¡Dios te salve María!
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Términos más utilizados en el lenguaje de la Iglesia Católica
* Eclesiología: La eclesiología es la parte de la teología sistemática que reflexiona sobre la iglesia. Tradicionalmente, era un tratado que se encontraba dividido entre la teología fundamental o apologética, destinado a probar el origen divino de la iglesia y las notas constitutivas de su autenticidad, y la teología dogmática, que recogía las proposiciones fundamentales sobre la iglesia, presentaba su esencia y la relacionaba con los otros tratados dogmáticos (cristología, pneumatología, revelación, etc.). Actualmente se tiende a un único tratado de eclesiología que recoja todos estos aspectos y presente una visión sistemática de conjunto. * Ecumenismo: El ecumenismo designa los esfuerzos de las iglesias cristianas por restaurar la unidad perdida, tanto en el nivel doctrinal como en la praxis eclesial. En cuanto a movimiento, surge en el siglo XX a partir de las iglesias y confesiones protestantes que en 1938 forman el Consejo Ecuménico de las iglesias. En 1948 se tiene la primera asamblea del Consejo con la asistencia de 150 iglesias y confesiones cristianas y la notable ausencia de las iglesias ortodoxa y católica. Los católicos tenían muy limitada la participación en el movimiento ecuménico por una comprensión negativa del ecumenismo. Había el peligro de un reconocimiento explícito o implícito del carácter eclesial de las otras confesiones. Se mantenía la tesis de que la iglesia católica era la única iglesia verdadera y que fuera de ella no había la iglesia de Cristo, sino, a lo más, fragmentos eclesiales. Por tanto, se exigía el retorno de los herejes a la única iglesia (la Católica) y se desconfiaba de los teólogos católicos más ecumenistas, en su mayoría franceses y alemanes. Una nueva época comienza con Juan XXIII y la creación de un Secretariado para la Unión de los Cristianos (1960), así como del decreto de ecumenismo del Vaticano II y el reconocimiento de las iglesias orientales como auténticas y el de las confesiones protestantes como "comunidades eclesiales". Además el Concilio modifica la equiparación entre iglesia de Cristo y la Católica y prefiere hablar de que la primera "subsiste" en la segunda, con lo que se deja un margen a los diversos grados de eclesialidad de las confesiones cristianas, y por tanto a una pluralidad de vínculos de comunión entre ellas. El reconocimiento de auténticos sacramentos y ministerios fuera de la iglesia católica permite un replanteamiento del ecumenismo. * Ejercicios espirituales: La expresión ejercicios espirituales (EE) ha asumido una densidad particular en la historia de la espiritualidad cristiana, de manera que merece ser considerada aparte de otros ejercicios más o menos espirituales o piadosos presentes en esa misma historia. Reflexionar y rezar, junto a ciertos actos penitenciales, en ambiente de silencio, se ha considerado como ejercicios espirituales. Y han estado presentes a lo largo de la historia de la humanidad, y especialmente en la vida cristiana, sobre todo de las diversas formas de vida religiosa. Toda esta vivencia puede ser considerada como prehistoria de los ejercicios espirituales. Porque cuando hoy hablamos o utilizamos esta expresión, nos referimos típicamente a los ejercicios ignacianos, codificados por el santo de Loyola en su libro Ejercicios espirituales. Por muy diversos motivos, no difíciles de señalar, esos ejercicios continúan teniendo vigencia en la iglesia. Y no solamente en la vida religiosa. El Vaticano II los cita precisamente hablando de los laicos. * Encarnación: La palabra encarnación es una expresión teológica que se deriva de Jn 1, 14: "Él, la palabra, que se ha hecho carne y ha acampado entre nosotros". En el lenguaje bíblico, carne equivale a nuestra moderna expresión de condición humana, o sea la naturaleza humana, pero con el subrayado de lo que ésta tiene de frágil e incluso de pecaminosa. La encarnación procede de dos datos previos e irrenunciables: Jesús es un hombre completo y real, pero, al mismo tiempo, es Hijo de Dios en plenitud de divinidad. Para mantener esta paradoja, hay que evitar dos extremos: 1) afirmar demasiado su divinidad, a costa de rebajar su humanidad; o 2) subrayar demasiado su humanidad, de suerte que su divinidad no pase de una mera adopción divina. * Epifanía: Epifanía o teofanía equivalía, en el mundo grecorromano del siglo IV, a la aparición o manifestación de la divinidad a sus devotos o a la realización