¡Dios te salve María!
 

 

 

DON BOSCO Y LAS VOCACIONES HOY

 

 


En el mes de enero, la Familia Salesiana vive de una manera especial su

relación  con  la  figura  de  Don  Bosco.  «El  mes  de  Don  Bosco»,  decimos

familiarmente.  Para  nosotros,  Don  Bosco  es  siempre  lugar  de  encuentro,  de

revisión,  de  proyección.  Mirar  a  Don  Bosco  es  siempre  ahondar  nuestras

convicciones de fe en el proyecto apostólico que Dios le encomendó a él, y a

sus colaboradores a través del tiempo. 

 

En  estas  páginas  nos  acercamos  al  itinerario  vocacional  de  Don  Bosco

con intención de reflexionar sobre su experiencia vocacional, convencidos de

que  en  su  camino  vocacional  se  nos  ofrecen  importantes  pistas  que 

purificadas de los condicionantes históricos, eclesiales, sociales y políticos del

momento- pueden sernos de gran utilidad hoy para plantearnos qué animación

vocacional es posible.

 

LA VIDA COMO VOCACIÓN

 

Cuando  hoy  hablamos  de  vocación,  nos  referimos  al  diálogo  que  se

tiene en la vida entre Dios y la persona; el diálogo por medio del cual Dios da

a  conocer  un  proyecto  que  es  propuesta.  El  proyecto  de  Dios  para  cada  uno

llega  a  través  de  mediaciones  que  es  conveniente  saber  escuchar,  con

discernimiento,  y  pide  una  respuesta  libre  con  la  que,  quien  se  siente

llamado, se pone a su disposición en la vida. Esta actitud fundamental está a

la  base  de  toda  decisión  vocacional.  Entender  la  vida  como  vocación  es  el

paso  previo  para  conocer  y  aceptar  la  propia  vocación  en  la  vida.

Bien  mirado,  la  vocación  de  Don  Bosco  -ser  padre,  maestro  y  amigo  de  los

jóvenes pobres y abandonados- fue discernida, comprendida y acogida de esta

manera.  Su  vida  fue  la  respuesta  libre  a  la  llamada  de  Dios.  En  el  camino

vocacional  de  Don  Bosco,  se  hicieron  presentes  elementos  que  hoy  también

parece necesario desarrollar en toda animación vocacional: la acción pastoral

que ayuda a los jóvenes a plantearse el futuro con responsabilidad, la escucha

de  la  voz  de  Dios,  y  la  respuesta  consciente  y  libremente  a  su  proyecto.

Hablamos explícitamente de una animación vocacional en proceso

 

AYUDA NECESARIA AYER Y HOY

 

Como  en  la  experiencia  de  Don  Bosco,  hoy  constatamos  que  una

respuesta vocacional adecuada no se puede mantener durante mucho tiempo

sin  ayuda.  ¿Habría  podido  Don  Bosco  llegar  a  ser  sacerdote  sin  la  ayuda  de

Mamá  Margarita,  don  Calosso,  de  tantas  personas  que  asumieron  su

sostenimiento  inicial  con  sus  aportaciones,  los  amigos  sinceros  y  leales,  los

formadores,  el  confesor,  el  director  espiritual  en  las  etapas  iniciales  de  su

discernimiento vocacional y a lo largo de toda su vida? 

 

Las  dificultades,  específicas  en  cada  caso,  para  el  descubrimiento  y

seguimiento  vocacional  no  pueden  ser  superadas,  sobre  todo  hoy,  si  no  se

cuenta  con  ayuda.  Sabemos  que  hoy  no  es  fácil  para  un  joven  encontrar  un


 

 

 

“amigo del alma” que ayude, anime, y, con respeto, oriente los  procesos de

discernimiento vocacional.

 

 

Potencialmente,  esta  ayuda  llega  a  quien  está  haciendo  un

discernimiento  vocacional  por  medio  de  los  padres, catequistas, animadores,

profesores,  amigos,  párrocos,  religiosos  y  religiosas  cercanos,  salesianos

coadjutores y sacerdotes. Estas personas son los que podríamos llamar ayudas

habituales:  la  “mamá  margarita”  y  el  “don  calosso”  de  hoy.  Pero  es

importante  ofrecer  en  el  discernimiento  un  acompañamiento  que  sea

sistemático,  estructurado,  mantenido  y  especializado.  Con  las  iniciativas,

actividades y procesos de animación vocacional, queremos ofrecer una ayuda

a los jóvenes de hoy para poder dar respuesta a la vocación de Dios.

