bueno

quieren, todo lo bueno favorecen, todo lo bueno loan, con los buenos

se juntan siempre y los favorecen y defienden; no aman sino verdades

y cosa que sea digna de amar. ¿Pensáis que es posible, quien muy de

veras ama a Dios, amar vanidades? Ni puede, ni riquezas, ni cosa del

mundo, de deleites, ni honras; ni tiene contiendas ni envidias. Todo

porque no pretende otra cosa sino contentar al Amado. Andan

muriendo porque los ame, y así ponen la vida en entender cómo le

agradarán más. ¿Esconderse? ¡Oh, que el amor de Dios, si de veras es

amor, es imposible! Si no, mirad un San Pablo, una Magdalena: en tres

días el uno comenzó a entenderse que estaba enfermo de amor; éste fue

San Pablo. La Magdalena desde el primer día, ¡y cuán bien entendido!


 

 

145


 

Espacio Disponible


 

Santa Teresa de Jesús


 


 

Que esto tiene, que hay más o menos; y así se da a entender como la

fuerza que tiene el amor: si es poco, se da a entender poco; y si es

mucho, mucho; mas, poco o mucho, como haya amor de Dios, siempre

se entiende.

     4. Mas de lo que ahora tratamos más, que es de los engaños e

ilusiones que hace el demonio a los contemplativos, no hay poco:

siempre es el amor mucho -o ellos no serán contemplativos-, y así se

da a entender mucho y de muchas maneras. Es fuego grande: no puede

sino dar gran resplandor. Y si esto no hay, anden con gran recelo, crean

que tienen bien que temer, procuren entender qué es, hagan oraciones,

anden con humildad y supliquen al Señor no los traiga en tentación;

que, cierto, a no haber esta señal, yo temo que andamos en ella. Mas,

andando con humildad, procurando saber la verdad, sujetas al confesor

y tratando con él con verdad y llaneza, que, como está dicho, con lo

que el demonio os pensare dar la muerte, os da la vida, aunque más

cocos e ilusiones os quiera hacer.

     5. Mas si sentís este amor de Dios que tengo dicho y el temor que

ahora diré, andad alegres y quietas; que por haceros turbar el alma para

que no goce tan grandes bienes, os pondrá el demonio mil temores

falsos y hará que otros os los pongan; porque, ya que no puede

ganaros, al menos procura hacernos algo perder y que pierdan los que

pudieran ganar mucho, creyendo son de Dios las mercedes que hace

tan grandes a una criatura tan ruin, y que es posible hacerlas, que

parece algunas veces tenemos olvidadas sus misericordias antiguas.

     6. ¿Pensáis que le importa poco al demonio poner estos temores?

No, sino mucho, porque hace dos daños: el uno, que atemoriza a los

que lo oyen de llegarse a la oración, pensando han también de ser

engañados; el otro, que se llegarían muchos más a Dios, viendo que es

tan bueno -como he dicho-, que es posible comunicarse ahora tanto con

los pecadores. Les pone codicia, y tienen razón, que yo conozco

algunas personas que esto los animó y comenzaron oración, y en poco

tiempo salieron verdaderos, haciéndolos el Señor grandes mercedes.

     7. Así que, hermanas, cuando entre vosotras viereis hay alguna que

el Señor las haga, alabad mucho al Señor por ello, y no por eso penséis


 

 

146


 

Espacio Disponible


 

Camino de Perfección



 

está segura, antes ayudadla con más oración; porque nadie lo puede

estar mientras vive y anda engolfado en los peligros de este mar

tempestuoso.

     Así que no dejaréis de entender este amor adonde está, ni sé cómo

se pueda encubrir. Pues si amamos acá a las criaturas, dicen ser

imposible y que mientras más hacen por encubrirlo más se descubre,

siendo cosa tan baja que no merece nombre de amor, porque se funda

en nonada, ¿y se había de poder encubrir un amor tan fuerte, tan justo,

que siempre va creciendo, que no ve cosa para dejar de amar, fundado

sobre tal cimiento como es ser pagado con otro amor, que ya no puede

dudar de él por estar mostrado tan al descubierto, con tan grandes

dolores y trabajos y derramamiento de sangre, hasta perder la vida,

porque no nos quedase ninguna duda de este amor? ¡Oh, válgame Dios,

qué cosa tan diferente debe ser el un amor del otro a quien lo ha

probado!