beneficiosa de un portento. El aniversario de la aparición era como el día del nacimiento de la divinidad. También se aplicaba estos a los emperadores. Epifanía o parusía era la llegada del rey o del emperador. La Epifanía cristiana aparece como fiesta en oriente (probablemente en Egipto) al mismo tiempo que surge la navidad en Roma. Tiene relación con una fiesta pagana que se celebraba el 6 de enero en Alejandría para conmemorar el aumento de la luz. En el siglo V, oriente y occidente intercambiaron sus celebraciones respectivas, y sus liturgias se enriquecieron con dos fiestas, en lugar de una: navidad y epifanía. La epifanía se relaciona con tres manifestaciones de Jesús: adoración de los magos, bautismo del Señor y bodas de Caná. * Escatología: La palabra escatología solía traducirse por "doctrina de las cosas últimas", o "tratado sobre las postrimerías". Las postrimerías o novísimos aparecían, en realidad, como "un amontonamiento de cosas, que se hallan en alguna parte tras la cortina de la muerte y que pueden estudiarse de la misma manera que las cosas de la tierra". El tratado de novísimos se convertía así en una especie de geografía de las campiñas celestes, o de física de las postrimerías, o de reportaje anticipado o anticipador del destino final del hombre y del mundo. Se distinguen dos clases de novísimos: los que afectaban a cada persona individualmente considerada (muerte, juicio particular, purgatorio, cielo e infierno) y los que afectaban a la humanidad en su conjunto y al mundo (parusía o retorno de Cristo, resurrección de los muertos, juicio final y fin del mundo), dando lugar a dos partes bien diferenciadas e independientes entre sí: la escatología individual y la escatología universal. * Espiritualidad: Cuando hablamos de espiritualidad, podemos entenderla como vida y como ciencia. Entendida como ciencia, es el estudio ordenado de la vida espiritual. Como vida, irá apareciendo en lo que sigue. La palabra actual espiritualidad, entendida como ciencia, ha tenido diversas denominaciones: teología mística (así varias veces en los clásicos); teología ascética y mística; teología de la perfección cristiana; vida interior... Es difícil precisar las fronteras exactas que separan moral y espiritualidad, sobre todo desde que la moral superó el juridicismo de lo lícito e ilícito, dejando para la espiritualidad lo perfecto. Por eso, se ha dicho que la espiritualidad continúa siendo "una ciencia no identificada". Hoy está suficientemente extendida la idea de que espiritualidad viene de Espíritu, con mayúscula. Un texto de espiritualidad puede ser titulado, correctamente: Caminos del Espíritu. Y puede escribirse que "la espiritualidad, en el sentido estricto y hondo del término, es el dominio del Espíritu". La espiritualidad cambia entonces de perspectiva de forma esencial. * Espíritu Santo: Espíritu de Dios es una expresión que, en el AT, designa el poder activo de Dios, su principio vital: aparece en el relato de la creación, actuando sobre las aguas, de las cuales surge la vida, y mueve e inspira a los profetas y a los hombres escogidos del pueblo de Dios. Si no es muy analógicamente, sin embargo, no se puede encontrar en todo el AT una personificación de este Espíritu, y sólo en los evangelios es significada ésta inicialmente: el Espíritu se manifiesta desde el inicio de la vida pública de Jesús (Marcos), está presente ya en su concepción (Mateo y Lucas), y es presentado como paráclito o protector, que Cristo nos ha merecido por su pascua, que nos diviniza e inaugura los últimos tiempos (Juan). Porque es el enviado del Padre y del Hijo, sabemos que procede de Dios. La simbología con que es presentado quiere expresar su acción: la paloma (aparecida en el bautismo) significa la instauración del nuevo pueblo de Dios; el viento la fuerza, las lenguas de fuego la inspiración de los testimonios. * Estipendio: El estipendio es la limosna que los fieles entregan a los sacerdotes para que ofrezcan misas por sus intenciones particulares. Se trata de un uso aprobado por la iglesia, que tiene su origen en la costumbre antigua según la cual los participantes en la eucaristía aportaban los dones materiales necesarios para la celebración, especialmente el pan y el vino, o bien entregaban cantidades de dinero para el sustento del clero y la subvención de las necesidades de los pobres. Tales contribuciones materiales se convertían también en signo de la participación de los fieles en el sacrificio eucarístico y constituían un modo adecuado de practicar la comunión de los