 

LA ANIMACIÓN VOCACIONAL HOY

 

Se  ha  reflexionado  mucho  entre  los  agentes  de  pastoral  sobre  la

animación vocacional que es posible hacer hoy. En perspectiva salesiana, hoy

nos sentimos portadores del carisma de Don Bosco de ayudar a los jóvenes a

descubrir que son amados por Dios, y a descubrir su vocación en la vida. Esta

tarea  carismática  la  asumimos  y  realizamos  todos.  No  podemos  ni  queremos

delegarla.  Lo  hacemos  con  el  testimonio  de  la  propia  vida,  con  el

acompañamiento  pastoral  día  a  día,  con  la  disposición  a  seguir  un  proceso

serio  de  educación  en  la  fe  que  permita  hacer  propuestas  personalizadas  y

diferenciadas  para  reconocer  mejor  y  en  profundidad  la  llamada  de  Dios. 

Don Bosco fue para sus muchachos el amigo del alma, el testimonio del amor

de Dios, y su vida fue una evidencia de que Dios existe y su amor puede llenar

una vida. Fue luz para el camino de búsqueda en la vida, a veces con no pocas

dificultades  y  desorientación.  Nuestras  acciones  educativas  hoy  están

impregnadas de este estilo salesiano de testimoniar con la vida aquello que se

enseña y en lo que se educa.

 

CAMINOS DE MADURACIÓN VOCACIONAL

 

La vida de Don Bosco nos muestra, tanto en él como en sus muchachos,

que todos tenemos posibilidades de encontrar nuestra vocación y seguirla. En

salesiano,  se  entiende  que  cada  uno  tiene  un  camino  que  recorrer,  que  se

encuentra  en  una  determinada  circunstancia,  que  puede  haber  dificultades,

pero  no  se  entiende  que  haya  alguien  imposibilitado  para  experimentar  el

amor  de  Dios  y  llegar  a  su  encuentro.  Esta  es  nuestra  confianza  salesiana.

Ninguno de nuestros destinatarios puede decir que no hay proyecto de Dios en

su  vida,  que  no  hay  propuesta  para  él,  que  no  hay  vocación  en  su  vida.

Desde  esta  convicción  -en  primer  lugar  espiritual,  pero  también  experiencial

en la vocación de cada uno e histórica, por la multitud de casos reales en que

así  se  ha  experimentado-  el  salesiano  educador  trabaja  por  recorrer  con  el

joven  un  camino  personalizado  de  maduración  vocacional.  En  este  camino,

situado  concretamente  en  la  vida  y  en  la  historia  de  cada  uno,  el  salesiano

hace  experiencia  de  Dios,  encuentra  la  realización  más  profunda  de  su

vocación  y  se  compromete  a  ofrecer  al  joven  la  ayuda  necesaria  para  poder


 

 

 

dar respuesta libre y consciente a su propia vocación: la vocación que Dios le

ofrece y que tiene que aprender a descubrir en la vida.

 

 

 

 

TESTIMONIOS CREIBLES

 

Más  que  con  recursos,  técnicas,  dinámicas  o  materiales,  la  animación

vocacional  se  construye  con  personas  convencidas  de  aquello  que  proponen.

Como  Don  Bosco,  el  bien  de  los  jóvenes  lleva  a  los  educadores  salesianos  a

proponer el camino vocacional como un modo coherente, adecuado y libre de

vivir.  Sólo  cuando  el  animador  está  animado,  el  acompañante  está

acompañado  y  el  creyente  está  convencido,  se  puede  empezar  a  pensar  en

una  animación  vocacional  posible.  No  somos  funcionarios  de  la  vocación,

asalariados  de  la  vida  salesiana,  mercenarios  de  la  pastoral.  Somos  parte  de

un  proyecto  más  amplio  que  nosotros  mismos,  y  toda  nuestra  realidad

profesional,  personal,  existencial  está  implicada  en  la  vida  salesiana. 

No  conocemos  a  un  Don  Bosco  que  fuera  capaz  de  dedicarse  a  los  jóvenes  a

tiempo  parcial,  por  temporadas  o  según  un  orden  de  prioridades.  Don  Bosco

no hace parcelas en sus asuntos, sino que sus asuntos son su desvelo continuo,

su  preocupación  por  la  promoción  de  los  jóvenes  en  todas  sus  dimensiones:

humana,  espiritual,  intelectual,  religiosa,  trascendente.  Don  Bosco  quiso

colaboradores  para  todo.  A  todos  ofrecía  un  modo  concreto  de  ayudarle  a

llevar  a  cabo  su  misión,  porque  venía  de  Dios,  y  a  sus  colaboradores  los

consideraba enviados por Dios. Los que decidieron quedarse para siempre con

él, comprendieron enseguida que abrazar la causa de Don Bosco, la misión de

educar  y  evangelizar  a  los  jóvenes  más  pobres  y  abandonados,  requería  una

entrega  que  sólo  siendo  total  podía  ser  posible.  La  vocación  salesiana  nace

como  respuesta  a  una  necesidad.  La  respuesta  vocacional  hoy,  también  se

explicita cada vez que se acude en ayuda de una necesidad.

