CATECISMO PARA LA FAMILIA CATOLICA (3)
GRACIA DE DIOS Y SACRAMENTOS
111.- Entonces, ¿el matrimonio confiere gracias para toda la vida, o sólo para el momento de su celebración?
«El don de Jesucristo no se agota en la celebración del sacramento del Matrimonio, sino que acompaña a los cónyuges al largo de toda su existencia». «De ahí nacen la gracia y la existencia de una auténtica y profunda espiritualidad conyugal y familiar, que ha de inspirarse en los motivos de la creación, de la alianza, de la cruz, de la resurrección y del signo» (FC 56).
112.- ¿Qué relación hay entre Matrimonio y Eucaristía?
«La Eucaristía es la fuente misma del matrimonio cristiano. En efecto, el sacrificio eucarístico representa la alianza de amor de Cristo con la Iglesia, en cuanto sellada con su sangre en la cruz (Cfr. Jn 1934). Y en este sacrificio de la Nueva y Eterna Alianza los cónyuges cristianos encuentran la raíz de la que brota, que configura interiormente y vivifica desde dentro, su alianza conyugal. En cuanto representación del sacrificio del amor de Cristo por su Iglesia, la Eucaristía es manantial de caridad. Y en el don eucarístico de la caridad la familia cristiana halla el fundamento y el alma de su “comunión” y de su “misión”, ya que el Pan eucarístico hace de los diversos miembros un único cuerpo» (FC 57).
113.- ¿Qué lugar ocupa el sacramento de la Confesión en la familia cristiana?
«Parte esencial y permanente del cometido de santificación de la familia cristiana es la acogida de la llamada evangélica a la conversión».
Así como en la vida ordinaria hay que recurrir continuamente al perdón y a la misericordia, también en la relación con Dios es preciso acudir en demanda de perdón, y para concederlo generosamente, el Señor ha establecido el sacramento de la Penitencia o Confesión (Cfr. FC 58).
ORACION EN FAMILIA
114.- ¿Qué lugar ocupa la oración en la familia cristiana?
En la familia cristiana la oración hecha en común adquiere un valor singular, por la promesa de Jesucristo: «Os digo en verdad que si dos de vosotros conviniereis sobre la tierra en pedir cualquier cosa, os lo otorgará mi Padre que está en los Cielos. Porque donde están dos o tres congregados en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos -Mt 18, 19 y ss.-» (Cfr. FC 59).
115.- ¿En qué se ha de inspirar la plegaria familiar?
La oración de la familia en común, puede tomar inspiración en las diversas circunstancias a través de las cuales actúa la Providencia divina: alegrías y dolores, esperanzas y tristezas, nacimientos y cumpleaños, aniversarios de bodas, partidas, alejamientos y regresos, elecciones importantes y decisivas, muerte de personas queridas, etc.» (Cfr. FC 59).
116.- ¿Quiénes y cómo han de enseñar la oración?
«En virtud de su dignidad y misión, los padres cristianos tienen el deber específico de educar a los hijos en la plegaria, de introducirlos progresivamente al descubrimiento del misterio de Dios y al coloquio personal con El» (FC 60).
«Elemento fundamental e insustituible de la educación a la oración es el ejemplo concreto, el testimonio vivo de los padres» (FC 60).
117.- ¿Qué relación hay entre la oración en familia y la oración litúrgica?
Toda oración se relaciona de alguna manera con la plegaria litúrgica. En familia se aprende y se prepara a la oración oficial o litúrgica. Pero también se puede practicar en el hogar el rezo de las oraciones litúrgicas.
Principalmente, la participación familiar en la Santa Misa dominical, tiene un valor formativo muy grande. Las oraciones de la mañana y de la tarde, la lectura y meditación de la Palabra de Dios, las devociones al Sagrado Corazón de Jesús y a la Virgen Santísima, las bendiciones de la mesa, etc., son otras tantas formas de oración que permiten una gran variedad y riqueza (Cfr. FC 61).