bienes, consecuencia y garantía de la comunión de almas y corazones. * Ética cristiana: La ética cristiana está llamada a dar una respuesta a los interrogantes éticos desde la fe y desde la vida nueva en Cristo. Ser cristiano implica también una praxis y un estilo de vida. Su identidad no se agota en el creer y en el rezar. La fe y la vida nueva en Cristo se manifiestan en el comportamiento diario. Entonces, ¿cómo vivir en cada momento histórico para ser coherente con la propia identidad cristiana? ¿Es posible algo específicamente cristiano en las respuestas teóricas y prácticas, del creyente a los interrogantes éticos del hombre y de la sociedad? La ética cristiana está llamada a responder a los interrogantes que acabamos de formular. Por eso, precisamente se le pide que, ante todo, tenga ella misma una idea clara de su misión, es decir, de lo que está llamada a aportar en el conjunto de las ciencias que se ocupan de lo moral. De aquí la importancia que tienen hoy en esta disciplina los temas relacionados con su identidad. Con estos presupuestos, la ética cristiana está llamada y procurar a la reflexión ética y al comportamiento cristiano tres aportaciones fundamentales: 1) La cosmovisión que le viene de la fe; 2) El sentido y el significado ético de la realidad desde la esperanza y la caridad cristianas; 3) El compromiso cristiano desde los presupuestos anteriores. * Eucaristía: La eucaristía es la representación ritual de la cena de despedida que, según el NT, Jesús celebró con sus discípulos antes de ser entregado a la muerte. Todas las iglesias cristianas consideran la eucaristía como el más importante de los sacramentos, que no sólo concluye el complejo litúrgico de la iniciación cristiana, sino que acompaña constantemente la vida del cristiano, sobre todo a través de su celebración dominical, hasta el mismo momento de la muerte, en la comunión eucarística recibida como viático. Derivada del griego, la palabra eucaristía significa "acción de gracias", y al principio se refirió a la plegaria de bendición; luego se aplicó a todo el conjunto de la celebración y, finalmente, designó también los elementos materiales del pan y el vino, sobre los que se pronuncia la plegaria eucarística. El origen histórico y teológico de la celebración eucarística hay que buscarlo en una cena ritual, celebrada por Jesús y sus discípulos, que, si no es completamente seguro que se tratara de la cena pascual judía (tal como lo presentan los evangelios sinópticos), por lo menos era semejante a los ágapes religiosos que acostumbraban a celebrar los diversos grupos piadosos del judaísmo. * Evangelización: El verbo evangelizar equivale en el AT a "proclamar buenas noticias" o "anunciar hechos salvadores", ya se trate, por ejemplo, de la victoria en una batalla, la muerte de un temible enemigo o la salvación que Dios obrará. Según del NT, evangelizar es anunciar y llevar a cabo el evangelio de Jesús en torno al reino de Dios; es proclamar el kerigma o anunciar el evangelio, a saber, la vida, muerte y resurrección de Jesús. Equivale a descubrir y notificar el proyecto salvador de Dios manifestado en Cristo. De ahí que evangelizar sea la misión central de la iglesia y de todos los creyentes. * Exequias: Las exequias son un conjunto de ritos y oraciones que la iglesia practica con motivo de la muerte de un fiel cristiano, desde el momento de la expiración hasta el instante en que el cadáver es colocado en el sepulcro o incinerado. Las exequias cristianas contienen notables semejanzas con los ritos religiosos paganos y las celebraciones puramente humanas que, en todos los pueblos y estadios culturales, han acompañado a la muerte. Desde el punto de vista fenomenológico, a menudo los ritos exequiales de la iglesia son el resultado de la cristianización de ritos religiosos preexistentes o de costumbres sociales comúnmente aceptadas. * Exorcismo: En su formulación clásica, el exorcismo es una intimidación hecha al espíritu del mal en nombre de Dios, para que abandone a una persona o una cosa. En la liturgia cristiana, se han usado exorcismos en los ritos preparatorios al bautismo, en los casos de posesión diabólica y en una serie de ceremonias purificatorias, previas a la consagración de cosas o lugares. F * Fanatismo: Etimológicamente, fanatismo deriva del latín fanum (templo, lugar sagrado). De ahí, fanaticus pasó a significar "sagrado, perteneciente a la divinidad", aplicándose así a los sacerdotes de Belona, Cibeles y otras divinidades. Algunos de los rasgos que en ellos destacaron serán