 

PRESENTAR HOY LA VOCACIÓN SALESIANA

 

La dimensión vocacional es un eje transversal de la pastoral salesiana.

Y toda  pastoral,  es  decir:  evangelización,  catequesis,  itinerario  de  fe,  vida

sacramental,  educación,  promoción,  oración,  compromiso  cristiano...  es

vocacional. La dimensión religiosa de la vocación es presentada dentro de la

pastoral de base: la vida como vocación y la relación con Jesucristo como una

respuesta vocacional desde la fe. A partir de esta concepción vocacional de la

pastoral,  se  ofrece  una  orientación  vocacional  concreta,  específica,  que

permita al joven tomar decisiones responsables y libres de mayor compromiso

con su fe. Para ello se ponen a su disposición distintas experiencias: servicio

gratuito  hacia  los  más  necesitados,  que  permiten  conocerse  en  esta

dimensión;  presentar  distintos  caminos  vocacionales  posibles  hoy  en  la

sociedad y la Iglesia, que permite abrir horizontes y confrontarse con distintos

proyectos; experiencia acompañada de comunidad, en  la que se comparte la

vida con una comunidad salesiana, y desde dentro se puede el joven orientar

en una vivencia concreta de su fe; se ofrecen grupos de reflexión y búsqueda

vocacional; encuentros de marcado sentido vocacional con otros jóvenes de la

misma  edad  y  con  las  mismas  inquietudes,  que  permiten  poner  voz  a  los


 

 

 

sentimientos.  En  definitiva,  presentar  la  vocación  salesiana  hoy  supone

desarrollar la sensibilidad vocacional y hacer explícitas las motivaciones de un

modo  determinado  de  vida:  la  vida  salesiana.    El  itinerario  pastoral  ofrece

también  la  propuesta  vocacional  explícita,  específica:  la  vocación  religiosa

salesiana.  Se  verifica  en  esta  etapa  del  itinerario  la  identidad  vocacional  de

quien ha ido descubriendo en su vida el querer de Dios. Se comienza así una

etapa que es al mismo tiempo pastoral y formativa. Se trata de ir ofreciendo a

quien  muestra  indicios  vocacionales  religiosos  salesianos  los  elementos  que

necesita  para  ir  madurando  en  la  opción  vocacional.  Esto  se  realiza  en  una

comunidad  propuesta  salesiana,  que  acompaña  el  discernimiento  vocacional

específico facilitando la profundización en el conocimiento de Don Bosco y en

la vida y misión salesiana. Permite, en fin, conocer la identidad que el joven

se siente llamado a asumir.

 

MOMENTOS VOCACIONALES INTENSOS

 

La  animación  vocacional  procura  contar  a  lo  largo  del  año  con

momentos  pastorales  de  mayor  intensidad  e  intencionalidad  vocacional.  A

modo de ejemplo, podemos hablar de los retiros y convivencias vocacionales,

donde se ofrecen instrumentos de ayuda a los jóvenes para el discernimiento

vocacional  acompañado:  la  oración  con  la  palabra  de  Dios  (lectio  divina),  el

proyecto personal de vida, la vida sacramental, un grupo de referencia para la

búsqueda  vocacional,  el  acompañamiento  espiritual,  la  experiencia

acompañada  de  comunidad...  En  esta  línea,  goza  de  especial  relevancia  -

ofrecida en el contexto del “mes de Don Bosco” o en la ocasión que una obra

salesiana  considere  oportuna-  la  Semana  Vocacional  como  tiempo  fuerte  de

reflexión  en  clave  vocacional.  La  semana  vocacional  en  nuestras  obras  tiene

un  claro  objetivo:  suscitar  como  tema  de  conversación  y  de  reflexión  la

vocación  en  general  y  la  vocación  salesiana  en  particular  en  las  acciones

formativas  y  en  los  momentos  de  encuentro  con  y  entre  los  alumnos.

Para todo educador salesiano, la semana vocacional  es una oportunidad para

dar  a  conocer  un  estilo  educativo,  las  motivaciones  personales  para  vivir  de

un modo concreto y el por qué de una opción de vida.  La cuestión de fondo

que se afronta con la semana vocacional y con las demás acciones pastorales

vocacionales  es  que  se  considera  la  vocación  en  general  y  la  vocación

salesiana en particular como un don de Dios, que sólo de Dios depende, pero

que puede perderse si no somos responsables de este don.  No queremos que

haya más Salesianos, Hijas de María Auxiliadora, Cooperadores, Voluntarias de

Don Bosco, Hijas de los Sagrados Corazones, o más miembros de los grupos de

la Familia Salesiana... pero tampoco menos de los que Dios llame.


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