¡Dios te salve María!
|
![]() |
|||||
nuevo sincretismo del hombre con el cosmos. Pero, volviendo a la "inculturación", ésta existe también en cierto modo en África y en Asia, pero sobre todo en la India. Aquí cabría preguntarse, ¿en qué medida se pueden utilizar las culturas como ornamento de las distintas religiones?, y ¿son sólo adornos?, ¿no son también visiones de la totalidad?, ¿qué es "cultura" exactamente?. Son cuestiones y cometidos muy interesantes. Podría citar un par de temas más todavía, también en torno a la tierra. Uno de ellos es el de la ecología. La idea ecologista surgió cuando fuimos conscientes de que nuestra relación con el medio no podía continuar como hasta ahora. Algunos sintieron cierta vergüenza de que el hombre se manifieste como hombre exactamente, y explote la Creación, a otros seres vivos y otras cosas por el estilo. Se puede practicar la ecología cristianamente, a partir de la fe en la Creación que marca las pautas a las leyes humanas y establece las proporciones de la libertad; o también se puede trabajar en un ecologismo anticristiano a partir del New Age y la divinidad del cosmos. Y el segundo tema que querría destacar es una corriente relativista que está tomando mucha fuerza. Su origen procede de diversas raíces. Al hombre moderno con su consabido escepticismo científico le parece poco democrático, intolerante e incluso incluso inaceptable, que nosotros digamos "estoy en posesión de la verdad", o "eso no es verdad, es sólo parte de la verdad". Y precisamente en esa vida que se dice democrática y tolerante se plantea la cuestión, ahora candente, de si podremos seguir adelante con nuestro cristianismo. En la India han sabido compaginarlo con su tradición religiosa, con lo que es propio de ella: la búsqueda de Dios en lo inefable. Conforme a esto, todo lo que se refiera a la religión es sólo reflejo, estímulo, reflexión de lo que, propiamente, ha llegado a manifestarse del todo. La auténtica religión no puede existir nunca. Según esto, Cristo fue seguramente una gran y extraordinaria figura pero que hay que retener -por así decir- en la propia conciencia, para que ahí se manifieste como también se manifiesta a otros. 0 sea que, también aquí, se ha unido la moral del mundo democrático y tolerante con una importante tradición cultural. Pero, ¿qué importancia o qué riesgo puede tener esa moral universal, en la Iglesia católica? En la opinión pública actual, produce cierto escándalo que se siga presentando la fe cristiana como única religión verdadera, y que se diga que Cristo es algo más que una gran figura y la religión algo más que un conjunto de estímulos. A mí me parece que cuando alguien se pregunta "después de todo, ¿en qué medida se puede hablar de la verdad?", o "¿cómo se podría adaptar el cristianismo al conjunto de religiones?", es porque ahí está latente otra visión distinta de la vida. El centro de ese debate se halla hoy en día en la India, pero también se ventila mucho en la "teología india" de Sudamérica. Y, dada nuestra conciencia relativista, también está muy presente en Norteamérica y en Europa. Y qué hay de esas corrientes en el interior de la Iglesia, consideradas reaccionarias por algunos, Como un fundamentalismo católico. Viendo los actuales sucesos y el continuo riesgo que corre ante tanta inseguridad, llega un momento en el que al hombre le parece que le han usurpado su patria espiritual, que le han dejado sin fundamentos. Y entonces se produce una reacción, primero, de autodefensa, y luego, contra todo lo moderno que a él le parece hostil a la religión o, al menos, contrario a la fe. Yo a esto añadiría que, de todos modos, esa palabra clave, fundamentalismo, como se emplea en nuestros días, sirve también de tapadera a otras realidades muy distintas y, por tanto, convendría explicarlo un poco más. El concepto de fundamentalismo radica en el protestantismo del siglo XIX. La exégesis histórico- crítica de la Biblia que tuvo lugar como consecuencia de la ilustración, suprimió el carácter de incontestable que, hasta entonces, había tenido y había sido uno de los principios protestantes más importantes para la interpretación de las Escrituras. De pronto, el principio "sólo la Escritura" dejó de tener valor de inequívoco. Al carecer del Magisterio, aquello se convirtió en un riesgo fatal para la comunidad de creyentes protestantes. Pero, además, coincidió con la aparición de la teoría de la evolución que no sólo cuestionaba la narración bíblica y la fe en la Creación, sino que, además, hacía pensar que Dios sobraba. Aquel "fundamento" desaparecía totalmente. La estricta literalidad quedó establecida como primer principio para la exégesis de la Biblia. El sentido literal de la Biblia era irrevocable. Esa teoría, además de contradecir su interpretación histórico-crítica, se oponía también al Magisterio católico que tampoco admitía una interpretación literal. Y ese fue el origen del "fundamentalismo". Las "sectas" protestantes fundamentalistas se apuntan grandes éxitos en sus misiones de Sudamérica y Filipinas. Porque el hombre de nuestros días encuentra en esas sectas una fe sencilla y la seguridad que había perdido. Mientras que, para nosotros, el "fundamentalismo" se ha convertido en un tópico universal que sirve de tapadera a toda suerte de imágenes hostiles al mundo. Y siguiendo con este tema, ¿qué corrientes fundamentalistas le parecen positivas y cuáles serían cuestionables, o patológicas como decía antes? Digásmolo así: un elemento, común a todas esas corrientes que nosotros llamamos fundamentalistas, es su afán por encontrar una fe segura y sencilla. Esto en sí mismo no es malo, todo lo contrario porque la fe -como tantas veces se nos repite en el Nuevo Testamento- se dirige a los sencillos, a los pequeños, a los que no son capaces de captar complicadas sutilezas académicas. Si en nuestra vida actual pesa tanto la falta de seguridad, las dudas, y la ausencia de fe en la verdad conocida, desde luego no vivimos de acuerdo con el modelo de vida que la Biblia nos propone. Pero ese deseo de seguridad y de sencillez, del que hablábamos, puede ser peligroso y acabar en un puro fanatismo y en estrechez de miras. Cuando las razones de la fe son dudosas también se falsea la fe. Y entonces se convierte en una idea partidista que ya nada tiene que ver con el dirigirse confiadamente a un Dios vivo, causa de nuestra vida. Entonces se producen formas patológicas de religiosidad, como, por ejemplo, esas búsquedas de apariciones con mensajes del más allá y otras cosas por el estilo. Los teólogos, en vez de referirse con superficialidad a los fundamentalismos cada día más extendidos, deberían detenerse a reflexionar sobre qué parte de culpa puedan tener ellos de que tantas personas huyan hacia otras formas de religiosidad más estricta y, a veces, incluso perjudiciales para el hombre. Si continuamos cuestionándolo todo, sin dar las respuestas positivas de la fe, no podremos evitar