     8. Plega a Su Majestad nos le dé antes que nos saque de esta vida,

porque será gran cosa a la hora de la muerte ver que vamos a ser

juzgadas de quien hemos amado sobre todas las cosas. Seguras

podremos ir con el pleito de nuestras deudas; no será ir a tierra extraña,

sino propia, pues es a la de quien tanto amamos y nos ama. Acordaos,

hijas mías, aquí de la ganancia que trae este amor consigo y de la

pérdida en no tenerle, que nos pone en manos del tentador, en manos

tan crueles, manos tan enemigas de todo bien y tan amigas de todo mal.

     9. ¿Qué será de la pobre alma, que, acabada de salir de tales dolores

y trabajos, como son los de la muerte, cae luego en ellas? ¡Qué mal

descanso le viene!; ¡qué despedazada irá al infierno!; ¡qué multitud de

serpientes de diferentes maneras!; ¡qué temeroso lugar!; ¡qué

desventurado hospedaje! Pues para una noche una mala posada se sufre

mal, si es persona regalada -que son los que más deben de ir allá-, pues

posada de para siempre, para sin fin, ¿qué pensáis sentirá aquella triste

alma? Que no queramos regalos, hijas; bien estamos aquí; todo es una

noche la mala posada. Alabemos a Dios; esforcémonos a hacer

penitencia en esta vida. Mas ¡qué dulce será la muerte de quien de

todos sus pecados la tiene hecha y no ha de ir al purgatorio! ¡Cómo


 

 

147


 

Espacio Disponible


 

Santa Teresa de Jesús


 


 

desde acá aun podrá ser comience a gozar de la gloria! No verá en sí

temor, sino toda paz.

     10. Ya que no lleguemos a esto, hermanas, supliquemos a Dios, si

vamos a recibir luego penas, sea adonde con esperanza de salir de ellas

las llevemos de buena gana, y adonde no perdamos su amistad y

gracia, y que nos la dé en esta vida para no andar en tentación sin que

lo entendamos.


 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

148


 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Espacio Disponible


 

Camino de Perfección


 

 

 

 

 

Capítulo 41


 


Que habla del temor de Dios y cómo nos hemos de guardar

de pecados veniales

 

     1. ¡Cómo me he alargado! Pues no tanto como quisiera, porque es

cosa sabrosa hablar en tal amor; ¿qué será tenerle? El Señor me le dé

por quien Su Majestad es.

     Ahora vengamos al temor de Dios. Es cosa también muy conocida

de quien le tiene y de los que le tratan. Aunque quiero entendáis que a

los principios no está tan crecido, si no es algunas personas, a quien -

como he dicho- el Señor hace grandes mercedes, que en breve tiempo

las hace ricas de virtudes; y así no se conoce en todos -a los principios,

digo-; se va aumentando el valor, creciendo más cada día; aunque

desde luego se entiende, porque luego se apartan de pecados y de las

ocasiones y de malas compañías y se ven otras señales. Mas cuando ya

llega el alma a contemplación -que es de lo que más ahora aquí

tratamos-, el temor de Dios también anda muy al descubierto, como el

amor; no va disimulado aun en lo exterior. Aunque mucho con aviso se

miren estas personas, no las verán andar descuidadas, que, por grande

que le tengamos a mirarlas, las tiene el Señor de manera que, si gran

interés se le ofreciese, no harán de advertencia un pecado venial; los

mortales temen como al fuego.

     Y estas son las ilusiones que yo querría, hermanas, temiésemos

mucho, y supliquemos siempre a Dios no sea tan recia siempre la

tentación, que le ofendamos, sino que nos la dé conforme a la fortaleza

que nos ha de dar para vencerla. Esto es lo que hace al caso; este temor

es el que yo deseo nunca se quite de nosotras, que es lo que nos ha de

valer.

     2. ¡Oh, que es gran cosa no tener ofendido al Señor, para que sus

siervos y esclavos infernales estén atados! que, en fin, todos le han de

servir, mal que les pese, sino que ellos es por fuerza y nosotros de toda

voluntad. Así que, teniéndole contento, ellos estarán a raya, no harán


 

 

149


 

Espacio Disponible


 

Santa Teresa de Jesús



 

cosa con que nos puedan dañar, aunque más nos traigan en tentación y

nos armen lazos secretos.