LA CUMBRE DE LA PERFECCION: LA CARIDAD
118.- ¿Qué devoción a la Santísima Virgen ha sido especialmente recomendada por los Papas?
El rezo y meditación del Santo Rosario, principalmente en familia, ha sido especialmente recomendado «como una de las más excelentes y eficaces oraciones» (Cfr. FC 62).
119.- ¿Qué relación debe haber entre la oración y la vida?
La plegaria no es una evasión que desvía del compromiso cotidiano, sino que constituye el empuje más fuerte para que la familia cristiana asuma y ponga en práctica plenamente sus responsabilidades como célula primera y fundamental de la sociedad humana. En este sentido, la efectiva participación en la vida y misión de la Iglesia en el mundo es proporcional a la fidelidad e intensidad de la oración con la que la familia cristiana se une a la vid fecunda, que es Cristo» -Cfr. Apostolicam actuositatem, 4- (FC 62).
120.- ¿Cuál es la ley fundamental de la vida familiar?
«La ley fundamental es la caridad de Cristo que se infunde en el Bautismo y se acrecienta con el matrimonio cristiano. Los esposos fieles a la ley del amor cristiano se santifican y procuran santificar a los demás (Cfr. FC 63).
121.- ¿En qué actitud práctica se manifiesta la caridad?
Se ha de manifestar en acoger a todos como imágenes de Cristo, como a hermanos, primero a los de la propia familia y luego a todo hombre (Cfr. FC 64).
PREPARACION PARA EL MATRIMONIO
122.- ¿Se encuentra de una sola vez la perfección de la familia cristiana?
La búsqueda de la perfección es un proceso largo, de toda la vida; y la Iglesia ayuda con paciencia en el transcurso de todo este camino que debe recorrerse con un esfuerzo de colaboración con la gracia de Dios, poco a poco (Cfr. FC 65)
123.- ¿Se necesita una preparación para el matrimonio?
«En nuestros días es más necesaria que nunca la preparación de los jóvenes para el matrimonio y la vida familiar».
«Muchos fenómenos negativos que se lamentan hoy en vida familiar derivan del hecho de que, en las nuevas situaciones, los jóvenes no pierden de vista la justa jerarquía valores, sino que, al no poseer ya criterios seguros de comportamiento, no saben cómo afrontar y resolver las nuevas dificultades. La experiencia enseña, en cambio, que 1os jóvenes bien preparados, en general se comportan mejor. (FC 66).
124.- ¿Cómo debe ser esa preparación?
La preparación para el matrimonio comprende tres fases: la remota, que comienza desde la infancia; la próxima, y la más inmediata. A través de este proceso se debe educar desde aspecto de la capacidad de relación interpersonal, hasta el sentido vocacional del matrimonio como búsqueda de santidad. Aspectos doctrinales, pedagógicos, legales médicos, deben considerarse en esta preparación, sin perder de vista en ningún momento el valor sacramental del matrimonio (Cfr. FC 66).
LA CELEBRACION DEL MATRIMONIO
125.- ¿Qué características ha de tener la celebración del matrimonio?
«El matrimonio cristiano exige una celebración litúrgica que exprese de manera social y comunitaria la naturaleza esencialmente eclesial y sacramental del pacto conyugal entre bautizados».
La celebración sacramental debe asegurar la libertad del consentimiento, la carencia de impedimentos, la forma canónica y el rito adecuado, sencillo y digno (Cfr. FC 67).
126.- ¿Se puede admitir al matrimonio cristiano a quien no tenga óptimas disposiciones?
«La fe de quien pide desposarse ante la Iglesia puede tener diversos grados y es deber primario de los pastores hacerla descubrir, nutrirla y hacerla madurar. Pero ellos deben comprender también las razones que aconsejan a la Iglesia admitir a la celebración a quien esté imperfectamente dispuesto» (FC 68).
127.- ¿La simple disposición natural, es ya un principio de preparación?