Una gran huída. ¿Dónde está la Iglesia más sana? ¿Hay algún lugar concreto para un nuevo catolicismo? No me atrevería a señalar ninguno. Creo que no. Pero, en algunas islas todavía mantienen la Tradición como en sus principios. Y hay también lugares, donde no han sufrido una crisis grave y que ahora presentan un renacimiento de la fe, con un eco sorprendente. De todas formas, la fe siempre está amenazada en todas partes, eso pertenece a su propia esencia. Como Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la de la Fe y miembro de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos, tiene una gran visión de conjunto. Si tratáramos de mostrar la situación mundial de la Iglesia sólo con unas ráfagas de luz, difícilmente haríamos justicia a todos los problemas, pero nos serviría para tener una idea general sobre diferentes temas. ¿Podríamos acercarnos a algunos países en ese marco general, primero de Europa, empezando por ejemplo por Italia? La Iglesia tiene un sello particular en cada región, desde la Iglesia ilustrada del norte del país, hasta la Iglesia popular y tradicional del sur. Seguramente existe una polarización entre progresistas y conservadores, y además está la gran influencia cada vez mayor de los movimientos laicistas. Lógicamente Italia tampoco ha escapado a esa polarización, pero, por lo que yo he podido observar, es más suave que, por ejemplo, en Alemania. En Italia la teología también adoptó posturas críticas, acentuadas además a su manera. La escisión de los demócratas cristianos, ya consumada, no sólo remite a diferentes escuelas políticas en el catolicismo italiano, sino que ahí pueden entreverse también las profundas tensiones teológicas. Pero la unión del catolicismo italiano con el Papado y con el Magisterio del Papa aquí es muy vinculante, y eso es lo que por encima de las tensiones existentes, mantiene fuertemente unidos a los católicos italianos. El catolicismo del sur de Italia es, en efecto, completamente distinto al del norte. Es más sentimental, más folklórico, más popular, y muy singularizado por la tradición de sus procesiones. Y en el norte, se podría decir que es más racionalista y marcado con el mismo sello de los países Centroeuropeos. Y también es cierto que en la teología, como dije antes, no faltan ciertas críticas de envergadura y bastante preocupantes, incluso en las universidades pontificias. Pero no ha habido confrontaciones como las que han tenido lugar en algunos países más al norte; aquí seguimos intentando alcanzar un acuerdo, llegar a un entendimiento hablando entre nosotros. Y todos sabemos que el Magisterio del Papa es el punto esencial de referencia para toda orientación dentro de la Iglesia. El número de personas que frecuentan la Iglesia es, por supuesto, mucho mayor en Italia que en otros países europeos, Y exactamente lo mismo sucede con el número de vocaciones. Todos los italianos tienen conciencia, aunque sea remota, de que son católicos. incluso miembros de partidos políticos de izquierdas, incluso los antiguos comunistas. Es frecuente ver que, llegado un momento, ellos también se sienten católicos, aunque eso influya poco o nada en su pensamiento y en su conducta. Es una característica de la identidad del pueblo italiano y de su cultura, y tiene más fuerza de la que, por ejemplo, podría tener en Alemania. Insisto en que hay ciertas críticas que opinan que la Iglesia italiana, ya algo cansada, ahora se inclina más hacia los Proyectos culturales. Italia, como es natural, no ha sido excluida de ese conocido cansancio, y también se ha buscado sus propios subterfugios. Pero en Italia también hay cantidad de parroquias que están llenas de animación y de vida, con muchas actividades para laicos. No será algo tan ordenado, tan bien organizado como en Alemania, pero en mi opinión, son mucho más espontáneos y mucho más ocurrentes en sus iniciativas. En la diócesis de Roma, por ejemplo, actualmente hay muchas más vocaciones sacerdotales que hace cincuenta años. El derrumbamiento del sistema político, ¿no ha estremecido a la Iglesia italiana? En Italia es difícil detectar estremecimientos. Se derrumba un sistema político, y no pasa nada. Pero sí, es cierto, la Conferencia episcopal italiana se ha visto obligada a modificar su actitud política. Justo en los últimos años de Democracia Cristiana se insistía mucho en la necesidad de la unidad política entre los católicos, y uno de los principales objetivos era que, en el ámbito político, los católicos se mostraran unidos al ejercer sus respectivas responsabilidades políticas. La democracia cristiana se vino abajo, pero eso no impidió que el objetivo de la Conferencia episcopal italiana siguiera vigente. Ahora se apunta más bien a una neutralidad política, y su nuevo objetivo es que todos los políticos actúen como cristianos en su respectiva responsabilidad política, por encima de cualquier frontera partidista, es decir, desde todos los partidos, de forma "transversal" como dicen aquí, todos unánimemente, en armonía, siempre que se trate de cuestiones éticas fundamentales. Por lo tanto, el fin es formar un nuevo consenso entre partidos políticos para las cuestiones éticas. Que usted apoyaría ... Sí. Si se lograra, a mí me parecería muy bien que se llegara a una unidad en lo esencial, por encima de cual partido. ¿Unidad, también con los comunistas? En cualquier caso, algo así podría haber con el PDS post-comunista. En cambio la "Riformazione comunista" siempre seguirá con los principios marxistas, como es natural. Seguramente en Italia no pasará lo mismo que en Alemania, y las iniciativas populares de la Iglesia no adquirirán demasiada importancia. Sin embargo, esas iniciativas, ¿no están enfocadas más bien hacia algunas cuestiones sociales que interesan al cristianismo, y no hacia cuestiones dogmáticas? ¿Cuál es la diferencia? ¿Qué preocupa más a un italiano? Habría que empezar por señalar que muchos conatos de iniciativas populares en la Iglesia de Bélgica y Francia no han tenido prácticamente ningún eco, y al parecer, en Estados Unidos tampoco. Ese es un tema muy propio de los alemanes. Por cierto, que en Bélgica tuvieron que preguntar a la Iglesia alemana cómo plantear esas iniciativas para que resultaran más interesantes. En otros países no sé lo que habrán hecho, pero, en mi opinión, aquí, en Italia, nadie entendería la distinción entre un mensaje conminatorio y un mensaje de alegría, pues todo el mundo sabe y entiende que también en el Evangelio se nos recuerda continuamente el juicio, precisamente para reforzarnos frente a nuestras debilidades. Y ese término confuso de fraternidad de la Iglesia tampoco dice nada; aquí todo el mundo es consciente de que los hermanos no siempre son modelo de convivencia pacífica. Y que el celibato dé lugar a problemas y a tragedias humanas también se sabe, como es de todos conocido que tampoco el matrimonio es cosa fácil. Pero el celibato se sigue tratando como parte de la