característicos de los fanáticos de todos los tiempos: exaltación corporal y anímica, furor, sugestibilidad, pretensión de poseer la inspiración divina y desarrollo de una conducta destructiva. La palabra no ha sido nunca un término neutral. Desde sus primeros usos hasta el presente, ha tenido connotaciones, generalmente negativas, empleándose como arma para desacreditar al adversario. Existe, por tanto, un cierto relativismo en su uso: lo que algunos califican de fanático puede ser considerado por otros acto de heroísmo. El vocablo, ya en la época moderna, intentó ser rehabilitado por movimientos de orientación totalitaria. Se puede definir el fanatismo como la intensa adhesión afectiva a una idea, socialmente compartida, a la que se concede un valor absoluto, que pretende ser realizada destruyendo, en nombre de ella, cualquier obstáculo que se interponga. Del fanatismo se pueden hacer diversas clasificaciones, según el criterio que se elija. Según su objeto; puede hablarse de fanatismo religioso, político, étnico, moral, científico, artístico, o de aficiones concretas ("hinchas" deportivos). Por el componente actitudinal predominante, se puede distinguir entre fanatismo intelectual, emocional y comportamental. Por la identidad del sujeto fanático, cabe un fanatismo individual, o grupal (una secta extremista), incluso masivo (las grandes concentraciones populares del nazismo), o institucional (las prácticas inquisitoriales). Finalmente, el fanatismo puede ser resultado, o un rasgo aislado de la personalidad, pero también una estructura permanente del carácter. También es posible distinguir entre un fanatismo originario (tiene su raíz en uno mismo), y un fanatismo inducido (por la personalidad del líder). G * Gracia: La teología de la gracia es un ejemplo notable del desarrollo doctrinal en la iglesia: llegó a su término tardíamente, aunque expresando y definiendo realidades capitales vividas conscientemente desde el inicio. Gratia es la traducción latina del griego járis, término precedentemente utilizado en la versión bíblica de los LXX para traducir el hebreo hén, que significa exactamente el favor hacia alguien. En general, en el AT, el favor de Dios hacia sus elegidos viene acompañado de un compasión casi maternal, y se manifiesta en su amor misericordioso y después en su fidelidad. En el NT, el término járis, cargado de todas estas significaciones, será empleado sobre todo por san Pablo para designar el conjunto de la economía nueva instaurada por Cristo, sobre la base del perdón concedido a la humanidad pecadora, a partir de su propia muerte. Pero este aspecto negativo se completa con un aspecto positivo inseparable de él: la adopción que hace de nosotros hijos de Dios, en Cristo resucitado, en el Espíritu Santo. H * Hermenéutica: La hermenéutica (en griego hermênéuein =interpretar) es la fundamentación y fijación teórica de los principios que se suponen válidos para interpretar los textos bíblicos. La aplicación concreta de estos principios pertenece ya a la exégesis. Ahora bien, dado que la Biblia es a la vez palabra divina y palabra humana, se impone una doble categoría de principios teóricos: 1) Principios generales. Estos tienden a contactar en la medida de los posible con los autores humanos (hagiógrafos) y sus inquietudes personales; 2) Principios teológicos. Dado que los escritos bíblicos no son simples obras humanas, a la hora de interpretarlos se ha de tener muy presente: a) la tradición viva de toda la comunidad eclesial; b) el carácter unitario de toda la revelación bíblica; c) la llamada "analogía de la fe", es decir, la armonía interna de todo el proceso revelador. * Historia de la salvación: La reflexión teológica del pueblo elegido siempre interpretó su andadura histórica como un acontecimiento salvífico. Es decir, se suponía que la andadura del pueblo venía guiada directamente por Yahvé, el cual le garantizaba una liberación plena, con tal que se ajustara a sus designios y cumpliera sus compromisos en la alianza del Sinaí. La historia de la salvación se fue, pues fraguando con base en una interpretación religiosa de los hechos. Incluso cuanto incidía en lo político y social se creía mediatizado por los nexos divino-humanos que mantenían siempre viva la esperanza del pueblo elegido. Este albergaba la ilusión de que, en un futuro más o menos remoto, Yahvé intervendría de forma decisoria en la historia humana para quebrar el poder de sus enemigos e instaurar un reino de paz, concordia y amor, donde sólo tuvieran cabida quienes previamente le