     3. Tened esta cuenta y aviso -que importa mucho-: que [no os

descuidéis] hasta que os veáis con tan gran determinación de no

ofender al Señor, que perderíais mil vidas antes que hacer un pecado

mortal, y de los veniales estéis con mucho cuidado de no hacerlos; esto

de advertencia, que de otra suerte, ¿quién estará sin hacer muchos?

Mas hay una advertencia muy pensada; otra tan de presto, que casi

haciéndose el pecado venial y advirtiendo, es todo uno, que no nos

pudimos entender. Mas pecado muy de advertencia, por chico que sea,

Dios nos libre de él. ¡Cuanto más que no hay poco, siendo contra una

tan gran Majestad y viendo que nos está mirando! Que esto me parece

a mí es pecado sobrepensado, y como quien dice: «Señor, aunque os

pese, haré esto; ya veo que lo veis y sé que no lo queréis y lo entiendo;

mas quiero más seguir mi antojo y apetito que no vuestra voluntad». Y

que en cosa de esta suerte hay poco, a mí no me lo parece, por leve que

sea la culpa, sino mucho y muy mucho.

     4. Mirad, por amor de Dios, hermanas, si queréis ganar este temor

de Dios, que va mucho entender cuán grave cosa es ofensa de Dios y

tratarlo en vuestros pensamientos muy ordinario, que nos va la vida, y

mucho más, tener arraigada esta virtud en nuestras almas. Y hasta que

entendáis muy de veras que le tenéis, es menester andar siempre con

mucho cuidado y apartarnos de todas las ocasiones y compañías que no

nos ayuden a llegarnos más a Dios. Tener gran cuenta con todo lo que

hacemos, para doblar en ello nuestra voluntad, y cuenta con que lo que

hablare vaya con edificación; huir de donde hubiere pláticas que no

sean de Dios.

     Ha menester mucho que en sí quede muy impreso este temor;

aunque, si de veras hay amor, presto se cobra; mas en teniendo el alma

visto con gran determinación en sí que -como he dicho- por cosa criada

no hará una ofensa de Dios, aunque después se caiga alguna vez,

porque somos flacos y no hay que fiar de nosotros: cuando más

determinados, menos confiados de nuestra parte, que de donde ha de

venir la confianza ha de ser de Dios. Cuando esto que he dicho


 

 

150


 

Espacio Disponible


 

Camino de Perfección


 


 

entendamos de nosotros, no es menester andar tan encogidos ni

apretados, que el Señor nos favorecerá -y ya la costumbre nos será

ayuda para no ofenderle-, sino andar con una santa libertad, tratando

con quien fuere justo, y aunque sean distraídas. Porque las que, antes

que tuvieseis este verdadero temor de Dios, os fueran tóxico y ayuda

para matar el alma, muchas veces después os la harán para amar más a

Dios y alabarle, porque os libró de aquello que veis ser notorio peligro;

y si antes fuerais parte para ayudar a sus flaquezas, ahora lo seréis para

que se vayan a la mano en ellas, por estar delante de vos, que sin

quereros hacer honra, acaece esto.

     5. Yo alabo al Señor muchas veces y pensando de dónde vendrá por

qué, sin decir palabra, muchas veces un siervo de Dios ataja palabras

que se dicen contra Él. Debe ser que, así como acá, si tenemos un

amigo, siempre se tiene respeto -si es en su ausencia- a no hacerle

agravio delante del que saben que lo es, y como aquél está en gracia, la

misma gracia debe hacer que, por bajo que éste sea, se le tenga respeto

y no le den pena en cosa que tanto entienden ha de sentir como ofender

a Dios. El caso es que yo no sé la causa, mas sé que es muy ordinario

esto.

     Así que no os apretéis, porque si el alma se comienza a encoger, es

muy mala cosa para todo lo bueno, y a las veces dan en ser

escrupulosas, y veisla aquí inhabilitada para sí y para los otros; y ya

que no dé en esto, será buena para sí, mas no llegará muchas almas a

Dios, como ven tanto encogimiento y apretura. Es tal nuestro natural,

que las atemoriza y ahoga, y huyen de llevar el camino que vos lleváis,

aunque conocen claro ser de más virtud.