cultura católica, y además, sólo se habla de la dimensión de sus fracasos, que, evidentemente, nunca se silencian. Y podríamos continuar así con otras muchas cosas. En Italia, su Iglesia no ha tenido una grave escisión, pero el país está dividido entre cattolici y laici. A estos últimos se les conoce, sobre todo, como defensores de una filosofía del Estado y de una concepción de la vida, que tiene su mejor expresión histórica en la Revolución francesa. Y los masones, que como laicos ejemplares participaron de forma esencial en la fundación del Estado nacional Italiano, se consideran a sí mismos una especie de marchamo de esa visión de un mundo laicista. Luego, a partir de la segunda guerra mundial, a esa polémica entre los dos mundos -católico y laicista- se añadió la alternativa comunista. Ahora, la cuestión principal es saber cómo hallar un equilibrio entre estas tres fuerzas, si conviene o es posible hacer una síntesis de las tres, o cuál de ellas habría que rechazar. Echemos un vistazo a España. En España coincidió la crisis final del régimen franquista y la transición a la democracia con la crisis posconciliar, y esto causó una gran conmoción en la Iglesia de España. La Iglesia hasta aquel momento se encontraba muy identificada con el Estado por una determinada sociedad en un determinado orden social. Cuando ahora se contempla aquella situación aparece como un gran error. Y la Iglesia tuvo que redefinirse nuevamente separada de aquella sociedad. Aquel cambio tan radical produjo, por otra parte, un grave retroceso de vocaciones sacerdotales y religiosas, y produjo, asimismo, ciertas polarizaciones en el campo teológico Y, también teologías muy críticas. Todavía perdura un fuerte componente de catolicismo crítico y de teología crítica. No obstante, hay también nuevas manifestaciones religiosas que están muy en auge, Y que se deben a un catolicismo de después del Concilio que ya está en marcha y que sustituye a la antigua tradición de Iglesia y Estado. En Francia, según una encuesta del año 1994, el ochenta y tres por ciento de los creyentes se rigen según su propia conciencia, y sólo el uno por ciento de católicos se siente dirigido por la doctrina oficial de la Iglesia. Francia es la nación más secularizada de Europa en muchos aspectos, es cierto. La autoconciencia del espíritu galo fue siempre un factor muy singular en su Iglesia No obstante, yo sólo puedo aceptar esas cifras procedentes de una encuesta con interrogantes. Si pensamos en los periódicos Golia o Témoignage chrétien es innegable que el catolicismo francés también ha tenido sus tensiones y movimientos críticos. Y, por otro lado, Francia también tiene una tradición muy significativa. El movimiento de Lefébvre, o el movimiento tradicionalista en el interior de la Iglesia, en ningún sitio han sido tan fuertes como en Francia. Es, sin duda, un país de grandes divergencias. Pero también en Francia aparecen nuevas formas de espiritualidad llenas de animación y de vida, de alegría cristiana, que tal vez carezcan de interés para las estadísticas, pero, sin embargo, humanamente son muy significativas y manifiestan que actualmente se está conformando un nuevo renacimiento, cara al futuro. En Europa del Este ha tenido lugar el cambio más radical que se ha producido en nuestro tiempo. Tras el fin del comunismo, la Iglesia, que estuvo en la oposición en aquel tiempo, evidentemente tendrá que jugar un nueva y diferente papel en la futura sociedad. No estoy enterado de que haya orientaciones teológicas que nosotros podamos considerar reprobables, carezco de datos suficientes a ese respecto. Sabemos que en Hungría, el padre escolapio, Padre Bulány, ha fundado el movimiento Bokor, más o menos en esa línea. Se trata de una comunidad de base que tuvo su origen después de haber vivido las experiencias Y penalidades de tiempos de persecución. Actualmente, mantiene una posición absolutamente pacifista, aunque con manifiestas críticas hacia los ordinarios del lugar, como principal expresión de un nuevo radicalismo cristiano. Todo intento de reconciliación, lamentablemente, ha sido en vano. Por el contrario, se han unido a otras teologías de Occidente de tendencias críticas y antijerárquicas. Sus miembros son libres de pertenecer a la religión que más les agrade, con tal de que el primer mandamiento, el del amor, sea lo más importante para ellos. En Chequia y en Eslovaquia, por otra parte, han aparecido también algunas críticas en el ámbito de los "sacerdotes en clandestinidad", pero no llegan a la categoría de fenómeno destacable. Es fácil comprender que después de haber vivido como Iglesia de los mártires no sea fácil volver a ser una Iglesia establecida, como en la fase vivida anteriormente, así que, se ha producido una forma nueva, muy liberal, de creyentes, que también responde a la nueva sociedad. En cualquier caso han de darse todavía otras muchas posibilidades. Pero hay que decir que, a pesar de tantos años de persecución y de grandes sufrimientos, la fe sigue aún muy arraigada y eso es ahora, precisamente, el mejor antídoto que tienen contra los demás peligros que todavía les acechan. En Polonia, concretamente, se están produciendo situaciones que hace unos años, nadie hubiera podido imaginar, al menos en Europa. Me refiero a la estrecha unión de la Iglesia con alguna rama política y con algunas personas en particular. Pero eso, naturalmente, es un problema muy específico que tampoco conozco con detalle. Hay que tener presente que Polonia siempre tiene sobre sus espaldas, el peso de una historia muy agitada y que el principal factor de identidad de su historia política, en las rupturas, cambios y derrumbamientos, siempre ha sido su catolicismo entremezclado, por otra parte, con el patriotismo y el nacionalismo polaco, todo ello de forma muy singular. Antes de que Polonia existiera como Estado, Polonia existía, y existe ahora, por su Iglesia; el país siempre mantuvo una solidaridad interior, por encima de cualquier frontera, gracias a la iglesia. La Iglesia se convirtió en un factor político que ahora, lógicamente, hay que enfocar y vivir de otro modo. Los procesos para su clarificación ya están en marcha, pero como es obvio no se pueden solucionar de un día para otro. Unicamente el catolicismo inglés demuestra estar fuerte. Y al parecer, Inglaterra siempre ha sido el hijo perdido y predilecto de la Iglesia de Roma. Los anglicanos conservan mucho del catolicismo; Inglaterra ha mantenido una postura intermedia gracias a su anglicanismo. Se separó del catolicismo distanciándose notablemente de Roma. Basta recordar, por ejemplo, al filósofo Hobbes que decía: "Un Estado puede tener religión, pero hay dos clases de ciudadanos que no debe tener: ni ateos ni papistas sujetos a un soberano extranjero". Es decir, que ha habido un gran alejamiento, pero, al mismo tiempo, han estado muy próximos a la tradición católica. En el fuero interno del anglicanismo siempre han existido