«La decisión del hombre y de la mujer de casarse según el proyecto divino, esto es, la decisión de comprometer con su consentimiento conyugal toda su vida en un amor indisoluble y en una fidelidad incondicional, implica realmente, aunque no sea de manera plenamente consciente, una actitud de obediencia profunda a la voluntad de Dios, que no puede darse sin su gracia». Así, esto es ya un principio de preparación que ha de procurarse que mejore y que se perfeccione con la misma celebración del sacramento (Cfr. FC 68).
128.- ¿Qué pensar de los motivos sociales para contraer matrimonio eclesiástico?
El matrimonio interesa no sólo a los novios sino a la sociedad, de allí que siempre haya tenido un carácter social, y es razonable que estos motivos sociales, unidos a los religiosos, induzcan a celebrar el matrimonio ante la Iglesia. Al acudir a la Iglesia, los novios están demostrando que acatan sus enseñanzas y sus disposiciones. Por tanto, no se puede rechazar a quienes movidos por consideraciones sociales piden casarse eclesiásticamente (Cfr. FC 68).
ALGUNOS CASOS ESPECIALES
129.- ¿Es necesario determinar con precisión el grado de fe de los novios?
«Querer establecer ulteriores criterios de admisión a la celebración eclesial del matrimonio, que debieran tener en cuenta el grado de fe de los que están próximos a contraer matrimonio comporta muchos riesgos. En primer lugar, el de pronunciar juicios infundados y discriminatorios, el riesgo, además, de suscitar dudas sobre la validez del matrimonio ya celebrado, con grave daño para la comunidad cristiana y de nuevas inquietudes injustificadas para la conciencia de los esposos; se caería en el peligro de contestar o de poner en duda la sacramentalidad del matrimonio de muchos hermanos separados de la plena comunión con la Iglesia católica, contradiciendo así la tradición eclesial» (FC 68).
130.- ¿Se puede admitir al matrimonio eclesiástico a los que explícita y formalmente rechazan la doctrina de la Iglesia sobre el matrimonio?
«Cuando, a pesar de los esfuerzos hechos, los contrayentes dan muestras de rechazar de manera explícita y formal lo que la Iglesia realiza cuando celebra el matrimonio de bautizados, el pastor de almas no puede admitirlos a la celebración» (FC 68).
131.- ¿Basta una buena preparación para el matrimonio?
Las familias cristianas deben ayudarse para superar las dificultades. Principalmente las parejas jóvenes deben recibir con agradecimiento la ayuda de quienes con más experiencia pueden contribuir para que superen los problemas que suelen presentarse. Con estas ayudas la familia cristiana se ha de perfeccionar en el amor y las demás virtudes (Cfr. FC 69).
132.- ¿Debe la parroquia ejercitar una labor pastoral en favor de las familias?
- Sin duda es necesario que en cada parroquia se realice una pastoral familiar, para lo cual se requiere una especial preparación, en los sacerdotes y seglares que trabajen en este sentido (Cfr. FC 70).
APOSTOLADO Y FAMILIA
133.- ¿Qué lugar ocupa la familia cristiana en el apostolado en favor de las familias?
Ocupa un lugar singular: «en virtud del matrimonio de los bautizados elevado a sacramento, los esposos cristianos tienen una peculiar misión de apóstoles, enviados como obreros a la viña del Señor, y, de modo especial, a este campo de la familia» (r. FC 71).
134.- ¿Y qué actuaciones apostólicas son necesarias, hacia afuera de la propia familia?
«El apostolado de la familia, por otra parte, se irradiará con obras de caridad espiritual y material hacia las demás familias, especialmente a los más necesitados de ayuda y apoyo, a los pobres, los enfermos, los ancianos, los minusválidos, los huérfanos, las viudas, los cónyuges abandonados, las madres solteras y aquéllas que en situaciones difíciles siente tentación de deshacerse del fruto de su seno» (FC 71).
135.- ¿Son convenientes las asociaciones de familias cristianas?
