¡Dios te salve María!
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DON BOSCO Y LAS VOCACIONES HOY
relación con la figura de Don Bosco. «El mes de Don Bosco», decimos familiarmente. Para nosotros, Don Bosco es siempre lugar de encuentro, de revisión, de proyección. Mirar a Don Bosco es siempre ahondar nuestras convicciones de fe en el proyecto apostólico que Dios le encomendó a él, y a sus colaboradores a través del tiempo. En estas páginas nos acercamos al itinerario vocacional de Don Bosco con intención de reflexionar sobre su experiencia vocacional, convencidos de que en su camino vocacional se nos ofrecen importantes pistas que – purificadas de los condicionantes históricos, eclesiales, sociales y políticos del momento- pueden sernos de gran utilidad hoy para plantearnos qué animación vocacional es posible. LA VIDA COMO VOCACIÓN Cuando hoy hablamos de vocación, nos referimos al diálogo que se tiene en la vida entre Dios y la persona; el diálogo por medio del cual Dios da a conocer un proyecto que es propuesta. El proyecto de Dios para cada uno llega a través de mediaciones que es conveniente saber escuchar, con discernimiento, y pide una respuesta libre con la que, quien se siente llamado, se pone a su disposición en la vida. Esta actitud fundamental está a la base de toda decisión vocacional. Entender la vida como vocación es el paso previo para conocer y aceptar la propia vocación en la vida. Bien mirado, la vocación de Don Bosco -ser padre, maestro y amigo de los jóvenes pobres y abandonados- fue discernida, comprendida y acogida de esta manera. Su vida fue la respuesta libre a la llamada de Dios. En el camino vocacional de Don Bosco, se hicieron presentes elementos que hoy también parece necesario desarrollar en toda animación vocacional: la acción pastoral que ayuda a los jóvenes a plantearse el futuro con responsabilidad, la escucha de la voz de Dios, y la respuesta consciente y libremente a su proyecto. Hablamos explícitamente de una animación vocacional en proceso AYUDA NECESARIA AYER Y HOY Como en la experiencia de Don Bosco, hoy constatamos que una respuesta vocacional adecuada no se puede mantener durante mucho tiempo sin ayuda. ¿Habría podido Don Bosco llegar a ser sacerdote sin la ayuda de Mamá Margarita, don Calosso, de tantas personas que asumieron su sostenimiento inicial con sus aportaciones, los amigos sinceros y leales, los formadores, el confesor, el director espiritual en las etapas iniciales de su discernimiento vocacional y a lo largo de toda su vida? Las dificultades, específicas en cada caso, para el descubrimiento y seguimiento vocacional no pueden ser superadas, sobre todo hoy, si no se cuenta con ayuda. Sabemos que hoy no es fácil para un joven encontrar un “amigo del alma” que ayude, anime, y, con respeto, oriente los procesos de discernimiento vocacional. Potencialmente, esta ayuda llega a quien está haciendo un discernimiento vocacional por medio de los padres, catequistas, animadores, profesores, amigos, párrocos, religiosos y religiosas cercanos, salesianos coadjutores y sacerdotes. Estas personas son los que podríamos llamar ayudas habituales: la “mamá margarita” y el “don calosso” de hoy. Pero es importante ofrecer en el discernimiento un acompañamiento que sea sistemático, estructurado, mantenido y especializado. Con las iniciativas, actividades y procesos de animación vocacional, queremos ofrecer una ayuda a los jóvenes de hoy para poder dar respuesta a la vocación de Dios. LA ANIMACIÓN VOCACIONAL HOY Se ha reflexionado mucho entre los agentes de pastoral sobre la animación vocacional que es posible hacer hoy. En perspectiva salesiana, hoy nos sentimos portadores del carisma de Don Bosco de ayudar a los jóvenes a descubrir que son amados por Dios, y a descubrir su vocación en la vida. Esta tarea carismática la asumimos y realizamos todos. No podemos ni queremos delegarla. Lo hacemos con el testimonio de la propia vida, con el acompañamiento pastoral día a día, con la disposición a seguir un proceso serio de educación en la fe que permita hacer propuestas personalizadas y diferenciadas para reconocer mejor y en profundidad la llamada de Dios. Don Bosco fue para sus muchachos el amigo del alma, el testimonio del amor de Dios, y su vida fue una evidencia de que Dios existe y su amor puede llenar una vida. Fue luz para el camino de búsqueda en la vida, a veces con no pocas dificultades y desorientación. Nuestras acciones educativas hoy están impregnadas de este estilo salesiano de testimoniar con la vida aquello que se enseña y en lo que se educa. CAMINOS DE MADURACIÓN VOCACIONAL La vida de Don Bosco nos muestra, tanto en él como en sus muchachos, que todos tenemos posibilidades de encontrar nuestra vocación y seguirla. En salesiano, se entiende que cada uno tiene un camino que recorrer, que se encuentra en una determinada circunstancia, que puede haber dificultades, pero no se entiende que haya alguien imposibilitado para experimentar el amor de Dios y llegar a su encuentro. Esta es nuestra confianza salesiana. Ninguno de nuestros destinatarios puede decir que no hay proyecto de Dios en su vida, que no hay propuesta para él, que no hay vocación en su vida. Desde esta convicción -en primer lugar espiritual, pero también experiencial en la vocación de cada uno e histórica, por la multitud de casos reales en que así se ha experimentado- el salesiano educador trabaja por recorrer con el joven un camino personalizado de maduración vocacional. En este camino, situado concretamente en la vida y en la historia de cada uno, el salesiano hace experiencia de Dios, encuentra la realización más profunda de su vocación y se compromete a ofrecer al joven la ayuda necesaria para poder dar respuesta libre y consciente a su propia vocación: la vocación que Dios le ofrece y que tiene que