tendencias que no han querido perder esa tradición, y eso les ha servido para conservar y reforzar la herencia católica. Es curioso observar que siempre se ha dado una división en dos vertientes, una protestante y otra católica, que también ahora, en su actual crisis, se sigue observando. Ahora hay una situación nueva que se debe a dos circunstancias muy diferentes: una, motivada por su principio de decidir por mayoría las cuestiones doctrinales, y la otra, debido al traspaso de la decisión sobre cuestiones doctrinales a cada Iglesia nacional. Ambas cosas son una contradicción, pues la doctrina es verdadera o no es verdadera, es decir, su autenticidad no puede depender de una mayoría de votos, ni de una decisión de la Iglesia de cada nación. Lo que actualmente acontece respecto a la objeción a la ordenación de mujeres y con las conversiones al catolicismo, debemos entenderlo desde esos dos puntos de vista. Pero es que, además, a la Iglesia nacional no le gustaría perder su elemento católico Y por eso, conscientemente, acoge también a los obispos que no estén de acuerdo con la ordenación de la mujer; están convencidos de que de esa forma se podrá conservar, en el seno del anglicanismo, buena parte de catolicismo. En Sudamérica se adhieren millones de adeptos a las nuevas sectas evangélicas, hay masas de creyentes católicos. En Brasil, el mayor país católico del mundo, hay verdaderas batallas campales, que incluso llegan a manos, entre los católicos y los sectarios. ¿Esto se debe a los fracasos de la teología de la liberación, o por el contrario, lo fomentan desde Roma para evitar que esa teología siga evolucionando? Eso tiene diagnósticos muy diferentes y nosotros no tenemos suficientes datos de experiencias. Muchos dicen que la teología de la liberación no ha conseguido ganarse al estrato social que más le interesaba, es decir, ganarse a los más pobres. justo los más pobres huyeron de esa teología, porque no se sintieron atraídos por unas promesas intelectuales que nada les decían, mientras que, por el contrario, sentían la falta de calor y del consuelo propios de la religión. Por eso se refugiaron en las sectas. Lógicamente, los simpatizantes de la teología de la liberación lo niegan. Pero hay gran parte de verdad en ello. Para los más pobres, precisamente, aquel panorama de un mundo mejor que les prometían, quedaba demasiado lejos, así que, continuaron en la misma línea impresa en el fondo de su ser, y se interesaron más por la religión del momento. Y en aquel ámbito se dio una gran concurrencia de sectas ofreciendo aquellos elementos que no encontraban en una comunidad religiosa que se había politizado. Y aún hay otra recriminación que hacer, pero en dirección contraria, y es que las sectas atraen a sus adeptos por dinero, ganándose a la gente con medios poco limpios, que aún habría que aclarar. Pero de todos modos eso no explica la gran afluencia a las sectas. En esta gran carrera, los primeros puestos corren a cargo de las sectas carismáticas y pentecostales, o sea de la iglesia de Pentecostés. Pero hay también otras muchas, llamadas fundamentalistas, que, a su manera, son sectas con una fe sólida, si es que se puede hablar así. A las corrientes carismáticas y pentecostales les interesa más la espontaneidad, les gustan más los contactos directos de la comunidad con su Iglesia, es decir, quieren menos teoría y más práctica, buscan la alegría inmediata de la fe. Mientras que la corriente fundamentalista parece creer que la clave de la seguridad en la fe consiste en la negación de lo mundano. En cualquier caso habría que decir que las sectas son relativamente inconstantes. Hay grandes movimientos migratorios entre las sectas, y el cambio de una secta a otra también es muy frecuente, pero eso realmente suele ser, casi siempre, el paso previo para abandonar la religión. Estos procesos están muy relacionados, lógicamente, con los cambios de reestructuración sociológica y con los cambios urbanos. Ahora es frecuente que los hombres dejen sus tierras para ir a vivir a grandes ciudades de población masificada, donde no encuentran facilidades para vivir su propia religión. Se reúnen, entonces, en grupos, según sus creencias, y de ese modo hallan un espacio para su religión, encuentran su patria espiritual. Es decir, que los orígenes de las sectas son muy diversos y, por tanto, no se puede hacer un diagnóstico a la ligera de ninguna de ellas. Un gran número de obispos de Estados Unidos se dispone a protestar próximamente contra la Iglesia de Roma, enviando escritos polémicos, uno tras otro. No es un número demasiado alto, son treinta obispos a lo sumo, Y yo he hablado con uno de sus principales promotores que con gran energía me dijo que se les había interpretado mal; "somos buenos católicos, fieles al Papa" me decía, "y lo único que queremos es introducir nuevos métodos". Leí con atención los citados documentos y pude responderle que estaba de acuerdo en una larga lista de sus propuestas, pero que sobre algunas otras cosas, me gustaría pensarlo un poco más. Yo diría que en Conferencia episcopal americana no hay una actitud abiertamente antiromana. Sus obispos están muy esparcidos por todo el país, como debe ser, y entre todos ellos hay - efectivamente- algún obispo algo extremista. Pero después de lo que yo he visto en estos últimos quince años, tengo la impresión de que las relaciones entre Roma y la Conferencia episcopal americana, han mejorado sensiblemente. La relación con nosotros de esa Conferencia, en su conjunto, es muy correcta. Esa conferencia formada por gente de mucha capacidad intelectual y religiosa, son muy buenos pastores de almas, y, precisamente, suponen una importante aportación de la evolución doctrinal para toda la Iglesia universal. Todos los años nos reunimos dos veces, aquí en Roma, para un Presidium y nuestras relaciones son excelentes. ¿Cree entonces que la Iglesia de Norteamérica podrá sacar partido de ese nuevo resurgimiento religioso, que le ha parecido observar en ese país? Efectivamente, eso creo. Aunque, ciertamente, en su catolicismo se hayan dado algunos casos muy singulares Y haya habido muchas defecciones, no debemos exagerar, Porque también tienen mucha gente joven con inquietud religiosa, que han visto en la Iglesia católica un lugar donde dirigirse y ven al Papa como punto de referencia y auténtico líder religioso. Todo eso se ha ido consolidando en estos quince años, y su actual evolución es muy positiva. No solamente porque haya conversiones de sacerdotes anglicanos y también hayan mejorado mucho nuestras relaciones con los evangélicos que antes eran los críticos más acerbos de la Iglesia católica. En las dos Conferencias de El Cairo y Pekín hubo una especial aproximación entre evangélicos y católicos, por el simple hecho de que vieron y comprobaron que los católicos no éramos una amenaza para la Biblia a causa del gobierno del Papa, como ellos habían creído hasta entonces, sino