Se debe reconocer y valorar estas asociaciones de espiritualidad, de formación y de apostolado. «Su cometido será e suscitar en los fieles un vivo sentido de solidaridad, favorecer una conducta de vida inspirada en el Evangelio y en la fe de la Iglesia, formar la conciencias según los valores cristianos y no según los valores de la opinión pública, estimular a obras de caridad recíproca y hacia los demás con espíritu de apertura, que hace de las familias cristianas una verdadera fuente de luz y un sano fermento de las demás» (FC 72)
136.- ¿Qué otras finalidades pueden proponerse asociaciones?
«Igualmente es deseable que, con vivo sentido del bien común, las familias cristianas se empeñen activamente, en todos los niveles, incluso en asociaciones no eclesiales. Algunas de estas asociaciones se proponen la preservación y tutela de los sanos valores éticos y culturales del respectivo pueblo, el desarrollo de la persona humana, la protección médica, jurídica y social de la maternidad y de la infancia, justa promoción de la mujer y la lucha frente a todo lo que va contra su dignidad, el incremento de la mutua solidaridad, conocimiento de los problemas que tienen conexión con la regulación responsable de la fecundidad, según los métodos naturales conformes con la dignidad humana y la doctrina de la Iglesia. Otras miran a la construcción de un mundo más justo y humano, a la promoción de leyes justas que favorezcan el recto orden social en el pleno respeto de la dignidad y de la legítima libertad del individuo y de la familia a nivel nacional e internacional, y a la colaboración con la escuela y con las otras instituciones que completan la educación de los hijos, etc.» (FC 72).
LOS APOSTOLES Y SU TRABAJO
137.- ¿Qué pueden hacer los religiosos en este campo apostólico?
Ante todo, dar testimonio de su caridad, que les une a Cristo en un místico connubio. Luego, ejercitar las más variadas obras de misericordia en favor de las familias (Cfr. FC 74).
138.- ¿Qué valor tiene el trabajo especializado y apostólico de los laicos?
«No poca ayuda pueden prestar a las familias los laicos especializados (médicos, juristas, psicólogos, asistentes sociales, consejeros, etc.) que, tanto individualmente como por medio de diversas asociaciones e iniciativas, ofrecen su obra de iluminación, de consejo, de orientación y apoyo» (FC 75).
139.- ¿Qué pensar de los medios de comunicación social?
Que pueden hacer mucho bien o mucho mal a las familias, especialmente a los niños y jóvenes. A veces constituyen una verdadera «agresión>, y es preciso defenderse de ella.
Se requiere escoger lecturas y programas, y desarrollar un sentido crítico bien formado. Muchas veces será preciso buscar «otras diversiones más sanas, útiles y formativas física, moral y espiritualmente» (Cfr. FC 76).
140.- ¿Hacia quiénes se ha de dirigir más esmerado cuidado pastoral?
«Es necesario un empeño pastoral todavía más generoso, inteligente y prudente, a ejemplo del Buen Pastor, hacia aquellas familias que -a menudo e independientemente de su propia voluntad, o apremiados por otras exigencias de distinta naturaleza-, tienen que afrontar situaciones objetivamente difíciles». Estas son, por ejemplo, las familias de emigrantes, militares, navegantes, presos, exilados, minusválidos, las incompletas, las divididas, etc. (Cfr. FC 77).
SITUACIONES DIFICILES
141.- ¿Cómo ayudar a las familias divididas ideológicamente?
«Sobre todo hay que mantener un contacto personal con estas familias. Los creyentes deben ser fortalecidos en la fe y sostenidos en la vida cristiana. Aunque la parte fiel al catolicismo no puede ceder, no obstante, hay que mantener siempre vivo el diálogo con la otra parte.Deben multiplicarse las manifestaciones de amor y respeto, con la viva esperanza de mantener firme la unidad» (FC 77).
142.- ¿Qué actitud debe tenerse hacia los ancianos?