     6. Y viene otro daño de aquí, que es juzgar a otros: como no van por

vuestro camino, sino con más santidad -por aprovechar el prójimo

tratan con libertad y sin esos encogimientos-, luego os parecerán

imperfectos. Si tienen alegría santa, parecerá disolución, en especial en

las que no tenemos letras ni sabemos en lo que se puede tratar sin

pecado. Es muy peligrosa cosa y un andar en tentación continuo y muy

de mala digestión, porque es un perjuicio del prójimo; y pensar que si

no van todos por el modo que vos, encogidamente, no van tan bien, es


 

 

151


 

Espacio Disponible


 

Santa Teresa de Jesús


 


 

malísimo. Y hay otro daño: que en algunas cosas que habéis de hablar -

y es razón habléis- por miedo de no exceder en algo, no osaréis sino

por ventura decir bien de lo que sería muy bien abominaseis.

     7. Así que, hermanas, todo lo que pudiereis sin ofensa de Dios,

procurad ser afables y entender de manera con todas las personas que

os trataren, que amen vuestra conversación y deseen vuestra manera de

vivir y tratar, y no se atemoricen y amedrenten de la virtud. A

religiosas importa mucho esto; mientras más santas, más conversables

con sus hermanas, y que aunque sintáis mucha pena si no van sus

pláticas todas como vos las querríais hablar, nunca os extrañéis de

ellas, si queréis aprovechar y ser amada. Que es lo que mucho hemos

de procurar: ser afables y agradar y contentar a las personas que

tratamos, en especial a nuestras hermanas.

     8. Así que, hijas mías, procurad entender de Dios en verdad que no

mira a tantas menudencias como vosotras pensáis, y no dejéis que se os

encoja el ánima y el ánimo, que se podrán perder muchos bienes. La

intención recta, la voluntad determinada -como tengo dicho- de no

ofender a Dios. No dejéis arrinconar vuestra alma, que en lugar de

procurar santidad, sacará muchas imperfecciones que el demonio le

pondrá por otras vías, y -como he dicho- no aprovechará a sí y a las

otras tanto como pudiera.

     9. Veis aquí como con estas dos cosas -amor y temor de Dios-

podemos ir por este camino sosegados y quietos, aunque, como el

temor ha de ir siempre delante, no descuidados, que esta seguridad no

la hemos de tener mientras vivimos, porque sería gran peligro. Y así lo

entendió nuestro Enseñador, cuando en el fin de esta oración dice a su

Padre estas palabras, como quien entendió era bien menester.


 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

152


 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Espacio Disponible


 

Camino de Perfección


 

 

 

 

 

Capítulo 42


 


En que trata de estas postreras palabras del Paternóster:

sed libera nos a malo. Amen. «Mas líbranos de mal.

Amén»

 

     1. Me parece tiene razón el buen Jesús de pedir esto para Sí, porque

ya vemos cuán cansado estaba de esta vida, cuando dijo en la cena a

sus Apóstoles: «Con deseo he deseado cenar con vosotros», que era la

postrera cena de su vida; adonde se ve cuán cansado debía ya estar de

vivir, y ahora no se cansarán los que han cien años, sino siempre con

deseo de vivir más. A la verdad, no la pasamos tan mal, ni con tantos

trabajos como Su Majestad la pasó, ni tan pobremente. ¿Qué fue toda

su vida sino una continua muerte, siempre trayendo la que le habían de

dar tan cruel delante de los ojos? Y esto era lo menos; mas ¡tantas

ofensas como se hacían a su Padre y tanta multitud de almas como se

perdían! Pues si acá una que tenga caridad le es esto gran tormento,

¿qué sería en la caridad sin tasa ni medida de este Señor? Y ¡qué gran

razón tenía de suplicar al Padre que le librase ya de tantos males y

trabajos, y le pusiese en descanso para siempre en su reino, pues era

verdadero heredero de él!

     2. «Amén». Que el «amén» entiendo yo que, pues con él se acaban

todas las cosas, que así pide el Señor seamos librados de todo mal para

siempre. Y así lo suplico yo al Señor me libre de todo mal para

siempre, pues no me desquito de lo que debo, sino que puede ser por

ventura cada día me adeudo más. Y lo que no se puede sufrir, Señor, es

no poder saber cierto que os amo, ni si son aceptos mis deseos delante

de Vos. ¡Oh, Señor y Dios mío, libradme ya de todo mal, y sed servido

de llevarme adonde están todos los bienes! ¿Qué esperan ya aquí a los

que Vos habéis dado algún conocimiento de lo que es el mundo y los

que tienen viva fe de lo que el Padre Eterno les tiene guardado?