hubieran servido con fidelidad. * Homilía: La palabra griega homilía (en latín sermo) equivale a plática o comunicación religiosa de tipo familiar, a diferencia del sermón (en latín, oratio) que significa discurso oratorio. Desde la antigüedad clásica, se distinguieron esos dos géneros de comunicación verbal: uno propio del ágora, de la plaza o de la tribuna, de carácter retórico; otro característico del ámbito doméstico, de estilo familiar. La homilía entendida como predicación litúrgica, siempre ha formado parte de culto cristiano desde la más remota antigüedad, tanto en las reuniones del catecumenado como en la asamblea eucarística. La tentación de la homilía ha consistido siempre en imitar a la retórica, especialmente cuando la predicación se separó de la liturgia a partir del s. XIII. La homilía puede ser definida, de acuerdo a los textos conciliares, como una parte del ministerio de la palabra y de la liturgia, dirigida a los miembros de la asamblea, en forma de proclamación de las maravillas de la historia de la salvación o misterio de Cristo, inspirada en los textos bíblicos, teniendo en cuenta el misterio que se celebra y las necesidades particulares de los oyentes. I * Icono: El icono es una representación pictórica, sobre madera, de Cristo o de alguno de sus misterios, de la Virgen María o de los santos, tal como se acostumbra a realizar en la tradición del cristianismo oriental. El arte de los iconos surgió en tiempos muy antiguos, pero en los siglos VIII y IX se vio combatido por los iconoclastas, que descalificaban como impía cualquier representación artística de la divinidad o de los personajes sagrados. Después del triunfo de la ortodoxia contra la iconoclastia, la pintura de iconos experimentó un auge considerable, siendo Constantinopla el centro más importante del arte iconográfico hasta el año 1453, en que desapareció el imperio bizantino; después, la importancia pasó a otras escuelas, como la de Creta y, fuera de Grecia, la de Venecia y la ítalo-bizantina. En cuanto a los iconos pintados en territorio eslavo, se destacan las escuelas de Kiev y de Novgorod. En la tradición oriental, el icono es un objeto litúrgico, que es venerado, incensado y llevado procesionalmente durante las celebraciones, y la teología ortodoxa lo contempla en una perspectiva sacramental: no sólo es una imagen visible de una realidad sagrada, sino que contiene sacramentalmente una presencia de esa misma realidad. El icono es una presencia de los invisible que brota de la misma materialidad de la imagen. El arte de los iconos está sujeto a unas reglas precisas que obedecen a criterios más teológicos que estéticos, de modo que las formas, las proporciones, los colores están penetrados de un simbolismo que apunta hacia el misterio de la fe. * Iglesia-institución: El concepto de institución equivale al de fundación o instauración y se aplica a la iglesia en cuanto que es una institución creada por Dios. También sirve para hablar de la iglesia en cuanto organización, que es el sentido que tienen las ciencias humanas cuando hablan de las instituciones, entidades necesarias para la subsistencia de la sociedad. Teológicamente es un concepto que suele emplearse en correlación, muchas veces en oposición, al de carisma. Esta oposición reposa sobre un malentendido histórico y teológico. Por un lado, las instituciones surgen como un intento de perpetuar una experiencia carismática y hacer que continúe una vez que desaparezca el carismático fundador. * Iglesia-misterio: El misterio la iglesia es el de su constitución divina y humana. Es divina en cuanto comunidad que tiene su origen en Cristo y está guiada e inspirada por el Espíritu, que es quien la integra en el plan de Dios. Esta dimensión divina nos permite creer en la iglesia en el doble sentido de permanecer a ella y de aceptarla como una obra del Espíritu. Creemos en Dios desde ella, a la que aceptamos como el lugar histórico de la herencia de Jesús, como una creación del espíritu que completa la obra de Cristo. También pertenece al misterio de la iglesia su carácter humano. Es una comunidad de personas, una realidad histórica, empírica y constatable de todos. De ahí la validez de los análisis sociológicos, políticos e ideológicos de la iglesia, ya que nos descubren su dimensión encarnada y nos iluminan diversos aspectos de su vida y de su configuración. La gracia presupone la naturaleza, no la anula, sino que la transforma. Por eso, los análisis empíricos de la iglesia no nos revelan la complejidad de su misterio, pero sí sus