«Igualmente no puede ser descuidado por la Iglesia el periodo de la ancianidad, con todos sus contenidos positivos y negativos: la posible profundización del amor conyugal cada vez más purificado y ennoblecido por una larga e ininterrumpida fidelidad; la disponibilidad para poner en favor de los demás, de nueva forma, la bondad y la cordura acumulada y las energías que quedan; la dura soledad, a menudo mas psicológica y afectiva que física, por el eventual abandono o por una insuficiente atención por parte de los hijos y parientes; el sufrimiento a causa de enfermedades, por el progresivo decaimiento de las fuerzas, por la humillación de tener que depender de otros, por la amargura de sentirse como un peso para los suyos, por el acercarse de los últimos momentos de la vida. Son éstas las ocasiones en las que mas fácilmente se puede hacer comprender y vivir los aspectos elevados de la espiritualidad matrimonial y familiar, que se inspiran en el valor de la cruz y resurrección de Cristo, fuente de santificación y de profunda alegría en la vida diaria, en la perspectiva de la vida eterna» (FC 77).
143. ¿Cuál es el medio principal que se ha de emplear en esas situaciones difíciles?
«En estas diversas situaciones no se descuide jamás la oración, fuente de luz y de fuerza, y aliento de la esperanza cristiana» (FC 77).
MATRIMONIOS MIXTOS
144.- ¿Qué problemas plantean los matrimonios mixtos?
Los matrimonios entre católicos y otros bautizados, presentan principalmente tres problemas: «Hay que considerar ante todo las obligaciones de la parte católica que derivan de la fe, en lo que concierne al libre ejercicio de la misma y a la consecuente obligación de procurar, según las propias posibilidades, bautizar y educar a los hijos en la fe católica.
Hay que tener presentes las particulares dificultades inherentes a las relaciones entre el marido y la mujer, en lo referente al respeto de la libertad religiosa...ésta puede ser violada tanto por presiones indebidas para lograr el cambio de las convicciones religiosas de la otra parte, como por impedimentos puestos a la manifestación libre de las mismas en la práctica religiosa.
En lo referente a la forma litúrgica y canónica del matrimonio, los Ordinarios pueden hacer uso ampliamente de sus facultades» (FC 78).
145.- ¿Cómo se deben preparar los matrimonios mixtos?
«En la preparación de este tipo de matrimonios, debe realizarse todo esfuerzo razonable para hacer comprender la doctrina católica sobre las cualidades y exigencias del matrimonio, así como para asegurarse que en el futuro no se verifiquen presiones y obstáculos contra las convicciones religiosas» (FC 78).
146.- ¿Cómo debe ayudarse a los católicos casados con no católicos?
«Es de suma importancia que, con el apoyo de la comunidad, la parte católica sea fortalecida en su fe y ayudada positivamente a madurar en la comprensión y en la práctica de la misma, de manera que llegue a ser verdadero testigo digno de crédito dentro de la familia, a través de la vida misma y de la calidad del amor demostrado al otro cónyuge y a los hijos» (FC 78).
147.- ¿Tienen algún valor positivo los matrimonios mixtos?
Tienen el valor positivo de todo verdadero matrimonio, además, si desarrollan la gracia del bautismo común, pueden significar una aportación al movimiento ecuménico (Cfr. FC 78).
148.- ¿Cómo actuar pastoralmente con los matrimonios de católicos con no bautizados?
Es necesario «garantizar la defensa de la fe del cónyuge católico y la tutela del libre ejercicio de la misma, sobre todo en lo que se refiere al deber de hacer todo lo posible para que los hijos sean bautizados y educados católicamente. El cónyuge católico, además, debe ser ayudado por todos los medios, para que dé un testimonio genuino de fe y vida católica, dentro de la familia» (FC 78).
SITUACIONES IRREGULARES
149.- ¿Cuáles son las principales situaciones irregulares de la familia?
Las principales irregularidades que se presentan en el mundo moderno son:
a) El llamado matrimonio a prueba.
b) Las uniones libres de hecho.
c) Católicos unidos sólo con matrimonio civil.
d) Separados y divorciados no casados de nuevo.
e) Divorciados casados de nuevo.
f) Los privados de familia.
150.- ¿Tiene algún valor el llamado matrimonio a prueba o experimental?