que éramos precisamente una garantía para que la Biblia se tomara en serio. Estos nuevos acercamientos, desde luego, no conducen a una rápida asociación con ellos, pero han hecho posible que los americanos vieran el catolicismo como otra posibilidad "americana". ¿Con qué vibra más la nueva religiosidad en Estados Unidos? Depende de varios factores que ahora no debo analizar, porque no conozco mucho Estados Unidos. Pero hay una seria voluntad de moralidad y un gran deseo de religión. Y a eso hay que añadir una fuerte protesta frente a la prepotente cultura de los medios de comunicación. Algo que ya dijera Hillary Clinton: "apagad los televisores, no lo sigáis tolerando". Esto significa exactamente que, en efecto, hay mucha gente que no está dispuesta a seguir tolerando que se les obligue a aceptar esa cultura. En África, los católicos negros se sienten tratados por Roma como si fueran sus hijastros y esperan ser revalorizados. La Iglesia tiene problemas en ese continente por la incorporación de los ritos africanos y por las características propias de su cultura; si se puede celebra la Misa con acompañamiento de tambores y danzas, o si está permitida la bigamia, etc. Algunos afirman convencidos, "yo soy un buen católico Y mis tres mujeres también". Y ahora hay, además, algunos contactos con el islamismo, más atractivo para el pueblo africano, porque piensan que ahí podría ser más fácil la integración de sus propias tradiciones. África es el continente de la esperanza, como suele decirse, pero también tiene graves problemas y tensiones. Es vergonzoso para nosotros contemplar que países católicos, corno Ruanda y Burundi, son escenario de crueles atrocidades. Todos deberíamos reflexionar sobre esto y sobre qué podríamos hacer nosotros, los católicos, para . que en esa sociedad se viva el Evangelio con más eficacia Tras el Sínodo africano -pero también en otras muchas ocasiones, que hemos tenido, de poder hablar con los obispos africanos- yo no he sacado la conclusión de que África se sintiera lejos de Roma, Los africanos están orgullosos de pertenecer a algo tan grande e importante como es la Iglesia católica, y de pertenecer a ella igual que los demás, y de que un obispo o cardenal africano sea igual que otro italiano, español o americano. Y la fidelidad a Roma, su amor al Papa y su interés por todo lo católico, les sale realmente del fondo del corazón. Cuando hablamos sobre alguna cuestión o sobre alguna polémica teológico, los obispos africanos nos suelen decir: "cuando se propasa alguien, suelen ser los teólogos europeos, no los africanos". Tal vez eso sea simplificar demasiado, pero hay que reconocer que las crítica negativas, efectivamente, casi siempre proceden de países europeos. Eso no supone, claro está, que ellos no tengan problemas; también existen los problemas. Pero no se puede decir que en la teología africana haya una predisposición contraria a Roma. En su pregunta ha abordado dos temas muy importantes que son los dos aspectos de la "inculturización": matrimonio y liturgia. En Europa solemos hablar de poligamia bajo un punto de vista que no es totalmente correcto. Porque el problema no es sentimental, es un seno problema patrimonial y Social. ¿Cómo se les puede asegurar la vida a esas mujeres? ¿Cuál sería su nueva situación en la Sociedad? Ellos no se casan por amor, se casan por tribus, es un intercambio de patrimonios. Los problemas no proceden de los afectos, los problemas, en realidad, son: qué puede hacer una mujer que ya no tiene un hombre y por tanto no pertenece a nadie, cómo encontrarle un lugar seguro en una sociedad como esa. Es un problema de estructura social, y por eso la cuestión consiste en encontrar nuevas estructuras que admitan la monogamia como célula principal de las nuevas formas sociales. Muchos de los obispos africanos son muy optimistas a este respecto, pero yo no puedo opinar sobre ese tema en particular. En cuanto a la liturgia, se han dado ya tantas libertades, que las costumbres y sentimientos africanos también pueden encontrar un lugar apropiado. Pero, de todos modos, es importante no hacer demasiados excesos con la liturgia cristiana y tratar de conservar su sobriedad. Muchos africanos lo han comprendido muy bien. Son de nuestra misma opinión en el sentido de que piensan que no es necesario empezar la "inculturización" precisamente por la celebración de la Eucaristía. El Islam se está introduciendo en África con bastante fuerza, y también con muchos medios económicos. Se presenta como la religión más importante para los africanos. Los africanos deben dejar sus religiones tribales, y para eso el Islam les dice: "nosotros somos la principal religión en África, porque nuestra doctrina no es complicada y nuestra moral os conviene". Esa reflexión cae bien sólo en parte, pero no en general. África todavía no ha olvidado que el Islam fue uno de los pioneros en el tráfico de esclavos y no tuvo demasiadas consideraciones con los negros. Y más aún, el Islam no anuncia ninguna "inculturización" . El islamismo es árabe y un converso al islamismo debe aceptar esa forma de vida sin más "inculturización". Por eso el Islam tiene el problema -que también tiene la Iglesia- de poder ser un fenómeno o social, por así, y, so capa de islamismo, todo continúa siendo lo mismo, cubierto sólo por un tenue velo sobre las mismas formas y costumbres de la vida pagana. En África, la religión sigue ligada a sus atavismos Y, durante algún tiempo, serán difíciles de superar. Asia. Un pacífico espacio a punto de convertirse, en el próximo milenio, en algo muy importante política y económicamente. ¿Esto, qué consecuencias puede tener para la Iglesia? Es difícil de predecir. En Asia, hasta el momento la Iglesia no ha tenido mucho éxito, excepto en Filipinas. Esto no quiere decir que para ellos el cristianismo no sea importante. El cristianismo en Asia, poco a poco, está transformando las distintas religiones existentes y empieza a tomar forma en su sociedad de mil modos diferentes. En Japón hay muy pocos católicos y su número ofrece pocas variaciones. Pero los japoneses se interesan mucho por las costumbres y la cultura católicas. En Japón, el cristianismo existe como una realidad social. Quizá no sea un fenómeno permanente, pero está tomando cuerpo dentro de su sociedad. La participación del catolicismo en la India es muy escasa, pero el neohinduísmo que actualmente se impone y gana en significado por todo el mundo, ha incorporado, en su forma más liberal, muchos elementos del cristianismo. Y China, donde su mínimo porcentaje de cristianos casi ha desaparecido, sigue cerrada ante nosotros, pero aún conserva una gran fuerza espiritual. El simple hecho de que el Ejército Rojo persiga a esa minoría, nos demuestra que su presencia se hace notar y que tienen una gran fuerza. Pero me parece totalmente imprevisible qué consecuencias puedan tener esas nuevas estructuras y el nuevo relieve de Asia, a nivel mundial. Esa