formas históricas de comportarse. Son análisis incompletos para un cristiano, pero no por ello carentes de validez. * Iglesia-sacramento: Decir que la iglesia es un sacramento equivale a afirmar que la iglesia prolonga, en el tiempo y en el espacio, la presencia salvadora y liberadora de Jesús entre los hombres. Porque la iglesia es el cuerpo de Cristo. La afirmación de la iglesia como sacramento no es propiamente una definición o descripción esencial, sino más bien funcional. Es decir, al considerar a la iglesia como sacramento, no nos referimos tanto a lo que la iglesia es en sí, sino a la forma en que ella ejerce su servicio para la salvación de los hombres. Y así afirmamos, por una parte, que la iglesia no es simplemente un instrumento de acción externa para procurar la salvación al hombre, y por otra parte decimos que la iglesia no es ella misma la salvación, aunque tal salvación está estrechamente vinculada con ella. * Imagen: La imagen es representación, especialmente escultórica, de Jesucristo, la Virgen María o los santos, destinada a recibir un culto de veneración especial por parte de los fieles. * Inculturación de la fe: La expresión inculturación de la fe alude a una relación de carácter estructural entre la fe y la cultura. La fe es siempre fe de hombres concretos, en el espacio y en el tiempo de la historia: es decir, en la cultura. Esto vale de toda experiencia religiosa. Vale especialmente de la experiencia bíblica y cristiana, toda ella enmarcada en la historia. * Infalibilidad: Infalibilidad es el término que designa la preservación del error propia de la iglesia en materias de fe propuestas como absolutamente obligatorias. Siendo la iglesia la portadora del mensaje revelado por Dios para los hombres, es necesario que esta iglesia esté preservada del error, al menos en aquellas cuestiones que se consideran vitales y decisivas para que los hombres encuentren la verdad y el querer de Dios. En la infalibilidad se trata solamente de la intervención de Dios para preservar a la palabra humanadle error. El sujeto primario y fundamental de la infalibilidad es la iglesia en su totalidad. J * Jerarquía: El concepto de jerarquía significa etimológicamente "santo dominio", y en el lenguaje corriente se ha empleado para designar el orden vertical, estrictamente graduado, de la autoridad sacerdotal en la iglesia. Es un concepto que impregnó masivamente a la teología desde el segundo milenio para designar el orden eclesial querido por Dios, en el contexto de una eclesiología piramidal. Actualmente hablamos de "iglesia jerárquica", término popularizado por san Ignacio y los jesuitas desde la Contrarreforma, en sentido analógico a "Iglesia institucional"o a "autoridad eclesiástica". El concepto ha permanecido, tanto en la teología como en el derecho canónico, para subrayar las competencias de los distintos estamentos eclesiales. La identificación de la jerarquía con la iglesia ha llevado a veces a hacer de la eclesiología una "jerarcología". * Jurisdicción: Por jurisdicción se entiende la potestad pública concedida por Cristo a la iglesia para regir a los fieles en orden a que consigan su fin sobrenatural. Esta potestad de jurisdicción o del régimen se subdivide en legislativa, ejecutiva o administrativa y judicial. Mejor todavía se puede hablar de potestad de regir, enseñar y santificar, según los tres poderes de Cristo: pontífice, maestro y pastor. La jurisdicción como iuris-dictio aparece históricamente vinculada de forma especial al poder judicial, ya que son los jueces los que dicen o dictan el derecho. Pero como los jueces tiene que atenerse a la ley y observar todo el principio de la legalidad, la jurisdicción más amplia y fundamental, que se desarrolla especialmente en el poder legislativo. K * Kerigma: Con este concepto suele designarse la proclamación apostólica en los primeros tiempos del cristianismo. La crítica pone hoy especial esmero en asir su incidencia y contenido. Se sabe, en efecto, que, tras la experiencia pentecostal, los primeros discípulos se lanzaron a proclamar simplemente sus vivencias personales, caldeadas éstas por su encuentro con el resucitado. El núcleo de su predicación no podía ser más sencillo: ¡Jesús ha resucitado! Tal convicción tuvo fuerza no sólo para sustentar al cristianismo, sino para introducirlo en los ambientes más adversos, siendo cada vez más el número de sus adeptos. El único dogma kerigmático era la resurrección de Jesús. Sobre ésta se cimentaba la nueva fe
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