No puede tener ningún valor positivo: es contrario a la dignidad humana ya que con la persona no caben experimentos, y el amor implica una donación total y sin límite de tiempo. Además, por la fe conocemos el valor superior del matrimonio como signo del amor de Cristo a su Iglesia, de modo que para los bautizados no puede haber otro matrimonio que el indisoluble (Cfr. FC 80).
151.- ¿Cuáles son las principales causas que inducen a las uniones libres?
Estas situaciones anómalas son producidas a veces por prejuicios y temores ante situaciones económicas, culturales y religiosas difíciles; otras veces, por desprecio del matrimonio, por mera búsqueda placer, por extremada ignorancia y pobreza, inmadurez psicológica, etc. Descubrir la causa, ayudará a buscar el remedio para el caso concreto (Cfr. FC 81).
152.- ¿Cómo oponerse al mal de las uniones libres?
Precisa ante todo, educar en el sentido de responsabilidad, en el aprecio de la familia y del matrimonio con sus cualidades esenciales. Es necesario hacer apreciar el gran bien de la fidelidad.
Luego, hay que combatir «las tendencias disgregadoras de la sociedad y nocivas para la dignidad, seguridad y bienestar de los ciudadanos» y crear condiciones sociales y económicas que favorezcan el matrimonio -por ejemplo: salario familiar, facilidades de empleo, etc.- (Cfr. FC 81).
MATRIMONIO CIVIL. SEPARACION. DIVORCIO
153.- ¿Qué pensar de los católicos unidos sólo con matrimonio civil?
Su situación no es idéntica a la de quienes viven en unión libre, ya que de alguna manera aceptan las obligaciones del matrimonio, pero su actitud no es aceptable para la Iglesia. «La acción pastoral tratará de hacerles comprender la necesidad de tener coherencia entre la elección de vida y la fe que profesan». Estas personas deben regularizar su situación, y no se les puede admitir a recibir los sacramentos hasta que salgan de esa situación anómala (Cfr. FC 82).
154.- ¿Cuál es la situación de los separados?
«La situación debe considerarse como un remedio extremo», después de agotar todo medio razonable para superar los problemas. «La soledad y otras dificultades son a veces patrimonio del cónyuge separado, especialmente si es inocente. En este caso la comunidad eclesial debe particularmente sostenerlo, procurarle estima, solidaridad, comprensión y ayuda concreta, de manera que le sea posible conservar la fidelidad; ayudarle a cultivar la exigencia del perdón, propio del amor cristiano y la disponibilidad para reanudar la vida conyugal anterior» (FC 83).
155.- ¿Y el caso de los divorciados, sin su culpa?
«Parecido es el caso del cónyuge que ha tenido que sufrir el divorcio, pero que -conociendo bien la indisolubilidad del vínculo matrimonial válido- no se deja implicar en una nueva unión, empeñándose, en cambio, en el cumplimiento prioritario de sus deberes familiares y de las responsabilidades de la vida cristiana. En tal caso, su ejemplo de fidelidad y de coherencia cristiana asume un particular valor de testimonio frente al mundo y a la Iglesia... más necesaria, por parte de ésta, es una acción de amor y de ayuda, sin que exista obstáculo alguno para la administración de los sacramentos» (FC 83).
SITUACION DE LOS DIVORCIADOS
156.- ¿Los divorciados que se vuelven a casar, están separados de la Iglesia?
«La Iglesia, fundándose en la Sagrada Escritura, reafirma a praxis de no admitir a la comunión a los divorciados que se casa otra vez».
No obstante, no deben considerarse separados de la Iglesia: «Se les exhorte a escuchar la Palabra de Dios, a frecuentar el sacrificio de la Misa, a perseverar en la oración, a incrementar las obras de caridad y las iniciativas en favor de la justicia, a educar a los hijos en la fe cristiana, a cultivar el espíritu y las obras de penitencia, para implorar de este modo, día a día, la gracia de Dios. La Iglesia rece por ellos, los anime, se presente corno madre de misericordia, y así sosténgalos en la fe y en la esperanza. (FC 84)
157.- ¿Pueden confesarse los divorciados que se han vuelto a casar?