persecución contra los cristianos debe ser otra de las dificultades de la Iglesia. Son, además, distintos tipos de persecuciones. En China, por ejemplo, aunque haya algunos amagos de tolerancia, lo cierto es que hay una fuerte oposición al cristianismo, sobre todo en los lugares donde intentan ser más fieles al Papa. Pero esa misma oposición no sólo tiene lugar en China, existe también en otros muchos países. El destino de la Iglesia parece ser el de sufrir continuas persecuciones, a veces bajo los distintos regímenes, y siempre siendo objeto de muchas controversias. La primera amenaza, cada vez mayor, que sufre actualmente la Iglesia es la nueva concepción del mundo que presenta al cristianismo como intolerante y a la fe católica como demasiado anticuada, pasada de moda e incompatible con la modernidad, y, por lo tanto, se la somete a presión. Este es un peligro bastante serio en mi opinión, aunque de momento no se observe con mucha nitidez. Pero existe esa opresión de la sociedad que quiere que la Iglesia se acople a las ideas tipo standard predominantes en el mundo. ¿Eso es una persecución contra los cristianos? Entonces, ¿qué diferencia hay entre ser perseguidos en China, o por un régimen dictatorial, o por el islamismo, o sufrir torturas, o en ser menospreciados en Occidente? Utilizar aquí el término de "persecución contra los cristianos" no tiene sentido, como es natural pero hay distintos ámbitos de la vida -y no pocos- donde hace falta mucho valor para confesar a Cristo. Sobre todo existe el riesgo de hacer una adaptación amable del cristianismo, para que ser cristiano resulte fácil en contraposición a fundamentalismo, que no tiene una línea de pensamiento muy marcada. Ahora aumenta el riesgo de dictaduras de la opinión pública, de formas de pensar que pueden discriminar al que no estuviera conforme con ellas, y podría haber mucha gente buena que no se atreveriera a declararse no-conformista. De haber una nueva dictadura anticristiana en el futuro sería, sin duda alguna, mucho más sutil que lo que hemos conocido hasta ahora. En apariencia, seguramente admitiría la religión, pero sin que la religión pudiera intervenir ni en la forma de conducta ni en el modo de pensar. 3. La situación en Alemania En ningún otro país hay tanta intranquilidad, desasosiego, y tanta pérdida de la fe como en Alemania y los países de habla alemana. La Iglesia alemana es la más rica del mundo y, sin embargo, tiene menos influencia en el mundo que las Iglesias pobres de los países pobres. Las continuas protestas contra el Papa y la Curia romana nunca han sido tan fuertes como ahora desde el Primer Concilio Vaticano del siglo pasado. ¿Qué está sucediendo? ¿Su país natal le preocupa y le produce dolor? Veo con mucha preocupación las escisiones en el interior de la Iglesia y la decadencia de la fe que se extiende por todas partes. Hay unos cuantos círculos modernos para los que todas las reformas habidas hasta el momento son insuficientes, y lo demuestran haciendo una fuerte oposición a este pontificado y a la doctrina pontificia. Pero, además, a los otros, digamos, buenos católicos también les parece que la Iglesia, en su conjunto, resulta incómoda. Ya no se encuentran a gusto en ella, sufren porque la Iglesia ya no es un lugar de paz y tranquilidad donde poder refugiarse, ahora es un lugar de continua controversia, donde no se sienten seguros y, por tanto, también protestan. Y esa escisión en el interior de la Iglesia, ese malestar común dentro de la Iglesia, que conduce a un dolor también común, debería intranquilizarnos a todos. El envejecimiento de la Iglesia, cada vez más visible, es alarmante; se asemeja un poco a algunas de las actuales comunidades religiosas que, antiguamente, en su momento, tuvieron épocas de esplendor, pero ahora parecen encaminadas hacia su ruina. Parte de la población exige una separación de la Iglesia y el Estado más contundente. Ahora se debate la supresión del concepto de Dios en las leyes fundamentales, así como de los días festivos, la profanación del domingo, la abolición de los impuestos para la Iglesia, etc. La presencia de crucifijos en las escuelas han sido motivo de un conflicto constitucional. Habría que plantearse nuevamente esta cuestión, para que mejorasen las relaciones entre Iglesia y Estado. Mientras perdure un consenso social que permita que los valore s fundamentales del cristianismo ocupen un lugar en la legislación, todavía puede tener sentido un mayor acercamiento en la relación entre Estado, sociedad e Iglesia, para que se respete la libertad de la religión. Pero si no existe esa convicción, es imposible que haya una sólida interdependencia institucional. Por eso yo, en el fondo, no soy contrario a buscar otros modelos de separación más contundentes, de acuerdo con determinadas situaciones. Después de la primera guerra mundial, a la Iglesia le hizo bien tener que deshacer el sistema que entonces había de unión Iglesia y Estado. A la Iglesia nunca le han convenido las uniones demasiado fuertes. Por eso, a mí me parece que los obispos alemanes deberían reflexionar y ser más realistas, y ver qué posibilidades hay de establecer una nueva relación entre la Iglesia y el Estado, respaldada por convicciones reales, para que diera fruto, y así nosotros Pudiéramos mantenemos, por derecho propio, en algunas posiciones que ahora no tenemos. Un estudio de este tipo sería muy interesante y necesario. Esos puntos concretos que me ha citado antes, tienen respuestas muy diferentes. A mí me parece especialmente importante mantener a Dios en la Constitución, no sacarle de ahí, porque es algo más que una confesión cristiana. Si suprimiéramos la idea de una dimensión superior, de un ser superior por encima de todos nosotros, tendríamos que sustituirla por alguna ideología, porque, si no, poco a poco todo se iría desintegrando. Un teólogo tan critico corno Bultmann, dijo en una ocasión: "Un Estado no cristiano es posible, pero un Estado ateo no". En principio, creo que tiene razón. Si no existiera una dimensión superior a nosotros, sólo nos quedaría un régimen arbitrario que es la ruina del hombre. Y respecto a lo demás, impuestos, etc., son temas que sería muy conveniente pararse a reflexionar. Esta cuestión es bastante explosiva, ¿cuál sería su respuesta? Creo que no sabría responder. En mi opinión, el sistema alemán de impuestos para la Iglesia está globalmente bien considerado por un amplio consenso, porque aún se reconoce a la Iglesia su prestación social. Tal vez, en un futuro, haya que buscar algún otro modo más parecido al sistema italiano, que, por una parte, tiene una tasa bastante inferior, y por otra, respeta la libertad del contribuyente, cosa que a mí me parece muy importante. En Italia todo el mundo paga una tasa sobre sus ingresos -de un 0,8 por ciento creo que es- para fines culturales, no lucrativos, etc., y que los católicos destinan a la Iglesia. Pero pueden elegir a qué quieren