     3. El pedir esto con deseo grande y toda determinación es un gran

efecto para los contemplativos de que las mercedes que en la oración


 

153


Espacio Disponible


 

Santa Teresa de Jesús


 


 

reciben son de Dios; así que los que lo fueren, ténganlo en mucho. El

pedirlo yo no es por esta vía -digo que no se tome por esta vía-, sino

que, como he tan mal vivido, temo ya de más vivir y me cansan tantos

trabajos. Los que participan de los regalos de Dios no es mucho deseen

estar adonde no los gocen a sorbos, y que no quieran estar en esta vida

-que tantos embarazos hay para gozar de tanto bien-, y que deseen estar

adonde no se les ponga el sol de justicia. Se les hará todo oscuro

cuanto después acá ven, y de cómo viven me espanto. No debe ser con

contento quien ha comenzado a gozar y le han dado ya acá su reino y

no ha de vivir por su voluntad, sino por la del rey.

     4. ¡Oh, cuán otra vida debe ser ésta para no desear la muerte! ¡Cuán

diferentemente se inclina nuestra voluntad a lo que es la voluntad de

Dios! Ella quiere queramos la verdad, nosotros queremos la mentira;

quiere que queramos lo eterno, acá nos inclinamos a lo que se acaba;

quiere queramos cosas grandes y subidas, acá queremos bajas y de

tierra; querría quisiésemos sólo lo seguro, acá amamos lo dudoso. Que

es burla, hijas mías, sino suplicar a Dios nos libre de estos peligros

para siempre y nos saque ya de todo mal. Y aunque no sea nuestro

deseo con perfección, esforcémonos a pedir la petición. ¿Qué nos

cuesta pedir mucho, pues pedimos a poderoso? Mas, para que más

acertemos, dejemos a su voluntad el dar, pues ya le tenemos dada la

nuestra; y sea para siempre santificado su nombre en los cielos y en la

tierra y en mí sea siempre hecha su voluntad, amén.

     5. Ahora, mirad, hermanas, cómo el Señor me ha quitado de trabajo

enseñando a vosotras y a mí el camino que comencé a deciros,

dándome a entender lo mucho que pedimos cuando decimos esta

oración evangelical. Sea bendito por siempre, que es cierto que jamás

vino a mi pensamiento que había tan grandes secretos en ella, que ya

habéis visto encierra en sí todo el camino espiritual, desde el principio

hasta engolfar Dios el alma y darla abundosamente a beber de la fuente

de agua viva que dije estaba al final del camino.

     Parece nos ha querido el Señor dar a entender hermanas, la gran

consolación que está aquí encerrada, y es gran provecho para las

personas que no saben leer. Si lo entendiesen, por esta oración podían


 

 

154


 

Espacio Disponible


 

Camino de Perfección

 

sacar mucha doctrina y consolarse en ella.


 


     6. Pues deprendamos, hermanas, de la humildad con que nos enseña

este buen Maestro, y suplicadle me perdone, que me he atrevido a

hablar en cosas tan altas. Bien sabe Su Majestad que mi entendimiento

no es capaz para ello, si Él no me enseñara lo que he dicho.

Agradecédselo vosotras, hermanas, que debe haberlo hecho por la

humildad con que me lo pedisteis y quisisteis ser enseñadas de cosa tan

miserable.

     7. Si el Padre Presentado Fray Domingo Báñez, que es mi confesor,

a quien le daré antes que le veáis, viere es para vuestro

aprovechamiento y os lo diere, me consolaré que os consoléis. Si no

estuviere para que nadie le vea, tomaréis mi voluntad, que con la obra

he obedecido a lo que me mandasteis; que yo me doy por bien pagada

del trabajo que he tenido en escribir, que no por cierto en pensar lo que

he dicho. Bendito sea y alabado el Señor, de donde nos viene todo el

bien que hablamos y pensamos y hacemos, amén.


 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

155


 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Espacio Disponible


Grupo

ViveTuFeCatolica
Este sitio web fue creado de forma gratuita con PaginaWebGratis.es. ¿Quieres también tu sitio web propio?
Registrarse gratis