«La reconciliación en el sacramento de la Penitencia que les abriría el camino al sacramento eucarístico- puede darse únicamente a los que, arrepentidos de haber violado el signo de la Alianza y de la fidelidad a Cristo, están sinceramente dispuestos a una forma de vida que no contradiga la indisolubilidad del matrimonio. Esto lleva consigo, concretamente, que cuando el hombre y la mujer, por motivos serios, -como por ejemplo, la educación de los hijos-, no pueden cumplir la obligación de separarse, asumen el compromiso de vivir en plena continencia, o sea de abstenerse de los actos propios de los esposos» -Juan Pablo II. Homilía para la clausura del VI Sínodo de Obispos, AAS 72, 1082- (FC 84).
158.- ¿Los divorciados, pueden volverse a casar con alguna ceremonia religiosa?
Los divorciados jamás pueden volverse a casar porque el matrimonio es indisoluble hasta la muerte, y por esto la Iglesia prohíbe absolutamente toda ceremonia religiosa en el caso de que atenten contra la indisolubilidad.
«Por el respeto debido al sacramento del Matrimonio, a los mismos esposos y a sus familiares, así como a la comunidad de los fieles, prohíbese a todo pastor, -por cualquier motivo o pretexto, incluso pastoral-, a efectuar ceremonias de cualquier tipo para los divorciados que vuelven a casarse» (FC 84).
159.- ¿Por qué razones la Iglesia prohíbe absolutamente toda ceremonia religiosa en el matrimonio de los divorciados?
Como lo expresa el texto anterior del Papa, por respeto al matrimonio y a las personas, pues «en efecto, tales ceremonias podrían dar la impresión de que se celebran nuevas nupcias sacramentales válidas, y como consecuencia inducirían a error sobre la indisolubilidad del matrimonio válidamente contraído. Actuando de este modo, la Iglesia profesa su fidelidad a Cristo y a la verdad; al mismo tiempo se comporta con espíritu materno hacia estos hijos suyos, especialmente hacia aquellos que inculpablemente han sido abandonados por su cónyuge legítimo» (FC 84).
160.- Los divorciados y vueltos a casar, ¿deben perder toda esperanza de salvación?
«La Iglesia está firmemente convencida de que también quienes se han alejado del mandato del Señor y viven en tal situación, pueden obtener de Dios la gracia de la conversión, con la oración, la penitencia y la caridad» (FC 84).
AMOR A LA FAMILIA
161.- ¿Cuales son los sentimientos de la Iglesia hacia las personas sin familia?
Las personas privadas, por diversas causas, de toda familia, son dignas del afecto y consideración de la Iglesia.
Es «urgente trabajar con valentía para encontrar soluciones, también de carácter político, que permitan ayudarles a superar esta condición inhumana de postración».
«A los que no tienen una familia natural, hay que abrirles todavía más las puertas de la gran familia que es la Iglesia, la cual se concreta a su vez en la familia diocesana y parroquial, en las comunidades eclesiales o en los movimientos apostólicos. Nadie se sienta sin familia en este mundo: La Iglesia es casa y familia para todos, especialmente para los que se hallan fatigados y cargados» (FC 85).
162.- ¿Cómo demostrar el verdadero amor por la familia?
«Amar a la familia significa saber estimar sus valores y posibilidades, promoviéndolos siempre. Amar a la familia significa individualizar los peligros y males que la amenazan, para superarlos. Amar a la familia significa esforzarse por crear un ambiente que favorezca su desarrollo. Finalmente, una forma eminente de amor, es dar a la familia cristiana de hoy, con frecuencia tentada por el desánimo y angustiada por las dificultades crecientes, razones de confianza en sí misma, en las propias riquezas de naturaleza y gracia, en la misión que Dios le ha confiado: “Es necesario que las familias de nuestro tiempo vuelvan a remontarse más alto. Es necesario que sigan a Cristo”» -Juan Pablo II. Carta Appropinquat iam, l.AAS 72, 791- (FC 86).
21.11.2008 © Corporación CED. Colombia
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