destinarlo. Después, de hecho, casi todo el mundo elige a la Iglesia católica, pero, eso sí, es una elección libre. ¿Qué opinión le merece el juicio de Karlsruhe, acerca de los crucifijos en las escuelas? Me indignó, por supuesto. Porque para empezar, mi opinión, se basaron en unos fundamentos bastante dudosos Y porque estaba, y sigo estando, convencido de que todavía tenemos una gran comunidad cristiana, para la que esos signos, los crucifijos en las escuelas, tienen un significado realmente importante. Y también sentí gran indignación en el sentido de que me parece que se debe respetar el consenso de la mayoría. Aquél fue un juicio antidemocrático basado solamente en unos puntos de vista muy dudosos e insostenibles. Y después, por la reacción posterior al juicio se vio, y ha quedado bien claro, que en nuestro país se tiene conciencia de ser católicos. Sólo se diferencian algunos Lánder. En la Conferencia episcopal, los obispos de Baviera tenían opiniones diversas a las de los obispos de Mecklenburg-Vorpommern. Hace tiempo que allí no hay crucifijos, como tampoco en otras muchas zonas del norte de Alemania. Pero eso mismo nos demuestra que no es una cuestión dogmática. Por lo tanto, me parece absolutamente indignante que nos dejáramos arrebatar con facilidad esos y otros signos de la fe católica. Sobre todo con la Constitución de Baviera -que no se ha puesto en discusión, que yo sepa- que sostiene que el fundamento de la educación es la religión cristiana. Es decir que el Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, diría: "Dejad los crucifijos en las escuelas". sí. ¿Por qué abundan fácilmente en Alemania esos contrastes? ¿Qué país es el nuestro que lo mismo tiene un gran espíritu que carece de él? Tal vez nos falta algo, aunque lo compensemos con nuestra eficacia. Grillparzer dijo en una ocasión, que Dios: "no era una realidad para Alemania. Nosotros le contemplamos como obra nuestra, en vez de vernos a nosotros como obra suya". Yo pienso que no deberíamos destacar tanto el hecho de ser alemanes. Porque Otros países como Francia, España, Italia o incluso Gran Bretaña, tienen también movimientos anticristianos, por así decir, y muchos problemas internos en sus Iglesias. Alemania, como es lógico, tiene que cargar con el peso de su propia historia, que de 1933 a 1945 fue especialmente difícil. Ahora tendríamos que preguntarnos con seriedad qué le aconteció a nuestro pueblo, para que pudiera suceder aquello. Las virtudes y los defectos de los alemanes están estrechamente relacionados. Somos un pueblo que valora mucho la disciplina, el rendimiento, el trabajo, la puntualidad y, por eso, gracias a todo ello, hemos conseguido una vez más ser la potencia económica más fuerte y tener el sistema monetario más estabilizado de Europa. Pero, por ese camino, uno puede deslizarse fácilmente hacia una autoestima muy exagerada, y caer en una opinión unilateral sobre el rendimiento, el trabajo y la producción que solamente valore la autorrealización y la disciplina, atrofiando con ello otras muchas dimensiones de la existencia humana. Esto podría conducirnos de nuevo a sentir cierto orgullo frente a otras naciones, y así podríamos incluso llegar a pensar que únicamente lo alemán es realmente bueno, porque lo demás son "chapuzas" y otras cosas por el estilo. Esta tentación de autojustificarnos y autovalorarnos unilateralmente en los parámetros del rendimiento, es, sin duda, muy propia de Alemania, sobre todo de la historia reciente de Alemania, y hemos de tenerlo en cuenta respecto a los jóvenes alemanes. Y, evidentemente, no sólo afecta a los jóvenes de Alemania. Stephan Zweig intentó explicar el carácter y la religiosidad de Alemania a través de las figuras de Erasmo de Rotterdam y de Lutero. Porque, dejó escrito, "rara vez se dan en el destino del universo un contraste de personalidad tan perfecto como Erasmo y Lutero". Ahí se encuentran la Conciliación frente al fanatismo, la razón frente a la pasión, la cultura frente a la fuerza primitiva, la burguesía frente al nacionalismo, la evolución frente a la revolución. En Lutero estaba, "el demagogo, el acento fanático en todo"- El resentimiento acumulado de todo un pueblo, había llegado a manos de estos dos hombres superdotados, pero fanáticos y discordantes, "la conciencia nacional alemana, ávida de hacer frente a clérigos y revolucionarios, llena de odio al clero, de odio a lo extranjero y a las apagadas cenizas sociales y religiosas". Alemania a lo largo de estos siglos de Reforma, qué duda cabe, ha adquirido una fisonomía propia que en cierto grado incluso ha condicionado su historia futura. Esta contraposición de Erasmo y Lutero me parece muy interesante, pero también un poco manejada a nuestro antojo. No debemos olvidar que Erasmo era especialmente reservado para manifestar posiciones definitivas, excepto que estaba interiormente muy apartado de Lutero, pero -y esto desde el lado católico se le ha reprochado mucho- no tenía un carácter muy definido. Erasmo intentaba apartarse -hoy diríamos, académicamente de un pronunciamiento claro, lo cual era, en el fondo, imposible, porque era desentenderse de sí mismo y del drama de ser hombre. Por lo tanto, ni Erasmo no era de carácter muy luminoso, ni Lutero era de carácter sombrío; ambos tenían problemas. Nosotros deberíamos cuestionamos ahora qué indecisiones se han introducido en el carácter alemán a partir de la Reforma, pero, para ser justos, también deberíamos preguntamos: "¿qué tenemos de problemático nosotros debido al catolicismo?" Yo creo que, por eso, Alemania tiene una particular responsabilidad en las conversaciones ecuménicas. No tenemos por qué ocultar lo negativo que -junto a lo positivo- gracias a Lutero se ha introducido en la historia de Alemania, ni tampoco significa que por eso debamos justificarnos o defendemos unilateralmente. Al parecer, las actuales discrepancias en la Iglesia no se deben tanto al contenido de la fe o a las exigencias de la religión. Curiosamente tampoco se deben a temas sociales, como la pobreza, la miseria o la explotación. Alguna vez Usted ha expresado su temor de que muchos querrían que la Iglesia se sumara a lo que se opina cada día, al aburguesamiento del hombre moderno que se hunde en el aburrimiento. Creo que, efectivamente, esa es una opinión muy generalizada en nuestros días. Pero habría que añadir algo mas, y señalar que la Iglesia, en sus debates internos, se ha quedado atascada en un par de temas, olvidando y descuidando un poco los grandes retos de nuestro tiempo. Cuando se va a alguna reunión diocesana o algo semejante, se sabe siempre cuáles serán las preguntas que se van a formular: el celibato, la ordenación de la mujer y el matrimonio de los divorciados. Estas preguntas son seguras. Sin embargo, también hay otras cuestiones permanentes que son de gran preocupación para la Iglesia. Y casi nunca se toman en consideración, como es, por ejemplo, que haya un ochenta por