aprender a descubrir en la vida. TESTIMONIOS CREIBLES Más que con recursos, técnicas, dinámicas o materiales, la animación vocacional se construye con personas convencidas de aquello que proponen. Como Don Bosco, el bien de los jóvenes lleva a los educadores salesianos a proponer el camino vocacional como un modo coherente, adecuado y libre de vivir. Sólo cuando el animador está animado, el acompañante está acompañado y el creyente está convencido, se puede empezar a pensar en una animación vocacional posible. No somos funcionarios de la vocación, asalariados de la vida salesiana, mercenarios de la pastoral. Somos parte de un proyecto más amplio que nosotros mismos, y toda nuestra realidad profesional, personal, existencial está implicada en la vida salesiana. No conocemos a un Don Bosco que fuera capaz de dedicarse a los jóvenes a tiempo parcial, por temporadas o según un orden de prioridades. Don Bosco no hace parcelas en sus asuntos, sino que sus asuntos son su desvelo continuo, su preocupación por la promoción de los jóvenes en todas sus dimensiones: humana, espiritual, intelectual, religiosa, trascendente. Don Bosco quiso colaboradores para todo. A todos ofrecía un modo concreto de ayudarle a llevar a cabo su misión, porque venía de Dios, y a sus colaboradores los consideraba enviados por Dios. Los que decidieron quedarse para siempre con él, comprendieron enseguida que abrazar la causa de Don Bosco, la misión de educar y evangelizar a los jóvenes más pobres y abandonados, requería una entrega que sólo siendo total podía ser posible. La vocación salesiana nace como respuesta a una necesidad. La respuesta vocacional hoy, también se explicita cada vez que se acude en ayuda de una necesidad. PRESENTAR HOY LA VOCACIÓN SALESIANA La dimensión vocacional es un eje transversal de la pastoral salesiana. Y toda pastoral, es decir: evangelización, catequesis, itinerario de fe, vida sacramental, educación, promoción, oración, compromiso cristiano... es vocacional. La dimensión religiosa de la vocación es presentada dentro de la pastoral de base: la vida como vocación y la relación con Jesucristo como una respuesta vocacional desde la fe. A partir de esta concepción vocacional de la pastoral, se ofrece una orientación vocacional concreta, específica, que permita al joven tomar decisiones responsables y libres de mayor compromiso con su fe. Para ello se ponen a su disposición distintas experiencias: servicio gratuito hacia los más necesitados, que permiten conocerse en esta dimensión; presentar distintos caminos vocacionales posibles hoy en la sociedad y la Iglesia, que permite abrir horizontes y confrontarse con distintos proyectos; experiencia acompañada de comunidad, en la que se comparte la vida con una comunidad salesiana, y desde dentro se puede el joven orientar en una vivencia concreta de su fe; se ofrecen grupos de reflexión y búsqueda vocacional; encuentros de marcado sentido vocacional con otros jóvenes de la misma edad y con las mismas inquietudes, que permiten poner voz a los sentimientos. En definitiva, presentar la vocación salesiana hoy supone desarrollar la sensibilidad vocacional y hacer explícitas las motivaciones de un modo determinado de vida: la vida salesiana. El itinerario pastoral ofrece también la propuesta vocacional explícita, específica: la vocación religiosa salesiana. Se verifica en esta etapa del itinerario la identidad vocacional de quien ha ido descubriendo en su vida el querer de Dios. Se comienza así una etapa que es al mismo tiempo pastoral y formativa. Se trata de ir ofreciendo a quien muestra indicios vocacionales religiosos salesianos los elementos que necesita para ir madurando en la opción vocacional. Esto se realiza en una comunidad propuesta salesiana, que acompaña el discernimiento vocacional específico facilitando la profundización en el conocimiento de Don Bosco y en la vida y misión salesiana. Permite, en fin, conocer la identidad que el joven se siente llamado a asumir. MOMENTOS VOCACIONALES INTENSOS La animación vocacional procura contar a lo largo del año con momentos pastorales de mayor intensidad e intencionalidad vocacional. A modo de ejemplo, podemos hablar de los retiros y convivencias vocacionales, donde se ofrecen instrumentos de ayuda a los jóvenes para el discernimiento vocacional acompañado: la oración con la palabra de Dios (lectio divina), el proyecto personal de vida, la vida sacramental, un grupo de referencia para la búsqueda vocacional, el acompañamiento espiritual, la experiencia acompañada de comunidad... En esta línea, goza de especial relevancia - ofrecida en el contexto del “mes de Don Bosco” o en la ocasión que una obra salesiana considere oportuna- la Semana Vocacional como tiempo fuerte de reflexión en clave vocacional. La semana vocacional en nuestras obras tiene un claro objetivo: suscitar como tema de conversación y de reflexión la vocación en general y la vocación salesiana en particular en las acciones formativas y en los momentos de encuentro con y entre los alumnos. Para todo educador salesiano, la semana vocacional es una oportunidad para dar a conocer un estilo educativo, las motivaciones personales para vivir de un modo concreto y el por qué de una opción de vida. La cuestión de fondo que se afronta con la semana vocacional y con las demás acciones pastorales vocacionales es que se considera la vocación en general y la vocación salesiana en particular como un don de Dios, que sólo de Dios depende, pero que puede perderse si no somos responsables de este don. No queremos que haya más Salesianos, Hijas de María Auxiliadora, Cooperadores, Voluntarias de Don Bosco, Hijas de los Sagrados Corazones, o más miembros de los grupos de la Familia Salesiana... pero tampoco menos de los que Dios llame. |
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