ciento de no-cristianos, ansiosos del Evangelio o que ven en el Evangelio algo definitivo en la vida. Por tanto, en vez de seguir ocupados con nuestros propios problemas, deberíamos detenemos a reflexionar seriamente en los problemas ajenos: "¿qué podríamos hacer, como cristianos, Para explicar nuestra fe a los demás y ayudarles a creer?". Ante la conciencia de la Iglesia, al menos ante la de Alemania, se presenta una tremenda decadencia. Sin embargo, nosotros sólo nos miramos y nos ocupamos de nosotros mismos, pretendemos lavar nuestras heridas y construir una Iglesia hermosa. Pero apenas nos damos cuenta de que la Iglesia no está aquí porque sí; la iglesia posee la Palabra y tiene algo que decir al mundo, a ese mundo al que pertenece y al que tiene algo que dar. Nos olvidamos de nuestro cometido. Pero, ¿no se trata en el Vaticano la evolución alemana con cierta negligencia? Da la impresión de que esa decadencia tan llamativa no baste para que se den cuenta de lo que ocurre. Es cierto, en el Vaticano se habla poco alemán. Predominan las lenguas románicas, y mucho también la lengua inglesa; la lengua alemana, en cambio, se queda un poco alejada del campo de observación. Pero, en Roma, por otra parte, tampoco se tiene una visión global de lo alemán y de los alemanes. Desde Roma es algo difícil percibir la situación específica de Alemania, porque las noticias, casi siempre, llegan ilustradas con teorías, muy académicas, pero nada fáciles de comprender para los que vivimos en un universo de culturas muy diferentes. Yo creo que nuestro diálogo con Alemania tartamudea un poco. Quiero decir, que deberíamos reaccionar con más rapidez, porque siempre tiene algo singular. Pero, sobre todo, lo mejor sería reforzar mucho más nuestro diálogo con los obispos alemanes. ¿Es importante la actual crisis de la Iglesia? ¿Es éste el mayor desafío desde sus comienzos? ¿Y qué significa la crisis de la Iglesia para el mundo? Usted mismo nos ha advertido que la extinción de la Iglesia produciría una destrucción espiritual de incalculables dimensiones. Con respecto a lo primero, no sabría qué responder. Creo que es uno de los desafíos de mayor magnitud. Pero en la antigua Iglesia hubo otros dos grandes retos. El primero debido a la "gnosis", que produjo una progresiva y lenta deformación en el interior de la Iglesia y en el culto, con la creencia en otras ideologías, mitos e imágenes, que progresivamente fueron debilitando la fuerza de toda la Iglesia sin que apenas se notara. Cuando nosotros leemos esa parte de la historia, nos parece que, por un lado, estaban los gnósticos y, por otro, los Padres de la Iglesia; pero no fue así, todos estaban implicados en aquello, y, por eso se necesitó mucho tiempo para poder aclarar las cosas. También hubo un intento de suprimir el Antiguo Testamento, fácilmente inteligible y que, además, era atractivo, para ceñirse únicamente a la lectura de San Pablo. Es decir, siempre han existido movimientos hacia nuevos hallazgos, algunos de ellos de mucha complejidad exterior. Pero, por encima de todo, ha existido desde el principio un Magisterio central que intervenía eficazmente. Hubo que examinar aquel conflicto, palmo a palmo, para poder llegar a su clarificación. De no haber sido así, el cristianismo hubiera podido acabar de forma muy diferente, y aquella grave crisis acaeció justo al inicio de la cristiandad, cuando aún no tenía su forma definitiva. Otra segunda crisis importante, que tal vez no fuera tan grave como la anterior, pero que también supuso un gran desafío para la Iglesia, fue el arrianismo. Los emperadores establecieron el arrianismo durante un tiempo por ser algo más fácil de entender para la mentalidad que predominaba en aquellos tiempos. El modelo que presentaban era éste: hay un Dios y también está Cristo, que es un ser divino. De ese modo, cualquiera lo podía entender. Los políticos enseguida se proclamaron arrianos para favorecer su rápida expansión. Y los obispos también cambiaron de opinión y se hicieron arrianos uno tras otro, Conferencia tras Conferencia, como diríamos ahora. Al final, todo el universo germano acabó siendo arriano, de manera que el antiguo mundo, el de los romanos, era católico, y el nuevo mundo, el de los germanos, era arriano. Así parecía que era más fácil saber cuál seria el rumbo que se seguirla en el futuro. Y otra crisis diferente, pero también muy grave, fue la del siglo XVI, aunque no llegara a afectar a las raíces, pues 1ª común adhesión al símbolo de la fe, todavía perdura. Sin embargo, la confusión en el interior de la Iglesia fue enorme y produjo una serie de reformas que llegaron a una división radical. Visto desde esa perspectiva, lo que nos está tocando vivir ahora, tal vez no sea el mayor desafío desde los comienzos de la historia, pero éste, en cambio, sí puede afectar las raíces. 4. Las causas de la decadencia ¿Cómo es posible que la crisis de la Iglesia se haya agudizado tanto? Permítame que, de entrada, le pregunte cuáles han sido las causas que habría que buscar seguramente, en el exterior de la Iglesia. Desde la Ilustración existe un movimiento que considera la Iglesia demasiado anticuada. Esta cuestión se fue haciendo más radical con el progresivo desarrollo del pensamiento moderno. Luego, en el siglo XIX se originaron algunos movimientos en dirección contraria, pero también mantuvieron la línea ya trazada y aquello continuó adelante. La pauta que había que seguir era que todo fuera verificable científicamente y de esa forma se produjo -esto lo expresa muybien Bultmann- una imposición del, así llamado, concepto moderno de mundo, que fue aprobado como un valor altamente dogmático y que excluía la intervención de Dios, de los milagros, y de la Revelación. El hombre podía tener religión si quería, pero eso era algo solamente subjetivo y, por tanto, no podía tener relación con un contenido objetivo, común, vinculante y dogmático; cualquier dogma era considerado una contradicción para la razón humana. A pesar de estos viento contrarios de la historia, la Iglesia se ha mantenido haciéndoles frente, y así continuará siempre. En cualquier caso, la posición radical de la Ilustración se muestra aquí muy parcial, ya que una religión reducida a pura subjetividad no tiene fuerza formativa, sino que el sujeto se confirma a sí mismo. Lo que las ciencias naturas limitan a puro racionalismo, en el fondo, tampoco puede dar respuesta a todas las cuestiones. Las preguntas: ,de dónde venimos", "qué soy yo", "cómo he de vivir", "para qué estoy aquí", son cuestiones que pertenecen a una esfera distinta del racionalismo, y no se pueden contestar ni desde la mera subjetividad, ni desde un puro irracionalismo. Como consecuencia de ese modo de pensar, la Iglesia dejó de ser, temporalmente, una forma de vida para toda la sociedad; la Edad Media había acabado, al menos, durante un tiempo previsible. Y la Iglesia pasó a ser un movimiento complementario -cuando no |
![]() |